martes, 19 de diciembre de 2017

ESPÍRITU DEL SOLSTICIO, ESPÍRITU NAVIDEÑO. García de Toletum



En estas fechas navideñas y en estas coordenadas de estos tiempos  de descomposición de este submundo en ruinas, parece ser que el mundo en general como nuestra sociedad en particular se ven sumidos en un falso espíritu navideño, por que la  navidad no es ese afán consumista desplegado vorazmente en las grandes superficies comerciales, no son los anuncios que nos bombardean para animo y sugestión del mismo. La navidad no es un sorteo de navidad, no son las comidas de empresa, en definitiva, muchos por no decir la inmensa mayoría, se equivocan a identificarse con el verdadero espíritu navideño.

La navidad es algo mas profundo, mágico, místico, es representación de un sentimiento que va mas allá de ese materialismo e hipocresía que domina la mentalidad de la persona actual. Es una sensibilidad que hace enlazarnos con nuestro mas puro legado ancestral, es comunión con nuestro pasado, presente y futuro.

 El espíritu navideño es sentir ese sentimiento especial, a volver a nuestra tierra y nuestro pueblo, de unirse con nuestras familias, amigos, vecinos y compañeros, para poder compartir lo mejor de uno mismo , la mágica alegría de poder convivir con ellos estos tiempos de unidad, hermandad y regocijo para expresar las experiencias de un año que va a finalizar, los proyectos e ilusiones alcanzadas, los retos por venir, la esperanza del mañana que nace en cada cántico tradicional navideño. 

El espíritu navideño esta en la inspiración de crear el árbol de navidad pulido y esmerado con la delicadeza y belleza que se merece y se realiza. Es la tradicional cena  en el calor del hogar familiar,  en las calles y plazas del pueblo junto con amigos y vecinos en torno a una hoguera, al amor de la lumbre de una chimenea mientras se describe con intensidad alguna historia o leyenda tradicional navideña, la ilusión  y felicidad de reflejada en el rostro de los niños.

El espíritu navideño esta en los largos , románticos y hermosos paseos y marchas por bosques y montañas nevadas, cargando en la mochila solamente  el recuerdo por lo que se ama y se lucha. 

El espíritu navideño es regalar, el regalo mas sincero y profundo, lo mejor de uno mismo, plasmado en el presente y obsequio a entregar a los seres queridos, y ver sus miradas llenas de alegría tan vivaz y a la misma vez agradecida.
 El espíritu navideño esta en poder contemplar el reflejo de la hoguera en la mirada del ser amado, ver esa la luz y ese brillo como símbolo del amor y la pasión que se entregan al unisono, fundiéndose entre si , de ser dos,uno.

 Momentos inolvidables e indescriptibles, por que hay que vivir, sentirlo a flor de piel, lejos de lo mundano, lejos de las grandes urbes, solamente se puede apreciar en esos lugares alejados, en esos pueblos pequeños que mantienen viva la llama del espíritu de la navidad, que es ni mas ni menos que la representación de nuestra mas viva tradición,como muro de contención contra las malas artes de este submundo en ruinas.



No quiero dejar pasar la oportunidad que me brinda en el tiempo de vísperas del solsticio de invierno y la fiesta de yule , que representa la muerte de lo caduco y resurge lo vital, lo puro, la creación de acciones nuevas, de dar luz a generaciones futuras de nuestra luz y nuestra fe que encarnaran el fuego sagrado de nuestras hogueras y antorchas en la celebración de estos rituales ancestrales, de felicitaros el solsticio , los 12 días de yule que es el tiempo del reencuentro con nuestros ancestros, como a si mismo la navidad y el año nuevo. 
Fechas que las cuales nos reunimos con camaradas y familiares, momentos que nos dan aliento para seguir combatiendo con denuedo, por nuestras familias, por nuestra nación, por nuestra raza. Estos días de regocijo familiar, de mantener viva la llama de la memoria de la sangre, días en el recuerdo y homenaje hacia aquellos que ya no se encuentran entre nosotros en el plano terrenal, de animo y de apoyo a los camaradas que en estos días tan señalados no pueden estar con sus familiares por privarles de su libertad la injusticia y represión inquisitorial del sistema.

Solamente deciros mis camaradas, que paséis feliz solsticio de invierno, felicitaros las navidades, como a si mismo una buena entrada al nuevo año combativo que nos depara a los guerreros arios, a los devotos del honor y la fidelidad, esperando que en el mismo sea provechoso para el movimiento nacionalsocialista, no solo a nivel nacional que buena falta hace, si no también a nivel mundial, con determinación y voluntad lo haremos posible, lo haremos realidad.

                                  García  de Toletum
     JUVENTUDES DE EUROPA EN PIE DE GUERRA, 
FELIZ SOLSTICIO DE INVIERNO, FELIZ NAVIDAD.

LA OTRA NAVIDAD, YULE

FESTIVAL DE YULE NUESTRAS TRADICIONES
del 21 de Diciembre (solsticio de invierno) al 1 de Enero (Año Nuevo)
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Yule es nuestra fiesta por excelencia, de todas las festividades Asatru, ésta encarna como ninguna otra el concepto mágico-sagrado de nuestra religión. En realidad es un festival de 12 dias, con dos fiestas mayores ligadas, el Solsticio de Invierno, con el que da comienzo y la fiesta de Año Nuevo, igual de importante que el propio Solsticio, pero que en la actualidad no se celebra por ningún grupo Odinista-Asatru. Aquí el cristianismo ha conseguido su objetivo: Ha convertido esta fiesta sagrada en una profana, donde se comen muchas uvas se bebe mucho y se come con la familia, pero para que seamos conscientes del significado Odinista de la fiesta de Año Nuevo y su imbricación con el resto del festival de Yule he puesto estas ideas.

La creación de mundo se reproduce cada año, esa eterna repetición del milagro de renovación cosmológico, que transforma cada Año Nuevo en una inauguración de una era, permite el retorno de los muertos a la vida. Los muertos vuelven junto a sus familias (y a menudo vuelven como “muertos-vivos”) en los alrededores de Año Nuevo (Justamente en los doce días que van del solsticio hasta Año Nuevo. Dan a entender la esperanza de que en ese momento mítico en que el mundo es aniquilado y creado es posible la abolición del tiempo. Entonces los muertos podrán volver, pues todas la barreras entre muertos y vivos está rotas, y volverán, pues en ese instante paradójico el tiempo estará suspendido y por consiguiente podrán ser contemporáneos de los vivos. Por otro lado, está en preparación una nueva creación, les es dado esperar un retorno a la vida, duradero y concreto.

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Podemos comprobar la concepción del fin y del comienzo de un periodo temporal fundado en la observación de los ritmos biocósmicos y de la regeneración periódica de la vida. Es significativa para los Odinistas esa necesidad de la regeneración periódica que marca la importancia de la misma en nuestros ritos y celebraciones, como es YULE.
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Este es el sentido de esta purificación ritual: una “Combustión”, una anulación de las faltas de cada persona y de la comunidad en su conjunto y no una simple “Purificación. La regeneración es, como lo indica su nombre, un NUEVO RENACIMIENTO. Esta expulsión de faltas, enfermedades y malos espíritus en realidad es una tentativa de restauración- aunque sea momentánea- del “Tiempo Mítico” y primordial, del tiempo “Puro” el del instante mismo de la creación del mundo por seres anteriores a los propios Dioses. Todo Año Nuevo es volver a tomar el tiempo en su comienzo, es decir la repetición cíclica de la cosmogonía.

El fin de año transcurrido y el principio de un nuevo año lo interpretamos como un agotamiento de los recursos biológicos en todos los planos cósmicos, un hastío en el plano intelectual y un verdadero callejón sin salida para nuestros deseos frustrados, un verdadero “Fin del Mundo”.

Marcan estos días las características:

-Los DOCE DIAS sagrados prefiguran los DOCE MESES del próximo año.

-Durante las DOCE noches correspondientes, los muertos vienen en procesión a visitar a sus familiares (Aparición de Caballo, el animal funerario por excelencia en la última noche del año, presencia de las divinidades Etónico-funerarias: HOLDA, PERCHTA el WILDE HEER de nuestra Confesión) Durante esas doce noches a menudo es visita se produce dentro del Ceremonial de las antiguas sociedades religiosas secretas que existían en la sociedad germánica.

-Entonces es cuando los fuegos se apagan y se vuelven a encender.

-Es el momento de las iniciaciones a nivel religiosos, cuyos elementos necesarios están constituidos por la extinción y renovación del fuego.

Cada uno de estos temas míticos-rituales señala el marcado carácter excepcional de estos doce días que preceden el Año Nuevo y al día mismo de Año Nuevo, aunque la función consistente en dicha abolición de la creación no esté específicamente declarada.

¿Cómo la invasión de las almas de los muertos podría ser otra cosa que el signo de la SUSPENSIÓN DEL TIEMPO profano y la realización de un instante temporal donde coexisten el pasado y el presente? Los últimos días del año transcurrido pueden ser identificados con el CAOS anterior a la CREACION, por dicha invasión de nuestros antepasados muertos, que anulan y destruyen temporalmente la ley del tiempo.

La extinción ritual de los fuegos se inscriben en la tendencia de poner término a las formas existentes ya gastadas y agotados nuestros impulsos vitales por el paso del tiempo, para dar nacimiento a una nueva, nacida de una nueva creación. En fin, la coincidencia de las iniciaciones-en las que el hecho de encender” fuegos nuevos” desempeña un papel particularmente importante-, con las proximidades de “Año Nuevo”, se explica tanto por la presencia de los mitos (estando las sociedades secretas y de iniciación al mismo tiempo representadas por nuestros antepasados junto a nosotros, miembros actuales de las mismas)

Como por la estructura misma de todas estas ceremonias, que siempre suponen una “muerte” y una “resurrección”,” un nuevo nacimiento”; un hombre nuevo. No podríamos encontrar para nuestros ceremoniales de iniciación a nuestra Confesión un marco mas apropiado que la festividad de Yule y sus doce noches mágicas en las que el año fenecido va desapareciendo para dar lugar a otro, dirigiéndonos a otra era, es decir a la época en que, para la reactualización de laceración el mundo comienza efectivamente.
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Es el momento en que nosotros no sentimos con necesidad de renovación y cambio, sentimos necesidad de abandonar malos hábitos, cambiar a un trabajo mejor, iniciar nuevos estudios y en fin, sentir que tenemos “otra oportunidad” que nuestros Dioses nos otorgan, que nuestras malas acciones y nuestras omisiones ya no cuentan para nada ni nadie y han sido borradas del registro social y natural.El tesoro, la luz de Yule, encontrada o recuperada en el fondo del Inframundo, es como el oro de las hadas, que puede fundirse como nieve al sol al volver a la Tierra. La luz del solsticio debe agarrarse firmemente y sin vacilaciones; ella nos convierte en vigías, mientras corremos a la superficie antes de que se desvanezca la magia. Tomemos un tiempo para recuperar fuerzas, para agarrar bien fuerte, para apresar nuestro tesoro, para impregnar de él cada pedazo de nuestro ser. En el camino de vuelta pasaremos la feroz prueba de la primavera, en la que deberemos cruzar el nimbo neblinoso de los pudiera ser, para llegar a tierra firme, a los simplemente es, al mágico “Está Hecho”.

Nos sentimos vivos otra vez y otra vez enlazamos con nuestra niñez y juventud, aquella época de bonitos sueños en que todo estaba a nuestro alcance ahí afuera, al alcance de cada uno de nosotros, aquellas cosas que nunca alcanzamos porque nos perdimos en el laberinto de la vida, se vuelven a marcar como accesibles otra vez, a través de nuestra alma purificada y regresada a la niñez y a la pureza de nuevo.

El árbol es fundamental en Yule, significa el renacimiento; si uno tiene la suerte de poder replantar su árbol de Yule, descubrirá en la primavera que han surgido de sus ramas, de su tronco, tiernas yemas de un verde claro; al año siguiente éstas se habrán endurecido, sin diferenciarse de sus predecesoras, para que nuevas yemas puedan brotar con la nueva primavera.  Es el secreto del árbol, pero muchos otros se entrelazan en sus ramas como preciosas guirnaldas. Yo no sabía por entonces que me encontraba ante un descendiente del viejo Yggdrasil, el Fresno de la existencia.

Yggdrasil, el árbol sagrado de la mitología Nórdica (pero no exclusivo de la misma), es en realidad la plasmación, en una única y poética imagen, de un orden universal.

El gran fresno está habitado en su cima por una gran águila, por su tronco corre la ardilla Ratatosk, y bajo sus ramas cuatro potros mordisquean sus yemas, tres son sus raíces principales;  una se extiende hacia el reino de los dioses ases, y allí se encuentra la fuente Urder, donde nadan los padres de la raza de los cisnes, y con cuyas puras aguas riegan las Nornas el árbol. Las Nornas que deciden el destino de todas las criaturas, y que en realidad son muchas más que tres, descendiendo en algunos casos de elfos, incluso de enanos. También los Dioses son regidos por ellas, nada escapa a su esencia, de la es su ser: El tiempo.

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Otra raíz se extiende hacia el reino de los Gigantes, y allí se encuentra la fuente de Mimmer, en la que se halla la sabiduría, y en la que el mismo Odín dejó en prenda su ojo para tomar de ella. La tercera se extiende hacia el reino del frío y las tinieblas, roída por incontables serpientes (según versiones dragones) entre las que se encuentra Nidhurg.

Heinrich Niedner,  en su libro, Mitos Nórdicos (1915), anota acerca de Yggdrasil una reflexión muy cercana a la meditación;

“Sus raíces son roídas por las serpientes y unos potros muerden sus ramas, pero sin embargo el árbol inmortal se mantiene en pie y florece de año en año (…) hunde profundamente sus raíces en el reino de Hela o de la Muerte; su tronco alcanza las alturas del cielo, y extiende sus ramas sobre todo el universo.(…) Sus ramas, con sus florecimientos, y sus caídas de hojas – acontecimientos, sufrimientos, acciones, catástrofes-, se extienden a través de todos los países y de todos los tiempos. ¿Acaso cada una de sus hojas no es una biografía, cada una de sus fibras un acto o palabra? (…)Pero el árbol no es todo el símbolo; está ligado con las grandes aguas, con la transparente fuente (…) y a los ríos turbulentos que circulan en las entrañas de la tierra. Mientras que la calma firmeza del árbol y el ruido monótono del viento a través de sus hojas invitan al espíritu a reposar, la incesante actividad de las diferentes especies de animales que se alimentan de sus ramas nos recuerda la Naturaleza, que jamás reposa y jamás se fatiga. El árbol suspira y muge bajo su peso; los animales se mueven en él y a su alrededor (…) cada especie tiene su sitio y su destino (…) y mientras todas están activamente ocupadas, las gotas de rocío caen para refrescar la tierra y el corazón del hombre. (…) Hay varios que lo vigilan y lo cuidan; unos seres más elevados lo protegen (…) todo lo que posee vida (…) tiene su morada en este árbol y su trabajo para realizar.”


La imagen de Yggdrasil articula una cosmovisión en la que nada queda excluido, un orden perfecto en el que cada elemento tiene una función propia, coordinada con el resto, en el que los aspectos positivos y negativos se equilibran. Enlaza el cielo desde sus alturas insondables, con la profundidad más oscura; lo que está por venir con lo que fue primero, y enlaza las diferentes especies de la naturaleza; animales, espíritus y dioses. Enlaza también este macrocosmos con el microcosmos de un solo humano, representando el mundo interno del humano, los arquetipos que pueblan su psique.

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Este recorrido que realizamos al contemplar el gran árbol, cuyo espíritu encarna también el árbol de Yule; esta toma de conciencia de que hay un lugar adecuado para cada elemento, en el que cumple una función necesaria; este viaje o flujo de comunicación, de lo elevado a lo profundo, de lo interior a lo exterior, de lo común a lo propio, de lo viejo a lo nuevo, y a la inversa, es un ejercicio que, de uno u otro modo se ha practicado comúnmente entre los ocultistas. Lo vemos de un modo más cercano en la práctica del enraízamiento (grownding); pero también podríamos observar su esencia, bajo unos signos muy diferentes, en la llamada Cruz Cabalística de la práctica ceremonial. Yggdrasil es un símbolo del orden que se mantiene por el equilibrio, una poderosa imagen para aprender a centrarnos, a profundizar y a crecer, para interactuar de un modo sano, útil, y sabio, con nuestro entorno. Es un lugar sagrado en nuestras almas al que nos podemos acoger, y encontrar todo cuanto nos es necesario para seguir adelante.

Prestar atención a este antiguo símbolo puede ser un buen momento para empezar a ver los árboles de otro modo, en especial para todos aquellos paganos/as que no han encontrado aún la manera de “conectar” con ellos.

Bajo las ramas del Gran Árbol, viejo como el Mundo, en las noches cercanas a Yule se llevan a cabo batallas rituales,  en las que los hombres adoptan el rol de fuerzas naturales, para estimular y asegurar el cambio estacional. De estas batallas nocturnas, derivan a buen seguro las escenificaciones rituales en las que el Dios del Año Claro asesina a su hermano, Dios del Año Oscuro; pero aún anterior a éstas,  encontramos la costumbre de los Benandanti (s.XVI-XVII), de los que habla Carlo Ginzburg, según la cual, estos benandanti se desdoblaban para llevar a cabo una lucha con las malvadas stregoni (brujas), para asegurar las cosechas, en fechas señaladas (y coincidentes con los grandes momentos del ciclo anual celebrados en el paganismo actual). Del mismo modo, del año 1961, en Livonia, datan las actas de un juicio a un hombre lobo, Thies. Describiendo un proceso similar, el viejo Thies aseguraba que tres veces por año, en las fechas de Santa Lucia (cercana al solsticio de Invierno), San Juan (cercano al solsticio de Verano) y Pentecostés (Primavera), los hombres-lobo descendían a los infiernos para recuperar el grano robado por los brujos y llevado por éstos al Diablo, para impedir que se perdieran las cosechas. Si bien puede sorprendernos que en ambos casos brujas y brujos sean calificados de maléficos; podemos deducir que el éste nombre asignaba simplemente un rol, mientras que los benandanti y los hombres lobo (seres con las mismas o muy similares características desdoblamiento, metamorfosi, capacidad de desplazarse en el astral) encarnarían el rol opuesto. Tras cincuenta años de presión Inquisitorial los benandanti, que en principio se describían como cristianos, acabaron definiéndose a sí mismos como brujos. Mircea Elíade vio en ellos la continuación de las posibles batallas rituales que describíamos al principio. En mi opinión, el hecho de que tanto el hombre lobo Thies, como los benandanti se definieran como cristianos y aliados de Dios en contra de las brujas y el Diablo, responde a la voluntad de identificar sus acciones como benéficas para la comunidad, según el canon ético de la época que vivieron, aun cuando las raíces de sus poderes y roles se remontaran a una época tan ajena y lejana a los mismos que creaba confusión incluso entre sus contemporáneos. Una época lejana, en la que los de un lado y los de otro hubieran sido dos equipos enzarzados en un mismo juego, en lugar de dos tradiciones opuestas.

Más adelante volveremos a hablar de movimientos nocturnos, pero prestemos ahora atención al centro del huracán, a la “noche de paz”…  Modranicht, La noche de las madres, “Es la noche dedicada al misterio de la maternidad, dejando presentir esta gran experiencia del renacimiento del Sol saliendo del abismo del mundo, del seno maternal de todo ser”. Por este renacer se apagan viejas luces y se encienden otras nuevas, a partir del tronco de Yule que arde desde el atardecer hasta el alba, a partir de la llama del hogar, rodeada por el clan, festejada por los más cercanos de los nuestros, y se encienden también velas por aquellos que están lejos, sabiendo que dondequiera que estén una llama hermana nos responderá bajo el frío cielo.

Este cuidado de la aún pequeña y débil luz queda perfectamente representado en la construcción de farolillos y lámparas, así como en el uso de éstos, y de antorchas, para la tradición de la “llamada a los reyes” que trataremos más adelante. Hoy en día, con la electricidad y la ostentosidad de los adornos se ha perdido, tal vez, el valor de esa primera llama surgida en la noche más larga del año, en el momento de mayor oscuridad.  Son fechas de festejos, pero hay un momento en el centro en el que todo se debe detener, como muestra de respeto, y dar paso a la silenciosa contemplación del Misterio.
 La llama del nacimiento debe estar envuelta de oscuridad, pues es en la vasta oscuridad del útero, en la profundidad de la Tierra, en el negro del infinito Universal, dónde surge la Luz Primera; tal es el misterio al que debemos nuestra propia vida, y la de todo cuanto amamos y nos rodea. Tomar minutos sin contarlos, para desplazarnos fuera del tiempo y volver nuestros sentidos hacia lo Grande. Aquello que en realidad merece ser reverenciado.

Pero el nombre de Modranicht, “La noche de las Madres”, no deriva necesariamente del concepto de una Gran Madre, como podríamos pensar, sino tal vez de las Tres Madres. Estas imágenes se han conservado en costumbres populares y leyendas. Estas Tres Madres son las ancianas Visitadoras de niños, a quienes nuestros pequeños ancestros esperaban con la misma expectación con la que los niños de nuestra generación esperaron a su correspondiente Padre Noel o Reyes Magos. A estas Tres Madres, cuyas reminiscencias podemos encontrar en las tres hadas del cuento de la Bella Durmiente, les era consagrado cada nacimiento, y en especial la noche del solsticio de Invierno; ellas aportaban sabiduría a hombres y mujeres y bendecían con sus dones a los recién nacidos y a los niños del hogar. Las amas de casa, en las noches sagradas, tenían como deber disponer la mesa para ellas, con viandas y cubertería, bebida y vasos, para que las Tres Hermanas, como también se las llamaba, pudieran saciarse. Se las llamaba también las “Perchten” (luminosas), y las “Grandes Consejeras”. Es posible que sus características de sabiduría, poder de concesión de dones y trinidad, a las que se añade la fecha de su festividad principal, hayan sido desplazadas hacia los “Magos de Oriente”, de quienes en principio se desconocía el número, para pasar a ser los “Tres Reyes”.

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A su vez, el origen de estas Tres Madres, se remonta al culto a las Matronae, divinidades femeninas, germánicas y celtas. Se conservan numerosos altares votivos y piedras gravadas, en toda la región del bajo Rin, pero también en Inglaterra, Francia, Italia e incluso España. Presentan rasgos comunes y pertenecen todas a época pagana ( desde mediados del s.I d.n.e hasta el V), bastantes se agrupan en lugares de culto, sin tener un paralelo en la religión romana.

Las matronas suelen tener nombres que hablan de sus poderes; unas atorgaban bienes materiales, otras sabiduría (y magia), otras sanación, otras protección, otras tenían a su cargo una región, o unos individuos concretos (con el devenir del tiempo algunas se convirtieron en espíritus tutelares, de una familia o clan). El culto a estas diosas tiene un amplio sustrato germánico, pero articulado sólo localmente; este sustrato incluye la imaginería de la “Diosa Triple”, el grupo formado por la anciana, la mujer casada en edad fértil, y la joven soltera. El culto a las Matres es en multitud de ocasiones, un culto plural a unas deidades femeninas, en un grado de mayor o menor especialización, o definición; se trata de Diosas que tal vez no destacan en los relatos de la mitología oficial, pero que resultan mucho más cercanas y presentes entre las personas.

Yule es por lejos la más importante, más santa, y el más cargado de poderío de todas las fiestas de altura de nuestros antepasados. Durante las trece noches de Yule, todos los mundos se encontraban en el Midgard: Los Dioses, Diosas y los muertos caminan libremente, Los trolls y alfs entran en las casas de los humanos, y aquellas personas que estaban cercanas al Otro Mundo puede dejar sus egos humanos totalmente para hacerse los jinetes de la Caza Salvaje o oskorei (Ásgarð-paseo), hombres lobo, o encarnaciones de varios fantasmas que vagan por la tierra en la corriente de Yule. Pero Yule también es el tiempo del más grande festejo y alegría, porque es en Yule que el clan entero, vivos y muertos, se reúnen como uno, seguros en el conocimiento de que así como el Sol sube todos los años de su más grande oscuridad, habrá alguna vez así también renacimiento para nosotros. No es por casualidad que Yule ha conservado la mayoría de las costumbres Paganas que cualquier otra fiesta: La promesa del leño de Yule y el árbol siempre verde también estaba de pie como la promesa que nuestras costumbres deben vivir a través del oscuro y largo invierno y y la luz alzarse otra vez.
La tradicional estación de Yule es de trece noches de largo – llamada Weihnachten, o noches consagradas, en Alemania. Estas trece noches son el camino espacio entre un año y otro, la frontera donde los mundos se solapan. Todo lo que sucede entre el primer ocaso y el último amanecer de Yule es más poderoso que en cualquier otro momento del año: éstas son las noches cuando el Wyrd puede cumplirse, cuando el destino es fijado.

Por lo menos según los anglosajones, en tiempos tempranos, Yule empezaba en la noche antes del solsticio (es decir, entre el 19 y 20 de diciembre – variando de año a año; revisa tu almanaque) que Bede llama la “Noche Madre “. El nombre sugiere que esta noche se diera particularmente a las idises y quizás a Frija; hoy nosotros pensamos en esa como una noche para estar juntos íntimamente con la familia en la casa y sus fantasmas. Esta noche se rige por la casa madre que simboliza todos los espíritus femeninos que velan por sus parientes.

La noche más poderosa de Yule es el propio solsticio, la noche más larga del año cuando todos los fantasmas que vagan en la oscuridad son más libres y el poder humano en esta tierra es más débil. La propia palabra “Yule” es antigua, su significado es nublado; podría saltar de raíces que significan “rueda”; “tiempo de alegría”; “cambio de año”, “tiempo de sacrificio”, o quizás “tiempo ciego (oscuro)” (de Vries, Wörterbuch, pág. 292; Ásgeirr Blondal Magnússon, Órðsifjabók, pág. 433). Ésta es la noche en la que el leño de Yule debe quemarse y la vigilancia mantenerse; ésta es la noche en la que los juramentos más sagrados son pronunciados. ¡No es bueno estar solo en esta noche, porque entonces la única gente cerca de uno serían trolls y muertos – compañeros arriesgados por lo mejor!

La corriente de Yule acaba en la “Duodécima Noche” (realmente Þrettándi, “decimotercia noche” en Noruego antiguo) que era el 6 de enero en la cuenta cristiana (contando del 25 de diciembre), pero para nosotros, normalmente se sostiene para ser la víspera del 1 de enero (contando del 19 de diciembre). Como el primer día del nuevo año, éste se es un día de ørlög, y lo que se hace y se dice este día fijará el año por venir. Ningún symbel es más poderoso que el llevado a cabo en medianoche en la “Duodécima Noche”; No hay ninguna contradicción de palabras que se hablen entonces, para bien o mal.

También debe mencionarse que hay algunas sugerencias de que los noruegos realmente puedan haber llevado a cabo su Yule después que los cristianos (cf Cleasby-Vigfusson, Un Diccionario islandés-inglés, pág. 309), aunque realmente qué tanto después es una cuestión de alguna conjetura. En Noruega, el “vigésimo día” de Yule o “el Día del Nudo” (13 de enero) se vio como el extremo del periodo festivo (Fejlberg, Jul, II, pág. 303), y de Vries es de la opinión que “en Pleno invierno de tiempos paganos caía sobre el 14 de enero” ( Religionsgeschichte, II, pág. 305). Los Ásatrúar modernos, sin embargo, tienden a preferir el solsticio – el lapso de Nuevo Año.

De las fuentes Nórdicas antiguas nosotros sabemos que Yule se pensó particularmente como el tiempo de recitar juramentos en la copa sagrada ( bragarfull) y el jabalí sagrado (sonargöltr), como hablado de en la cita al principio y descrita en más detalle en Hervarar saga ok Heiðreks, donde el jabalí de Yule se menciona sobre todo como una bestia de Freyr (o, en otro manuscrito, Freyja). Mientras todos los juramentos son sagrados – se guarda la medida del portavoz entre loss humanos y Dioses y Diosas, su ruptura una llamada a la peor suerte y una causa para el peor desprecio de la gente – ésos de la noche de Yule son los más sagrados de todos.

Los brindis mencionados en el capítulo en “Symbel” también eran parte de la celebración Noruega tradicional; la saga de Orkneyinga describe la bebida del minni (brindis de memoria) – siguiendo una masa cristiana incluso. Como discutido anteriormente, Yule era un tiempo cuando las cosas extrañas pasaban a menudo, y la fiesta más grande del año. Era un tiempo en que la paz tenía que ser defendida: ambas frases jólafriðr (Yule-Frith) y jólagrið (Yule-Griths) eran conocidas.

El poderío del tiempo de Yule se muestra en el hecho que los Dioses se denominan jóln (seres de Yule) en el “Háleygjatál” de skáldaspillr de Eyvindr. Vale la pena mencionar a Christopher Arnold, escrito en 1674, que menciona “ni espíritus buenos ni malos, que están particularmente en el aire alrededor del tiempo del nacimiento de Cristo, y se llaman “Juhlafolker”, es decir, gente de Yule, por el Lapplanders” – un nombre que lleva un parecido sospechoso al jóln del Noruego antiguo. Él describe entonces cómo los Lapps hacen sacrificio tomando pedazos de sus comidas en los días sagrados y alzandolos en lo alto, los ponen entonces en un pedazo de corteza de abedul y hacen una pequeña nave con vela y timón en los que ellos también vierten salsa y un poco de grasa. Ellos cuelgan navíos semejantes en un árbol detrás de la casa, para que el las hordas de Yule pululando por ahí tengan algo que comer (Meisen, Sagen der wütenden Heer und wilden Jäger, pág. 134). Éste puede haber sido bien un préstamo de las costumbre Nórdicas en la que la nave tocó gran parte como la señal del viaje de un mundo al próximo; aunque las fuentes antiguas no mencionan navíos como vasijas sacrificatorias (excepto en el contexto del entierro), esto parece totalmente siguiendo las creencias generales de nuestros antepasados.

De todos los Dioses y Diosas, Wodan tiene más que ver con el tiempo de Yule; de hecho, uno de sus nombres es Jólnir. En Halfdanar þáttr svarta (Flateyjarbók, saga de Óláfs Tryggvasonar), Óðinn aparece en la forma de un finlandés viejo al Rey Hálfdan a una fiesta de Yule y causa que toda la comida desaparezca. Halfdan lo tortura hasta que el hijo del rey Haraldr (Haraldr inn hárfagri más tarde) primero le pide a su padre que permita al hombre viejo ir, entonces lo libra él. Haraldr se marcha con él hasta que ellos lleguen al lugar donde un banquete se está llevando a cabo, y resulta que es donde la comida desaparecida ha ido; se profetiza entonces para Haraldr que él se hará el solo gobernante de Noruega, lo que hace a su tiempo. Se menciona entonces que Óðinn fue venerado sobre todo por gente Pagana en tiempo de Yule.

A lo largo del invierno, pero principalmente durante las doce noches de Yule, Wodan aparece como el líder de la Caza Salvaje. El cobertor de varias formas de “las hordas de Woden” baja a Suiza y a a través de Suecia; aunque varias figuras históricas o gente de leyendas locales (por ejemplo, el alemán Dietrich af Bern, el Rey danés Valdemar y Christian II; y el Francis Drake inglés, entre otros) también se nombran en estas leyendas, las derivaciones de la raíz woð son las más comunes; parece probable que éste sea uno de los aspectos más antiguos del dios, si no el muy más antiguo. “Oden” aparece en Suecia y Dinamarca, pero no en Noruega, donde las hordas son lideradas por Guro Rysserova (Guðrún de la saga de los Völsungos) y su marido Sigurðr – quién, a pesar del hecho que él se llama “Sigurd Svein” (Joven Sigurðr) y todas las variantes de la historia describen su muerte temprana, se describe espantosamente en leyendas de la Caza Salvajes noruegas como viejo, y decrépito al punto de ceguedad, para que cuando él pueda ver, sus ojos necesitan ser abiertos con un gancho. Este hombre viejo con dificultades para ver no tiene nada en común con Sigurðr Sigmundsson, pero tiene un parecido temeroso al piadoso patrocinador de Sigurðr, el viejo Óðinn que también pasa por los nombres Bileygr (Débil mirada), Herblindi (Anfitrión ciego), Tvíblindi (Doble ciego), y Helblindi (Muerte ciego), llevando a una sospecha muy fuerte que la tradición de la gente noruega podría haber reemplazado el nombre del dios con el nombre del héroe.

El lado humano de la Caza se habló bajo “Chico hecho Hombre”; también está claro de las leyendas, sin embargo, que la compañía incluía los actuales muertos. En la Crónica de Strassburger de 1516, se describe cómo una mujer vio a su marido cuya cabeza había sido partida en dos en la guerra, entre las hordas; El poema de Hans Sachs “Das wutend heer der kleinen dieb” (1539) describe a la horda odínica en repugnante detalle, incluyendo los cuervos que baten para picar los ojos de los muertos, hasta al final “allí vino detrás todavía uno que había sido colgado el mismo día aún teniendo sus ojos y me vio “. La cantidad de gente que no está en un estado lleno de wod con la horda puede ser peligrosa: el Zimmerische Chronik dice cómo un hombre atrapó un fantasma y se puso enfermo, mientras otro contestó la caza con el mismo resultado. En Pomerania y Westfalia, la Caza persigue a los viajeros a la muerte. M. Landstad cita una historia de Telemark del Aasgardsreid que dejan a un hombre colgando muerto donde estaba borracho de cerveza de Yule. “Él se vistió como un Nummedaler y de tenía botones colores plateados en su chaleco. El Aasgardsreid lo había tomado en Nummedal y lo había llevado a lo largo, y habían cabalgado tan duro que probablemente él habría estallado” ( folkeminnelags de Norsk skrifter13, pág. 20). El motivo de la persona viviente que es recogida por la horda y es llevada a otra parte es particularmente común en Alemania y Noruega. Una forma curiosa de este tema que es único de Noruega tenía personas que sufren una clase de separación involuntaria de sus cuerpos como los que quedan como muertos mientras sus almas viajan con el oskorei, cuando Landstad describe: “Ella se cayó de espaldas y yació la noche entera como si ella estuviera muerta. Era de ningún provecho agitarla, porque el Asgardsreid había huido con ella”. La mujer despierta para decir entonces cómo ella había montado con la horda “hasta que el fuego brotara bajo los cascos de los caballo” (pág. 15). En Pomerania, las puertas estaban cerradas contra el Cazador para mantener alejado a los niños de ser llevados; en Bohuslän (Suecia), fue dicho que “Oden vuela alto en el aire y toma a las criaturas y niños con él”. En Dinamarca, nosotros vemos dos creencias contrarias: casas a lo largo de las que se construyeron “el camino del Rey de Valdemar” tenían que dejar sus puertas abiertas para que la Caza tuviera pasaje libre, pero también se creía que deben cerrarse las puertas, porque la visita de “Oden” traería mala suerte. De Vries es de la opinión que la creencia original era que se pensaba que el paso de las hordas Odínicas traían bendición, y que sólo después de la cristianización se vio como una horda de demonios (“Wodan und die wilde Jagd”, pág. 50).

Como hablado de en “Chico hecho Hombre”, regalos de comida y bebida se dejaban a menudo para la Caza. Así como siendo una cosa de terror, las hordas Odínicas también trajo abundancia a los campos: se decía del jolasveinar noruego que tan alto como ellos podían saltar sobre la tierra, el grano crecería a esa altura. El hechizo del Último haz de alemania del norte también confirma eso: “Wode, da forraje ahora a tu caballo. Ahora cardo y espina – el próximo año mejor grano”.. De Vries comenta que “su (Wodan) relación al tiempo de Yule en el que él venía a la Tierra con sus hordas de einherjar, llevaba los pensamientos al retorno de los muertos a sus antiguos hogares… Ellos repartían suerte y bendición, pero sobre todo una cosecha bendita… Las hordas de los muertos, que rugía sobre los campos y prados en este momento particular, debe pisar adelante en semejante conexión mística: su líder Wodan también tenía un cierto poderío sobre el éxito de la cosecha” (“Wodan und die Wilde Jagd”, pág. 51). Esto era verdad de las hordas fantasmales y los hombres wod tomados que cabalgaban en sus máscaras.

Estrechamente relacionado a estas creencias es la costumbre de disfrazar escandinava del ciervo de Yule – la cabeza de una cabra en un palo, transportada de casa en casa por un hombre joven bajo una capa peluda que entra de todas maneras de cosas salvajes. Sus visitas podrían significar suerte buena o mala; pero en muchas comunidades, se le da la bienvenida con cantos y bailes. Sin embargo, el ciervo de Yule era más una figura aterradora que una divertida; un cuento danés cuenta sobre una muchacha que se atrevió a bailar con él solo en el granero a medianoche, después de lo cual vino a la vida y la batió contra las vigas hasta que ella estuviera completamente muerta (Simpson, Scandinavian Folktales, pp. 80-81). En Noruega y Suecia, así como siendo un guiser, el ciervo de Yule también se ve como un fantasma sobrenatural, sin huesos ni sangre, con pelo lo suficientemente largo para esconder sus piernas; en días más tempranos, se escondía bajo la cocina y tenía que ser dado cerveza de Yule, chasquidos, y gachas para impedir que destruya todo dentro. En Søndmøre, se llama “ciervo Howe” y se piensa que mora en el túmulo del entierro; en Suecia, súbitas enfermedades en tiempo de Yule se culpan a este ciervo (Fejlberg, Jul). También se dice a veces que que el “ciervo del nuevo año” tomará a quienquiera que no tenga ropa nueva en este momento. El ciervo de Yule posiblemente pueda relacionarse a las cabras de Thonar (y nosotros recordaremos eso en Alemania, a veces se dice que “Santa Claus” maneja un carro arrastrado por dos cabras), o puede incluir ese mismo poder salvaje de muerte y buena cosecha que nosotros vemos en la Caza Salvaje. Un Yule-playlet de Øland tiene dos personas, “padre” e “hijo” junto con un “ciervo” y canta líneas alternas en las que ellos negocian por la vida del ciervo y sus cuernos. El “ciervo” es “matado” al final del tercer verso, cayéndose y quedando como muerto. Ellos extendían una capa roja y una capa blanca entonces encima del ciervo; el último verso dice cómo se levanta, agita su barba y salta alrededor, y el guiser que actúa de ciervo hace como se describe. Otra versión tiene una capa roja puesta en la cabra antes de la matanza; luego una capa azul (porque él era gris), luego una capa blanca (porque él era un cadáver), luego la capa de oro, porque Yule estaba cercano; y antes de que él pudiera saltar lejos, él se levantaba y agitaba su barba Fejlberg, Jul, II, pp. 231-32). Esto está sospechosamente cerca de la mítica descripción de las cabras de Þórr que pueden matarse y comerse, y después revividas por el balanceo del Martillo del dios.
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Se ven cabras hechas de paja, pequeñas y grandes, por el lugar en Dinamarca y Suecia en tiempo de Yule. Una decoración de Yule común en esos países es una pequeña corona de paja con cabras de paja pequeñas que cuelgan de él. Estas criaturas – sobre todo las más grandes cuyas barbas se hacen de cabezas de cebada o trigo – sugiere el mismo lazo con la muerte y buena cosecha. La propia cabra es una bestia bastante misteriosa, y, como las cabras de Thonar nos muestran, es tan capaz como un caballo o un jabalí de viajar entre los mundos.

Aunque el Último Haz era un hábito de cosecha, los haces especiales también se ponían en tiempo de Yule “para los pájaros” – a veces en las cimas de árboles frutales. Ésta era la costumbre en Noruega, Swabia, y las partes más al sur de Alemania (Fejlberg, Jul, I, 143). Desde que el Último Haz tiene una conexión especial con las hordas de los muertos, como hace la práctica de regalos colgantes en árboles, puede ser bien que éstos significaron “manojos de Yule” primero como regalos a los Dioses, Diosas y fantasmas que podrían venir a tomarlos en la forma de pájaros (¿sobre todo cornejas o cuervos?).

Así como Wodan, la Caza también tenía un líder femenino – Perchte/Berchte o Holda que, como hablado bajo “Frija”, puede ser bien una supervivencia alemana de aspectos de Frija del que se olvidó en los cuentos noruegos. En procesiones de la Alta (Del sur) Alemania, los enmascarados se llamaban “Perchten”, y había “Perchten” feos y bonitos – en el pasado enmascarados como animales y monstruos, los últimos decorados con trajes fantásticos. Los bonitos dieron a menudo regalos, mientras los feos corrían y saltaban furiosamente. Como con el jolsveinar noruego, mientras más alto el Perchten podría brincar y más ferozmente gritaran y corrieran, más bendición traerían a los lugares donde ellos fueran (de Vries, Religionsgeschichte, I, pág. 451).

En una veta más ligera, podrían permitirse los muchachos jóvenes de una parentela enmascarar como pretendientes de Yule e ir a la gente adulta con alguna señal de bendición – quizás tallos secos de grano – qué ellos darían a cambio por dinero y caramelos, como las chicas brujas de la Pascua hacen en la fiesta de Ostara.

Las hordas Odínicas no son la única banda de fantasmas que vagan en tiempo de Yule. Todo tipo de muertos y no-muertos están fuera de casa. En la saga de Grettir, Glámr se encuentra con el fantasma que lo mata y le provoca, a su vez, volverse un espantoso draugr; las apariciones fantasmales en la saga de Eyrbyggja también tienen lugar durante el tiempo de Yule. Trolls son bastante comunes en este momento, sobre todo en Islandia, pero generalmente a lo largo de Escandinavia; hay, de hecho, varias historias sobre bandas de trolls que irrumpen en las casas de personas para sostener sus propias fiestas y conducir a los propietarios de la casa humanos fuera. En Hrólfs saga kraka, una mujer elfo viene al Rey Helgi en Yule, y él se queda con su hija quién, al tiempo, provoca la muerte de Hrólfr. Los elfos de los túmulos son especialmente activos en este momento, y se ven viajando a menudo en bandas de casa en casa; aquéllos que miran bien las colinas y piedras donde ellos viven pueden verles festejando y bailar en Yule.

Los cristianos estaban mucho tiempo guardándose de las hordas Odínicas y otros espíritus que paseaban en tiempo de Yule; Fejlberg describe cómo los noruegos ponían cruces sobre todas las puertas de sus casas y graneros, y lanzaban acero en todas las fuentes y pozos ( Jul, I, pp. 141-42); cómo las cruces de paja, rowan, y otros materiales eran comunes, y los cuchillos se ponían con el filo hacia arriba en los alféizares y marcos de las puertas (II, pp. 64, 69). Los islandeses, sin embargo, mantuvieron una costumbre que era probablemente más cercana a la original: el “convidar a los alfs a casa” ( bjóða álfum heima). La ama de casa barrería por todas partes, en cada esquina, entonces encendía todas las luces de la casa, dónde alguna vez habia sombra. Ella salía entonces y se paseaba alrededor de la morada, algunos dicen tres veces, y decía “Vengan, aquéllos que desean venir; quédense, aquéllos que desean quedarse; y vayanse, aquéllos que desean irse, inofensivos para mí y los míos ( Komi þeir sem koma vilja, veri þeir sem vera vilja, og fari þeir, sem fara vilja, mér og mínum að meinalausu)” (Árni Björnsson, Jól á Íslandi, pp. 138-39). 38-39). Esta es la forma de costumbre recomendada para los ásatru. Para aquéllos que están con problemas por trolls o fantasmas provocadores de enfermedades, rowan y la señal del Martillo de Thonar son las protecciones más buenas contra el tales fantasmas.

Muchos de los muertos eran, de hecho, muy bienvenidos a la fiesta de Yule: es particularmente importante dar a los fantasmas del hogar (tomtes, nisses, kobolds, o cualquier cosa como quieras llamarlos) su comida, cerveza, y quizás el tabaco en este momento. Pero sobre todo, se creía que los muertos regresaban a visitar a su familia y sus viejas casas, y para ver que todos se esté haciendo debidamente; y el gran problema era que se viera que todo era de su satisfacción. En muchas casas en Noruega, las camas quedaban para los fantasmas, mientras la familia viviente dormía en la paja de Yule en el suelo; en Bornholm, era importante dejar la comida toda la noche en la mesa de Yule (Fejlberg, Jul, II, pág. 9). No sólo era los muertos convidados la casa, sino la gente salió para pagar su culto a los muertos; la práctica de hacer ofrendas a o en altares continúa en Suecia en este siglo.

Los árboles frutales son especialmente importantes en tiempo de Yule. En el Libro de Vida Rural de antiguas costumbres inglesas, Roy Christian dice cómo, en Carhampton y otros pueblos Rurales del oeste en la antigua Duodécima Noche (Ene. 17), “los lugareños formaban una círculo rodeando el manzano más grande en un huerto seleccionado. Se cuelgan pedazos de tostada empapados en sidra en las ramas para los petirrojos que representan los “buenos espíritus” del árbol. El consagrador principal profiere un conjuro y se disparan descargas de tiros a través de las ramas para asustar a los malos espíritus. Entonces el árbol se brinda en sidra y se insta en canciones a traer mucha fruta adelante” (pág. 133). En Dinamarca, la gente salía y sacudían todos los árboles frutales, entonces ataban bandas de paja o coronas alrededor de sus troncos: así ellos aseguraban una buena cosecha frutal en el próximo verano (Nordisk Bondereligion, pág. 39). Los suecos esparcían las migas y sobrantes de las comidas de Yule alrededor de sus árboles frutales (Fejlberg, Jul, yo, pág. 201). Cuando pensamos en el significado de la manzana y en general, de fruta ésta es pequeña maravilla: porque el árbol frutal era especialmente el signo de la vida a través de la muerte, la manzana la encarnación de la esperanza de renacimiento y la semilla que lleva el alma del clan. El árbol frutal se trató así como un miembro de honor de la familia – como el mismo linaje de Bairn – a este el más sagrado de todos los momentos. Aquéllos que no tienen fruta real – o árboles de nueces para ofrendar deben colgar manzanas en su árbol de Yule y ofrendarle de la misma manera.

Una cerveza especial, muy fuerte, se preparaba durante el tiempo de Yule – algunas cervecerías europeas pequeñas todavía la hacen; la cerveza más fuerte en el mundo es “Sanniklaus”, de 13.5% que sólo se prepara en Yule. La preparación de la cerveza que se bebe en Yule debe hacerse lo más tarde posible – ciertamente después de Winternights – aunque las cervezas fuertes tienden a necesitar más tiempo en la botella que las más ligeras. La cerveza que realmente se prepara en tiempo de Yule está llena de fuerza mágica, y puede usarse a lo largo del año siempre que el poderío especial de la estación de Yule de formar el Wyrd se necesite.

El decorar la casa con verdor – ése es decir, ramas de hoja perenne – es muy tradicional. La superstición de que es de mala suerte traer verdor en la casa antes del 21 de diciembre probablemente proviene del hecho que este día era uno para la celebración de los Paganos, y por consiguiente sólo Paganos decoraban sus casas en preparación para ésta (como opuesto a los cristianos cuya fiesta era cuidadosamente fijada cuatro días después). Las perennes, por supuesto, muestran vida que sigue incluso en la parte más oscura del año cuando todos los otros árboles están desnudos. Puede pensarse que también trayendo sus ramas en la casa actúan como una invitación a los elfos, idises, y otras fantasmas amables; el acebo se ha pensado en tiempos modernos para ser sobre todo cercano a los elfos de los túmulos. Junto con la manzana, el tejo es el más grande de los árboles de Yule, pero sus ramas no deben traerse dentro si tienes niños o animales domésticos, porque su corteza, bayas, y agujas son todas muy venenosas. También se supone que las toxinas del tejo pueden ser soltadas al aire por el calor que hace pensar que tener muchas ramas de tejo en un cuarto cerrado y acalorado no puede ser una buena idea. Sin embargo, en Las Fiestas inglesas, Whistler cita la descripción de 1798 de Coleridge de una familia alemana que trajo una gran rama de tejo en la casa en la que ellos pusieron velas ardientes y regalos bajo (pág. 29). El muérdago se ajusta a la estación entera, como el paso de la gente tan fácilmente entre los mundos; pero recuerda, igualmente, que sus bayas son muy venenosas.

El árbol de Yule es una costumbre de alemania del sur (proviniendo de casi ciertamente de raíces Paganas), qué sólo alcanzó Escandinavia en el último siglo; Edred Thorsson sugiere que este árbol estuviera originalmente igual que el linaje vivo de Bairn que era cortado y traído dentro cuando fue inseguro colgar regalos para los elfos e idises en un árbol en público. La descripción antigua de los regalos de Lappish a la “gente de Yule” presta fuerza a esta teoría: el árbol era el centro de la fiesta sagrada, el significado de hacer ofrendas a los Dioses, Diosas y fantasmas así como él siendo un fantasma poderoso a quien se daban ofrendas. En Ásatrú moderno, así como el ver al árbol de Yule como el árbol familiar, mucha gente también lo ve como la encarnación del árbol del Mundo, por lo que a veces se corona con una águila y tiene un wyrm o dragón cubriendo la base.

Sobre todo cosas dignas para esperar en el árbol de Yule son manzanas, nueces, y cintas de arándanos agrios; las imágenes pequeñas de cisnes, caballos, cerdos, y otras bestias sagradas; y, como hablado anteriormente, pequeños navíos. Galletas o panes pequeños en las formas de animales también son muy adecuados para colgar como regalos a los seres sagrados. No era hace tiempo que era de costumbre sujetar velas a las ramas de abetos. Esto todavía se hace a veces en Alemania, pero es tan peligroso, sobre todo al tratar con un árbol cortado dentro de la casa que la práctica no se recomienda: la cables de luces eléctricas sirven bastante bien al propósito. La práctica de poner los regalos familiares bajo un árbol de Yule dentro de casa también se remonta a las menciones más antiguas de la costumbre del árbol.

En Escandinavia, el centro de las festividades de Yule (sobre todo antes que el árbol alemán se adoptara) era la corona de Yule; muchas familias tienen coronas de candelabros de hierro forjado como herencias familiares, y éstos también se tejen con ramas de hoja perenne. El anillo de la corona se puede haber pensado de como mostrar el anillo del año, y quizás, con las velas que arden sobre su círculo, la rueda del Sol. Así como la corona de hierro, también se hicieron coronas de ramas del pino y/o paja tejida. Ésta es una costumbre que los ásatru han tomado: al principio de la estación de Yule, nosotros hacemos a menudo coronas con ramas de hoja perenne, manzanas, nueces, y otros signos de abundancia y buena suerte en los que los deseos y bendiciones escritas en runas en tiras delgadas de papel puede entrelazarse. Estas coronas se queman entonces a Duodécima Noche. Whistler menciona que mientras el árbol de Yule era alemán, la “rama de Yule”, una gran esfera colgante o media esfera de perenne con un anillo de manzanas balancendose en el aire en él, era característicamente inglés (pp. 44-47).

Se supone que el trabajo se detiene en Yule; bajo “Frija”, nosotros hablamos de la prohibición de tejer durante las Noches Sagradas. Especialmente, se suponía que ninguna rueda debía rodar – ningún molino, piedra de moler, o cualquier otra clase. Esto lleva alguna relación probablemente a la importancia del Sol y la rueda solar en la fiesta de Yule. De estos doce días, también, nosotros estamos fuera del tiempo normal y libres de la usual necesidad de palabras continuas: las noches de Yule son un tiempo para el descanso de la mente y el cuerpo mientras el alma extiende la mano a los Dioses y Diosas.

Se hornean tortas especiales para Yule: las figuras tradicionales incluyen jabalíes, ruedas solares, y serpientes entretejidas – todas las cuales se usaban en el siglo 17,, y en verdad probablemente provienen de tiempos Paganos ( Nordisk Bondereligion, pág. 40). Lutefisk es una comida de Yule noruega tradicional. La mayoría la gente de descendencia noruega que ha sido alimentada con eso en su juventud la considera muy opcional. Más importante, sin embargo, es que la comida y bebida no sea escatimada en la corriente de Yule: quienquiera que llega debe alimentarse pródigamente, porque la amabilidad al invitado significa más en este momento (cuando los Dioses, Diosas y fantasmas caminan) que en cualquier otro momento en el año. En Suecia, la mesa de la fiesta se preparaba con dos “altares de Yule”, uno para el marido y uno para la esposa. Un queso grande se colocaba en la base, después dos “bollos de Yule” de tamaño desigual; encima de la pirámide una corona de pasta de trigo en la que la “paloma de la abundancia” se sentaba con un tallo de cebada en su pico y un huevo bajo su cola – un símbolo de que el granjero debe tener un año fructífero. Alrededor del borde de la mesa habían ramas de arboles, colgadas con pretzels y todas con manzanas pegadas en los extremos. La otra gente de la casa también tenían su “altares”, aunque no tal impresionantes como el hombre y esposa de la casa tenían. Se suponía que los “altares de Yule” quedaban en la gran mesa de tarde de Yule hasta el tercer día de Yule, el Día de Año Nuevo, y Duodécima Noche, y recibían poder especial de la fiesta de Yule. Por eso, el pan de Yule obtenía el poder para sanar enfermedades. En Halland, el julgalt o “jabalí de Yule”, un pastel con forma de jabalí, se deposita en la cima del “altar” con una manzana fija en él; otra corona tradicional para el altar de Yule era un pastel con forma de anillo con tres manzanas rojas encantadoras (Fejlberg, Jul, I, pp. 182-83). Tales cosas muestran la escena de Wyrd: poniéndolos como la parte de la fiesta a ser compartida con los Dioses, Diosas y fantasmas, las cabezas de familia se aseguraban que tendrían un año rico y alegre.

En Suecia, el jabalí de Yule era especialmente importante: éste era a menudo un gran pan con forma de jabalí de centeno – o trigo, sobre un pie y medio largo, completado con ojos, orificios nasales, y cerdas. Se hacía en en el mediodía el primer día de Yule; la ama de casa cortaba una rueda solar entonces en él y lo depositaba en frente del lugar del padre de casa, engalanado en una tela blanca. Se comía en el Día de Nuevo Año o Tres Reyes, pero un pedazo se guardaba para compartir entre los bueyes del arado en el primer día de trabajo en la primavera, y otro se salvaría hasta el próximo Yule (Fejlberg, Jul, I, pág. 192). Este jabalí era claramente un sobreviviente del sonargöltr original en el que los juramentos eran pronunciados en los tiempos Paganos. En Västergotland, un bloque de madera tenía una piel de cerdo fija en él; el hombre pondría su mano en esto y juraba ser un padre bueno y marido apacible, y la esposa y la servidumbre haría similares juramentos. Para aquéllos que no guardan y matan sus propios cerdos, semejante pan de Yule o el jabalí simulado es claramente la alternativa más práctica al jabalí sacrificial de días antiguos.

Los perros y gatos consiguieron la misma clase de comida como humanos en este momento, y se supusieron perros para ser guardados dentro ( Nordisk Bondereligion, pág. 40), quizás porque se pensaba que su ladrido molestaba a los muchos fantasmas que vagaban a través de la noche de Yule.

Muchas costumbres de fuego son importantes en tiempo de Yule. La mejor conocida de éstas es, por supuesto, el leño de Yule que debe arder la noche entera con alguien haciendo vigilancia de Yule sobre él. Se guardan pedazos del leño de Yule entonces por el año y se piensa que trae buena suerte; el leño de Yule de un año debe encenderse con un pedazo del último. Este fuego en la noche más oscura personifica el fuego de la vida del clan y el alma, la esperanza siempre saltante de los mundos. En tiempos modernos, aquella gente que no tiene hogares en los que un leño pueda arder toda la noche puede usar una vela grande (de 24 horas) en cambio, por opción puede ser negra, púrpura, o verde oscuro. Hákonar saga ins góða (Heimskringla) dice cómo se llevaron las copas para beber los brindis sagrados alrededor de los fuegos; Grimm piensa que ésta puede haber sido una parte íntegra de las costumbres germánicas acerca del dar bebida a los Dioses y Diosas ( Mitología Teutonica II, pág. 628). La corona de vela y el arder de la corona de Yule ya se han mencionado; Grimm cita la costumbre de Franca de ir a una cumbre con una rueda de carro envuelta en paja, encendiendola entonces en tarde y dejarla correr abajo para que parezca el Sol que corre del cielo (II, pág. 627) – aunque la mayoría de los ejemplos de ruedas Solares ardientes que él cita son parte de las festividades de Midsummer.

En la tradición noruega, la primera persona en levantarse en la mañana de Yule debe llevar bebida a todos los demás (vodka o akavit) en cama (Fejlberg, Jul, I, pág. 154). Esto es muy como la tradición “Lucy” de una doncella coronada de luz que llega con pasteles y café o gløgg que ya se han hablado bajo “Frija” y pueden relacionarse bien.

Cuando la estación de Yule había terminado, había ciertas costumbres de “perseguir a Yule fuera.” Si había cualquier cerveza en el tonel, un “trago de dormir” se bebería con él. Yule podría cercarse fuera con campanillas o podría golpearse fuera con ramas de abedul. Esto servía para marcar el extremo de las noches de yule y el retorno a la vida normal; también se cazaba cualquier troll o fantasma que podrían haber querido quedarse más allá de su tiempo.

Fuentes: Comunidad Odinista de España-Asatrú

Ritual de Yule (año nuevo)
(Encendemos dos velas, una blanca a la izquierda y otra roja a la derecha)

Freya , Sagrada Freya
Reina de la Luna, Reina del Sol,
Reina de los Cielos, Reina de las Estrellas,
Reina de las Aguas, la Reina de la Tierra,

Dirígenos en este ritual de renacimiento y purificación:
Los que aquí te invocamos te pedimos que destruyas y purifiques por medio del fuego las cosas siguientes:
(Se pone en un papel las cosas que queremos destruir y purificar y se queman en la vela roja)

Nota.
Los que no tengan runas, pueden escribirlas en un papel y así ofrecerlas a los Dioses

Quemamos las malas cosas, los pensamientos sombrios y olvidamos las acciones erroneas.

(Ahora en una hoja, escribimos lo que queremos para el año nuevo y lo ponemos junto a la vela blanca)

Llévanos a nosotros la promesa de Balder!
Es la promesa que nos dará la Luz;
Es el Señor de la vida humana que nace de nuevo.
La oscuridad y las lágrimas son retiradas de la muerte cuando el Sol entre temprano.

(Ahora invocamos a Teiwaz)

Teiwaz!,Sol dorado, de colinas y montañas,
Ilumina la tierra, ayudanos a descubrir el mundo.
Señor de la espada danos fuerza a conseguir nuestros anhelos.

(Ahora cojemos una navaja o cuchillo y lo ponemos al lado de la vela roja)

Teiwaz, se mi instrumento para conducirme en la tierra, leal, para los que son leales conmigo. Tajante y cortante para mis enemigos, que ellos sepan del filo de tu espada.

(Ahora es la invocación de Odín, se pone al lado del cuchillo una runa, la que queremos que funciones especialmente este año)

Odín, nuestro bienamado padre, danos la luz para iluminar los mares,que los rios fluyan dentro de nuestro interior.
Que tu poder sea tal que destruyas las penas,y des la alegría al mundo!
Que tu poder destruya aquello que deseo apartar, que confundas la voluntad de mis enemigos y des alegria a los mios.Que por el poder de tu magia, mis deseos se cumplan

¡Bendito sean los Dioses,
Sin principio, sin final,
Eterna a la eternidad.
Salve! ¡Benditos seais!

(ahora pedís vuestros deseos para el año que viene)

Dioses mios, concededme estos deseos para este año nuevo:


-Invocación en Godo:

bi þizai aldai þis fairhvaus,
bi reik waldufnjis luftaus,
Fragif mik tho lustus.

-Invocación en Castellano:

De acuerdo con el curso de este mundo,
De acuerdo con el principio del poder del aire,
Me sean concedidos.

(Ahora bebeis una bebida y derramais un poco del mismo en honor de los Dioses)

Las velas las encendéis sobre las 11 de noche, a las 12 las apagáis, coincidiendo con el fin del año, y una vez haya entrado las volvéis a encender durante 9 minutos. Las velas las debéis conservar todo el año, pues son garantes del sacrificio a los Dioses.

lunes, 18 de diciembre de 2017

SOBRE LA CRIMINALIZACION DEL RACISMO, revista info NS

 

 En el sitio stormfront.org fue publicado en Marzo de 2006 el siguiente texto que se dice que fue extraído de la revista INFO NS de Zaragoza, de su número 15 (Octubre de 1997). Con ideas que nos recuerdan la pluma y las exhortaciones de Ramón Bau, el autor de este artículo profundiza en el concepto de Racismo, mostrando cómo gente muy estúpida y malintencionada ha estado pretendiendo asignar a dicho concepto una carga de odio, siendo que su sentido es precisamente lo contrario: amor a lo propio. Un lúcido texto para entender la malévola voluntad de quienes, sobre todo, han establecido inicuas y momentáneas leyes que castigan el amor y la defensa propia, a los cuales los dioses sin ninguna duda aniquilarán.

LA CRIMINALIZACIÓN del RACISMO
Revista INFO NS
Octubre de 1997



La Herejía como Enfermedad.
Aspectos Psicológicos del Converso

     Uno de los elementos que diferencian claramente los procesos de conversión a la ideología dominante que se utilizan en nuestros días de aquellos usados en otras épocas históricas viene apuntado magistralmente por George Orwell en su inquietante novela "1984", lectura obligada de todos aquellos disidentes y resistentes que al día de hoy mantienen encendida contra viento y marea la llama de la herejía en cualesquiera de sus múltiples formas anatemizadas por el nepotismo totalitario instaurado a nivel planetario, y se caracteriza por obligar al hereje, al recalcitrante, al enfermo, a reconocer públicamente su enfermedad y a realizar un acto de contrición, que debe de revestirse de un carácter fundamentalmente intelectual, que demuestre su nueva adscripción y sirva de ejemplo y medida a aquellos que se mantienen en la herejía, en la enfermedad.

     Si, como bien apunta Orwell, en la Edad Media el hereje ardía en la hoguera sin arrepentimiento alguno, manteniendo la apostasía ante el populacho enfervorizado, y su muerte era semilla y vivero de nuevos idólatras, en nuestro siglo el estalinismo y sus macroprocesos ideológicos adoptaron la fórmula según la cual el engañado, el equivocado, reconocía públicamente su error y, convertido en un guiñapo humano, triturado en lo físico y humillado en lo espiritual, aparecía ante las masas reconociendo su error y manifestando su firme adhesión a la ideología dominante. Aún así era una conversión manifiestamente falsa; en su interior, en lo más oculto de su voluntad y en lo más recóndito de su mente, seguía ardiendo inextinguida la llama de la herejía y sus palabras de adhesión y arrepentimiento sonaban ante el populacho hueras y falsas. El hereje, así presentado, seguía siendo ejemplo para futuros prosélitos, y la descarnada realidad del totalitarismo que combatía se mostraba con toda su impúdica violencia.

     Veamos la evolución secuencial del proceso: en la Edad Media, destrucción física sin arrepentimiento alguno; modernamente, falso arrepentimiento público y forzada conversión al dogma sin verdadera transformación, es decir, sin conseguir curar la enfermedad. Al día de hoy la nueva Inquisición, visto el fracaso que han supuesto ambos métodos para extirpar la herejía exige, obliga al converso, una vez aplicados todos los métodos de coerción imaginables, a practicar un acto de voluntad, un proceso de transmutación mental por el que el equivocado, el enfermo, realmente llega a interiorizar que sus convicciones de antaño eran una verdadera enfermedad, una insana adicción que como todas, le ha provocado dolor y de la que el Sistema lo ha curado salvándolo para la sociedad incorporándolo de nuevo a la grey.

     Ese acto de confesión, de arrepentimiento, de asunción de sus antiguas ideas como una dañina, malsana y nefanda enfermedad que corroía su cuerpo y su mente, debe de ser público y dirigido principalmente hacia sus antiguos correligionarios, los que veían en él un pilar, una columna, una torre-guía que iluminaba sus pasos en su errático e incierto deambular por el sendero de la herejía. El acto mental de demostración de amor por el Gran Hermano no debe de ser una simple declaración de intenciones con visos de coerción en su redacción sino una confesión intelectualmente elaborada que no deje lugar a dudas sobre el grado de contrición experimentado y sobre el repudio, la repugnancia que causa en uno haber pensado como pensó, haber llenado su tiempo, su vida, sus ilusiones con una creencia maldita y equivocada, errónea en sus postulados y criminal en su plasmación.

     Y a fe que los tribunales del moderno Santo Oficio toman buena nota de la declaración y, analizándola concienzudamente, determinan el grado de veracidad, de sometimiento, de contrita humillación que destila, y consecuentemente el grado de "curación" que el enfermo ha experimentado. Si no se ha curado del todo, si la prueba intelectual de su nuevo estado de "salud" arroja alguna sombra de duda, se obligará el enfermo a porfiar en sus alegatos para que ellos asuman el carácter de verdadera transformación, de catarsis purificadora que demuestre que el rebaño ha recuperado a la oveja perdida para la comunidad de creyentes, que, verdaderamente, en cuerpo y alma, ama al Gran Hermano.


El Racismo. Una Herejía para el Siglo XXI. Nuestra Visión

     Qué duda cabe de que algunas herejías, algunas enfermedades, son más nocivas que otras y causan un mayor deterioro en el organismo. Dentro de las más peligrosas, de las más dañinas, hay una que se ha constituído en la Enfermedad por excelencia y de la que el sistema intenta por todos los medios curarnos por nuestro propio bien y el de la Humanidad. Esa terrible enfermedad se llama Racismo. Su solo nombre, como el cáncer o el SIDA, provoca temor, escalofrío y angustia. Lo provoca entre los poderosos y entre la pobre gente de la calle a la que se le ha enseñado a temer y odiar esa palabra.

     El porqué, la última y verdadera razón, ya la hemos explicado en otras ocasiones y no vamos a repetirnos para no aburrir al lector. Los verdaderos motivos por los que el racismo anti-Blanco es usado para destruír y aniquilar nuestra raza son bien conocidos por los que están día a día en la batalla por alcanzar un Nuevo Hombre inserto en una Nueva Humanidad. Pero no vamos a hablar ahora de la lucha cósmica entre el Bien y el Mal, entre la Luz y la Oscuridad, ni siquiera del Enemigo del Mundo y su cohorte de sicarios que esclavizan al mundo. Vamos a hablar del racismo para gente corriente y normal que es lo que nos interesa. Las discusiones entre esoteristas y politólogos las dejaremos para otra ocasión.


El Racismo: Una Doctrina de Amor y No de Odio

     Todos nos hemos encontrado en multitud de ocasiones con personas y amigos, que aún viviendo en una localidad o población objetivamente poco desarrollada, carente de servicios e infraestructuras, y urbanísticamente impresentable, defendían con un ardor difícil de describir las excelencias de la misma y su firme voluntad de reivindicarla dondequiera que se encontraran. Al fin cabo es natural. Se trata de su pueblo, su tierra, el lugar donde ha nacido, donde se ha criado y donde dio tierra a sus antepasados. El paisaje que ve en el horizonte se ha integrado en su vida infundiéndole la seguridad y la confianza que todo hombre necesita. Le podrás hablar de la falta de unas determinadas comodidades, de la maravillosa trama urbana del pueblo de al lado, de lo irregular y descuidado de sus calles... en vano; es su pueblo, es donde ha nacido y donde quiere morir, y defenderá por encima de todo ese sentimiento de identificación con la tierra a la que pertenece y de la que, de alguna manera, depende. Hasta aquí el relato.

     Ahora la pregunta, ¿es esta identificación negativa, perniciosa o dañina?. Creemos que nadie que verdaderamente ame a su tierra contestaría afirmativamente. No, desde luego, amar lo próximo es natural. Desde siempre uno ha amado y defendido lo suyo, con sus carencias y sus limitaciones, pero siempre desde el cariño y el deseo de mejorarlo. Se nos podrá decir que esto no es malo si este amor a lo suyo no implica el odio a lo demás. Totalmente de acuerdo, pero nos preguntamos: ¿por qué habría de suponerlo?. Yo puedo amar a mis padres, a mi esposa, a mis hijos o a mis amigos, y no supone necesariamente que por ello deba odiar a los demás padres, hijos o mujeres. Si amo mi pueblo, mi ciudad, mi nación o mi raza, ¿por qué ese sentimiento automáticamente ha de suponer que odie a las demás?. Alguien debería explicarnos esa relación absurda y aberrante y malintencionada que nos quieren imponer entre amor a lo nuestro y odio a lo demás.

     Desde aquí denunciamos rotundamente esa relación impuesta por el discurso dominante del totalitarismo anti-Blanco que asocia directamente amor con odio. Amor a lo nuestro, odio a lo suyo. Lo repetimos; es falso y nunca podrán demostrarlo ni por la vía de la razón ni la de los hechos. Pero hay algo más. De todos esos "amores" nombrados, el Pensamiento Único permite, tolera, e incluso alienta algunos de ellos. Nadie que proclame que Barcelona, o Mérida, Sevilla o Gandía son las capitales más bellas de España y es, cualquiera de ellas, la ciudad de sus sueños, será visto como un peligro para la sociedad. Amar la ciudad en la que uno vive, desear su cuidado, belleza y prosperidad son positivos. ¿Alguien puede decir que no?.

     Uno también, a diferente escala, puede admirar la belleza, la riqueza paisajística e histórica de su región, y amarla profundamente. Y también la de su patria, de su nación, ensalzándola y alabándola. Hasta aquí no hablamos todavía de "amores peligrosos", dañinos para la sociedad. Nosotros conocemos ardorosos patriotas que ensalzan el amor a la región o a la nación como el más elevado sentimiento que puede experimentar un hombre en su vida. Y aquí viene nuestra sencilla pregunta: ¿Nos pueden explicar todos esos flamígeros patriotas por qué es tan excelso el amor por la nación —comunidad de hombres, de territorio e historia— y tan reprobable el amor a nuestra raza?. ¿Por qué el amor a la ciudad, región, etnia histórica o Nación-patria es tan positiva, maravillosa y benéfica, y el amor a la raza tan horrible, dañino y negativo? Nosotros conocemos la respuesta pero esperamos que ellos nos la contesten. En su constante apología de exaltación del amor a colectividades concretas se encierra la profunda contradicción que hacen al condenar nuestro amor a otra colectividad concreta, en este caso más amplia, rica e integradora: nuestra raza. Y es que, definitivamente, hay amores buenos y amores malos.


El Racismo: Superador de la Separatividad y de la Xenofobia

     Porque nuestra vindicación del racismo va más allá de lo meramente político o social. Nuestro orgullo de pertenecer a la raza blanca como denominación general de los pueblos originarios del tronco indoeuropeo (entre los que nadie dude que se encuentran los que actualmente integran la nación española) y la asunción del racismo como doctrina práctica de uso cotidiano supone un estadio superior en la superación de las divisiones y odios que aquejan a buena parte de la Humanidad, adquiriendo dimensiones éticas y morales. Y nos vamos a intentar explicar dentro de la brevedad que el artículo exige. De todos es sabido que el ideal de fraternidad y hermanamiento de los Pueblos supone, en los albores del siglo XXI, una de las máximas aspiraciones en orden a acabar con las luchas y conflictos que asolan actualmente a la Humanidad. La superación de las barreras que dificultan o interfieren la comunicación entre las colectividades y los pueblos y la superación del odio que los divide es una de las metas que se deben imponer los gobernantes para conseguir realizar el ideal de fraternidad universal entre los pueblos y razas que habitan el planeta.

     Para ello, para alcanzarlo, deberíamos ver en todos sus habitantes unos compañeros de viaje, que participan de modos de vivir y pensar diferentes pero que en su diferencia complementan el mosaico racial y cultural que conforma la riqueza de los pueblos de la Tierra. Nadie negará que es un proyecto bello y encomiable. Lo que impide en numerosas ocasiones su realización son las divisiones, las cosas que nos separan... hay multitud de ellas: cultura, raza, religión, idioma, clase social, mentalidad, etc. Pues bien, nadie nos podrá negar que dentro de la escala de posibles identificaciones con el resto de colectividades que habitan el planeta, de posibilidades de hermanamiento, se puede partir de la identificación más simple y egoísta, la del Yo mismo, hasta aquella más global, ecuménica y holista que sería la identificación absoluta con toda la Humanidad, con todos los habitantes del globo. Dentro de esa escala, de esa jerarquía, uno podría ir subiendo escalones de identificación en función de la generosidad de su alma y del grado de evolución de su conciencia. Así, el siguiente escalón tras el Yo, sería su familia, su comunidad de vecinos, barrio, distrito, ciudad, comarca, región, patria, continente, etc., todas ellas articuladas sobre un componente básicamente humano y territorial.

     El siguiente paso en el nivel de identificación sería su raza, su comunidad biológica de sangre y de tradición. En este sentido, ese nivel de identificación, el racial, es superador de las divisiones nacionales, culturales, religiosas, políticas y sociales. Por poner un ejemplo sencillo y para que se nos entienda, cuando un nacionalista católico irlandés coloca una bomba en un pub Protestante de Belfast y mata a trece personas de su misma raza, es la cultura, el idioma, la nacionalidad y la religión lo que los separa y es la raza lo que los une. Cuando un independentista corso asesina a un gendarme francés de su misma raza, es la cultura, la lengua y la nacionalidad lo que los separa y es la sangre, la raza lo que los une.

     En este sentido, situando la línea de identificación fraternal en el concepto raza y sangre y aplicándolo a parámetros de actuación globales y planetarios, el racismo deviene en doctrina superadora de las divisiones que fraccionan y dividen de manera irreconciliable a buena parte de los pueblos de la Humanidad. La doctrina del racismo positivo llevado a sus últimas consecuencias contempla en todo hombre Blanco un hermano, esté en el lugar del planeta en donde esté, tenga la lengua, la religión o la nacionalidad que tenga. Por encima de divisiones superfluas, a menudo insignificantes y fruto de etapas de la Historia superadas, su pertenencia a una comunidad de sangre y de tradición los hace merecedores de confianza, solidaridad y respeto. Por ello no hay conceptos más antitéticos que racismo y xenofobia. Si eres racista no odias al extranjero ya que el auténtico racismo supera el corsé de la nación y de las fronteras territoriales a menudo artificiales e impuestas muchas veces sin contar con el substrato biológico y humano que encierran.

     El verdadero racismo es superador de toda xenofobia porque entre hombres y mujeres Blancos no hay extranjeros sino hermanos de sangre y de tradición. El verdadero racista no odia sino que ama profundamente. Un Blanco es nuestro hermano, esté en Canadá o en Chile, en Australia o Sudáfrica, en Cantabria o Moscú. El racismo así entendido y aplicado se convierte en un nuevo ecumenismo superador de la separatividad que enfrenta a los hombres y los pueblos y, en ese sentido, no puede ser calificado sino como una doctrina objetivamente positiva para la Humanidad. La brevedad obligada que tenemos que dar a este trabajo nos impide desmenuzar los múltiples interrogantes que plantea la anterior exposición pero creemos que cualquier persona con cierto sentido común entenderá lo que realmente decimos, o queremos decir.


Racismo y Nacionalsocialismo. Generosidad y Fracaso

     No descubrimos nada nuevo si destacamos que el único flanco que han encontrado los historiadores y estudiosos imparciales del Estado nacional-socialista para atacarlo ha sido la institucionalización del racismo como doctrina positiva en la aplicación de su política hacia la comunidad nacional alemana. Últimamente se ha manifestado una corriente que quiere hacer de esta cosmovisión racista aplicada por el NSDAP no sólo la causa de su aniquilamiento por las potencias liberal-comunistas, que veían en ella el único verdadero peligro para sus intereses, sino la causa objetiva y principal de su derrota militar y política. Se apuntan para demostrarlo hechos políticos y bélicos sin apenas trascendencia en el decurso de la conflagración (Dunkerque, política anti-eslava, desconfianza "racial" hacia los fascismos "mediterráneos y asiáticos").

     Todos estos ejemplos cogidos con pinzas son de tal fragilidad que no merecen apenas contestación para cualquier estudioso serio de la Segunda Guerra Mundial. Se habla de errores inducidos por la política de "exclusivismo biológico", que sin duda los hubo, como determinantes, y de algunas declaraciones de Hitler en ese sentido que nadie conocía hasta ahora. Situados en el terreno de lo histórico y a meros efectos de refutación mencionaremos sucintamente dos episodios que sí fueron determinantes, según reconocen todos los expertos, para la derrota de Alemania y que desvirtúan y resitúan en su verdadera dimensión los mencionados más arriba. Estos dos casos, elegidos entre multitud de posibilidades, ponen de manifiesto que la desconfianza alemana hacia unos aliados que resultaron ser a menudo más rémora que ayuda no estaba basada precisamente en cuestiones "biológicas" sino en consideraciones militares estratégicas de serio calado y que tuvieron funestas consecuencias para las armas alemanas.

1. El 30 de Octubre de 1940 tropas italianas acantonadas en Albania inician una ofensiva con intención de apoderarse de Grecia siguiendo órdenes directas de Mussolini que no consulta a sus aliados. La resistencia del ejército griego provoca la pronta retirada de los italianos a sus bases albanesas con considerables pérdidas y el desembarco masivo de divisiones del ejército británico que se estacionan en Grecia y Creta. Grecia llega a ocupar incluso una parte de la Albania italiana. Esa concentración de fuerzas en el flanco Sur de Europa motivó la inevitable intervención del ejército alemán el 27 de Marzo de 1941 como paso previo imprescindible para iniciar con ciertas garantías la invasión de la URSS, cuya fecha de inicio prevista era el 15 de Mayo y que, como consecuencia de esa ofensiva en los Balcanes comenzó, como todos saben, con más de cuatro semanas de retraso (22 de Junio de 1941) y una parte considerable de las divisiones en fase de recomposición tras los duros combates. Todos los historiadores objetivos han considerado esas cuatro semanas de retraso en el inicio de la Operación Barbarroja como decisivas para impedir la toma de Moscú en Diciembre de 1941 con un ejército del Reich bloqueado a sus puertas por los hielos y las lluvias.

2. El 3 de Diciembre de 1941, con el ejército alemán en los arrabales de Moscú y las reservas militares rusas exhaustas, Stalin toma la decisión de llevar al frente a la mayor parte de las tropas situadas en el extremo Oriente. Desguarnece de ese modo la frontera desde Vladivostok a Mongolia interior. Suponen varias decenas de miles de soldados de refresco, duros, cosacos y siberianos en su mayoría, cuya misión era frenar una posible ofensiva japonesa en la frontera oriental. ¿Por qué se arriesga Stalin?. Un espía ruso, Richard Sorge, infiltrado en la embajada alemana de Tokio, accede al plan de Japón para atacar Pearl Harbor el 7 de Diciembre, lo que garantiza que no se producirá ataque alguno en la frontera Sudoriental de Rusia. La llegada de esas curtidas tropas de refresco en un momento decisivo de la batalla de Moscú fue definitivo a la hora de romper el equilibrio del frente en Diciembre de 1941 e inclinar la balanza hacia el lado ruso.

     Hubiera bastado mantener una leve presión militar nipona sobre esa frontera para que Stalin no hubiera podido disponer de esas fuerzas de refresco, otro hecho concreto que ningún historiador objetivo deja de nombrar a la hora de destacar episodios realmente cruciales en el desarrollo global de los acontecimientos bélicos. Y eso por encima de presuntas fobias raciales y exclusivismos biológicos. Podríamos seguir y la lista sería extensa. No se trata tanto de hacer una relación de posibles causas de la derrota de las armas del Tercer Reich como de resituar en su verdadera dimensión algunas que se señalan como cruciales para la misma y que no son sino simples episodios de guerra sin demasiada trascendencia a juicio de la mayoría de especialistas en historia militar. Pero no rehuímos el debate...


Racismo Nacionalsocialista
contra Militarismo Chauvinista Reaccionario

     Es cierto que la política racial alemana estuvo salpicada de prejuicios hacia otras etnias de origen indoeuropeo, especialmente los eslavos y rusos. Y nadie deja de admitir que eso fue objetivamente un error estratégico y una equivocación absurda. Pero nosotros afirmamos sin dudar que, cuando esas políticas discriminatorias se practicaban, lo eran en tanto fruto de un nacionalismo pangermanista reaccionario que estaba arraigado en amplios sectores de la oficialidad del ejército, sectores ligados a las tradicionales castas nobiliarias y aristocráticas prusianas que nunca comprendieron ni quisieron asimilar la verdadera revolución que la doctrina social-racista del NSDAP suponía: que un ario podía ser y era su hermano de sangre por encima de clases y de lenguas.

     De hecho fueron esos sectores militares reaccionarios ligados mayoritariamente a la más rancia "nobleza" los que protagonizaron la mayoría de las conspiraciones contra Hitler y los autores de los atentados que estuvieron a punto de ocasionar su muerte (20 de Julio de 1944, atentado en la Guarida del Lobo. Autor material, el coronel conde Von Stauffenberg). Así afirmamos rotundamente que el Estado socialista alemán fue cruel y cicatero en tanto nacionalista, y fue altruísta y generoso en tanto racista. Fue cruel en tanto una visión chauvinista y reduccionista de la Historia hablaba de una superioridad "alemana" por encima de otros pueblos europeos, y fue generosa, tolerante y constructiva en tanto la cosmovisión racista se fue imponiendo desde las organizaciones más ideologizadas del partido (SS, Ahnenerbe...) a las demás estructuras del Estado.

     No olvidemos que fueron las SS las que integraron bajo su uniforme y sus símbolos a los distintos pueblos europeos partícipes de la lucha contra el materialismo e incluso a otros de procedencia racial distinta que no vamos a relacionar por conocidos. Un ejemplo de ello lo tenemos en la señera figura de León Degrelle, el cual, alejado totalmente de un germanismo reduccionista y lleno él de profundas convicciones religiosas católicas, fue objeto de una especial admiración por el Führer y jamás mencionó que su procedencia no alemana hubiera sido objeto de la menor crítica. O por qué no nombrar al chileno Miguel Serrano y tantos y tantos otros... Afirmamos pues sin ambages que el Estado racista alemán fue generoso en tanto se portó como tal, y se mostró en ocasiones injusto cuando obedecía a impulsos emanados de una visión pan-germanista —no racista— de corte profundamente reaccionario. Es decir, que lo que tuvo de error fue, en definitiva, lo que le faltó de racista, y que no fue precisamente el error el serlo sino el no serlo total y absolutamente con todas sus consecuencias.


Racismo Blanco. Superador del Fratricidio Inter-Europeo

     Otro de los argumentos usados interesadamente para engañar y enfrentar a los pueblos Blancos es confundir racismo con etnicismo o con nacionalismo. El racista no cae en el error de enfrentar etnias, culturas o pueblos Blancos, haciendo de algunos de ellos mejores o peores representantes de las esencias tradicionales arias. Un racista Blanco no hace distinciones positivas o negativas entre las naciones Blancas. Así nuestra alma racial vibra en parecida sintonía ante las manifestaciones culturales, históricas y artísticas de los pueblos que componen y dan vida a nuestra fértil raza. Podemos y debemos, sin duda alguna, identificarnos más con aquellas que nos son más próximas, en las que hemos nacido y de las que participamos directamente, pero todas, repetimos, todas, nos son queridas en tanto fruto de un mismo sentir racial y popular.

     Se ha querido poner en contraposición como un algo antagónico y divergente la cultura de origen mediterráneo con la anglosajona cuando ambas, aún en diferentes momentos históricos determinados por el devenir de acontecimientos políticos y religiosos, son fruto de pueblos del mismo tronco racial que han proyectado su cultura y su civilización específicas en momentos distintos con similares y fructíferos resultados. Querer contraponerlas como algo totalmente extraño y contradictorio es el arma del que quiere hacer renacer el odio y la lucha fratricida entre hermanos de raza, ocultando la verdad y trasladando sus propios miedos y sus frustraciones a los demás. El racismo positivo también supera ese estadio. Así el racista es ajeno a esa presunta contradicción absurda y se puede sentir —y se siente— tan orgulloso de la cultura anglosajona como de la bretona, de la eslava como de la gala, de la báltica o latina como de la escocesa... ya que todas ellas, juntas, forman parte del acervo cultural de los pueblos y naciones Blancos y son una expresión transcendente de su alma racial y popular.

     De este modo y simplificando todo lo posible, como españoles nos sentimos indudablemente orgullosos de la gesta protagonizada por los conquistadores y colonizadores en América del Sur, de sus hazañas y de sus esfuerzos por expandir una cultura y unas creencias religiosas que consideraban positivas para los aborígenes, y como Blancos asumimos como fructífera y enriquecedora la misión cultural y civilizadora llevada a cabo por nuestros hermanos anglosajones y galos en América del Norte o en la India. Y por nuestros hermanos portugueses en África y Brasil... Los enfrentamientos pasados entre Imperios de naciones Blancas no fueron sino la consecuencia lógica de momentos históricos determinados ligados a procesos de expansión y decadencia consustanciales a toda nación que, en un momento dado de su historia, ocupa un lugar hegemónico en el concierto de las naciones, y no precisamente el resultado de una visión biologicista, exclusivista, basada en la supremacía racial de un pueblo sobre otro.

     Otra cosa muy distinta es la constatación de que, al día de hoy, algunas naciones Blancas no son las verdaderas dueñas de sus destinos. El ejemplo más descarnado lo tenemos en Estados Unidos, una nación sometida al dictado de ese 3% de judíos que se han apoderado de sus recursos económicos y comprado y sometido a su clase política. Pero ése es otro tema. Por todo lo anterior ha quedado claro que una cosmovisión racista de la Historia también es superadora de los enfrentamientos entre pueblos y naciones Blancos al considerar su accionar histórico integrado en un todo, resultado todo ello de una particular visión creativa y constructiva de la existencia fruto de su similar origen racial.


El Racismo ¿Una Ideología Moderna?

     Otra tendencia en auge para descalificar el racismo es tan pueril, y a la vez tan lábil, como anatemizarlo por ser una ideología producto de la "modernidad". Algunos expertos lo manifiestan con un cierto aire solemne y misterioso, dando a entender que esa condición, de darse realmente, descalificaría cualquier doctrina, teoría o ideología per se. A nosotros simplemente nos causa risa. Si el racismo es una doctrina moderna o no lo es, debemos de reconocer que nos importa bien poco. ¿Es moderna la penicilina?, ¿es moderno el sistema de enseñanza pública y gratuita?... Si es moderno bienvenido sea ese fruto de la modernidad. Porque si al final condenamos una teoría simplemente porque es "moderna", acabaremos proponiendo como positiva la monarquía absoluta y la corte del Rey Sol. El racismo, ¿es "moderno" o es "antiguo"?. Estéril debate en el que no vamos a entrar, aunque podríamos hacerlo. Preferimos preguntarnos simplemente si es positivo o negativo.

     Por lo demás, no queremos tener nada que ver con aquellos que sacralizan como buena toda estructura política, social o religiosa anterior a 1789 y condenan a la más oscura de las mazmorras todo aquel fruto posterior a tan contradictoria fecha. Porque a lo mejor resulta que estamos más cerca de los investigadores ilustrados que del "Vivan las cadenas" fernandino. ¿Es negativo sentirse parte de una raza civilizadora, compuesta de pueblos culturalmente heterogéneos pero de raíces y orígenes indudablemente unitarios, que a lo largo de la Historia ha demostrado ser la que más valores positivos ha aportado al resto de la Humanidad?. ¿Es negativo defender sus tradiciones, sus esencias artísticas, sus expresiones culturales y su diversidad, deseando mantenerlas al margen de otras manifestaciones culturales extrañas y disolventes que poco o nada han aportado al progreso del mundo?. ¿Es negativo sentirse parte de una comunidad de sangre, sin que por ello se tenga que odiar a otras razas y culturas sino desear su fortalecimiento y consolidación, desde el respeto a sus tradiciones, y al mismo tiempo reclamar el derecho a mantener nuestras diferencias naturales?.

     ¿Quién es el que se cree por encima del Supremo Hacedor, del Espíritu Constructor del Universo que un día creo las razas en su diversidad, para abogar ahora, desde la Ignorancia y la estulticia más obstinada, cuando no desde la traición más evidente, por su desaparición contra natura?. Si el racismo positivo es hijo o no lo es de la modernidad nos preocupa, repetimos, bien poco. Desde nuestra visión natural de la existencia y desde nuestra aceptación del sentido común como manera de entender la vida, aceptamos y asumimos todo lo de positivo que pueda haber aportado la filosofía de la llamada modernidad para beneficio de nuestro pueblo y de nuestra raza. Y arrojamos simplemente al cesto de los papeles todo lo que de destructivo y de pernicioso tenga para ella. Así de sencillo y así de claro.


El Racismo: Una Doctrina Radicalmente Anti-Burguesa

     Otra argumentación usada contra la cosmovisión racista la convierte nada más y nada menos que en una "purulenta secreción de la mentalidad burguesa". La frasecita resulta tan original e impactante como falsa y mezquinamente malintencionada. Veamos; al día de hoy nadie hay más anti-burgués que un auténtico racista. Ya hemos explicado anteriormente que el racismo sitúa el listón más elevado de su solidaridad en el concepto raza, sangre y tradición. Por el contrario, el burgués, el comerciante lo sitúa en la clase social, posesiones materiales y dinero. Esto es así por mucho que nos inventemos frasecitas presuntamente originales, que de novedosas no tienen absolutamente nada ya que han sido siempre utilizadas por los comunistas para descalificar el racismo. De hecho jamás hemos conocido a un verdadero burgués al que pudiéramos calificar de racista. Lo sentimos por ellos. Y retamos al que conozca alguno a que nos lo presente.

      No queremos extendernos demasiado en una cuestión tan elemental y tan evidente. Por poner un sencillo ejemplo, la mentalidad burguesa no se opone a la inmigración sino a la inmigración de los pobres. Un burgués no rechaza la llegada de extranjeros de color por su raza sino porque son sencillamente pobres. Es más, afirmamos rotundamente que no rechazará nunca que su hija se apareé con un moro si éste es poseedor de unos cuantos pozos de petróleo. O con un negro si éste es un popular jugador de baloncesto con la cuenta bancaria bien repleta. No... no nos van a engañar ni a confundir por mucho que lo intenten. El burgués no es racista si el extranjero está bien forrado. Su nivel de identificación está en la cartera y en la cuenta corriente y no en el color de la piel. No importa que Marbella se llene de moros si éstos dejan muchos millones en los casinos y en los hoteles. Ésa es la mentalidad del burgués y no la del racista.

    El capitalista, el comerciante, el vaisya, practica una solidaridad de clase. El racista practica una solidaridad de sangre. Un racista Blanco siempre preferirá que su hija, su hermano, etc., elija para convivir a una persona de su raza aunque humilde y sencilla antes que un extranjero de color forrado de millones. Ésa es la verdadera diferencia entre un burgués y un racista. Nosotros preferimos que Michael Jordan y sus millones se queden en su tierra y que los jeques árabes dediquen su dinero a elevar el nivel de vida de sus súbditos... que buena falta les hace. De este modo, concluímos, el racismo se manifiesta como una auténtica doctrina superadora de la división de clases sociales y de las contradicciones burguesas. No, el racismo no es una doctrina que tenga nada que ver con la burguesía, antes al contrario, es radicalmente anti-burguesa y ningún majadero, a la búsqueda de frases "redondas", nos debe de importunar con sus falaces argumentaciones.


Un Breve Inciso. Indoeuropeos, ¿Nada Más que una Lengua?

     A estas alturas resulta sorprendente encontrarse con historiadores que todavía defienden la teoría de una presunta lengua indoeuropea independiente de un substrato humano y biológico. Tras la 2ªGM el proceso de des-nazificación mundial hizo que, en el campo de la lingüística y la filología, se tuviera mucho cuidado en afirmar que la lengua indoeuropea había sido el fruto civilizador de unos pueblos que irrumpieron desde el Norte del Cáucaso hacia el Sur aproximadamente 2.500 años antes de la Era cristiana. La derrota del nacionalsocialismo hizo que esa evidencia quedara relegada al olvido y su sola mención en las universidades europeas occidentales fuera apostrofada como "racista y filo-nazi".

     No sucedió lo mismo en los países del Este y en la propia URSS, en donde esos complejos no fueron tenidos en cuenta y se siguió utilizando la ciencia, la lógica y el sentido común en la investigación, y no los prejuicios y los dogmas. Sin ánimo de ser exhaustivos al día de hoy, el debate prácticamente está cerrado tras los rigurosos y concluyentes trabajos realizados por el equipo de investigadores dirigido por la prestigiosa indoeuropeísta y arqueóloga lituana María Gimbutas y el mejor especialista actual entre los lingüistas, A. Tovar, que afirman categóricamente lo siguiente:

     "Hoy pese a las tesis más aceptadas y políticamente correctas de la pluralidad de raza y cuna de los indoeuropeos, parece que se ha de admitir el origen de los mismos sobre una raza, patria y momento único, en el que surge la cultura y la lengua básica de estos pueblos. Pues es lógico que la unidad indiscutible de esta lengua y cultura indoeuropea surgiera de un tronco único y no de una pluralidad de pueblos por muy hermanados e interculturados que nos los imaginemos".

     Para finalizar este breve anexo relacionaremos los pueblos originarios del tronco indoeuropeo que constituyen nuestros antepasados más directos: Occidentales: griegos (aqueos, jonios, eolios y dorios), itálicos (osco-umbros), celtas, vénetos e ilirios (dináricos), baltos, eslavos y germanos. Orientales: indos, mitanios, iranios, frigios, tracios y tokarios.


Conclusión. El Racismo Blanco y las Otras Razas. Caminar Juntos

     Por lo demás, el auténtico racista no odia a los pueblos no Blancos sino que los ve como verdaderos compañeros de viaje. Muchos de ellos, qué duda cabe, han aportado desde su grado de evolución y desarrollo aspectos ciertamente positivos al devenir de la Humanidad. No seremos nosotros quienes ignorantemente minimicemos sus aportaciones ni los que, desde la humillación y la vergüenza, las exageremos. Por lo demás, afirmamos sin temor a equivocarnos que un africano o un asiático u otros componentes de pueblos no Blancos jamás participarán del alma y el sentimiento racial que nos es propio a los Blancos. Y además ni siquiera consideramos positivo el que deseen hacerlo. Sin ánimo de caer en estereotipos jocosos, consideramos evidente que por mucho que un negro se vista de baturro y baile la jota se sentirá jamás aragonés.

     Ni aun vistiéndose de chulapa y bailando maravillosamente bien el chotis una caboverdiana sentirá inspiración castiza alguna. Ni un tailandés atiborrándose de cerveza bávara en la feria de Múnich, vestido de tirolés de pies a cabeza, comprenderá nunca el sentido profundamente ritual de esa celebración festiva. Su alma racial no siente lo mismo porque su raza es distinta. Del mismo modo, ni un irlandés ni un catalán ataviado a la usanza de Burkina Fasso conseguirá sentir jamás lo que sienten los naturales de esa ubérrima tierra en una noche mágica de rituales animistas. Es más, afirmamos sin dudarlo que no lo sentiría ni aunque fuera descendiente de cuarta generación, o de quinta o de diez generaciones de nacidos en el África más profunda. Y esto no es ni bueno ni malo, simplemente es así porque es natural.

     Este hecho está perfectamente ejemplarizado en el magnífico film "Memorias de África". Dos pueblos, dos culturas, dos formas de entender la existencia, distintas producto ambas de dos razas diferentes, cada una viviendo desde su diferencia y desde su particular espiritualidad los momentos más simples y los más sagrados. Si la sangre de ese Blanco se ha mantenido pura seguirá sintiendo el vacío interior que embarga a los que se encuentran lejos de los suyos, en tierra extraña y rodeado de extraños. Por mucho que un turista chino se embelese admirando Notre Dame o la Catedral de Santiago nunca sentirá en su interior lo que un Blanco al contemplar el resultado artístico y civilizador que emana de esa expresión plástica y religiosa, obra de uno de sus pueblos... y el que nos quiera entender que nos entienda.

     Las razas que integran los distintos pueblos que habitan el planeta, desde su diferencia, desde su diversidad, pueden y deben de caminar juntas superando odios y divisiones pasadas, cada una de ellas reafirmándose positivamente en sus tradiciones y en sus manifestaciones culturales, filosóficas y artísticas. Y la doctrina del racismo positivo lucha, que nadie lo dude, en esa dirección por la concordia de las razas y por la amistad y el hermanamiento de los pueblos. Ahora bien, sólo se puede exaltar y defender lo que existe, y el proceso de aculturización y de mestizaje que promueve el totalitarismo globallzador es, en este momento, el más inicuo y encarnizado enemigo de los pueblos y de las razas, y particular y especialmente de nuestra humillada, perseguida y denostada raza blanca.

     Por ello esta vindicación del racismo positivo termina con un firme llamamiento a la lucha constructiva y a la guerrilla inteligente contra la mundialización y la globalizacion, contra la subcultura del mestizaje y contra el enemigo del mundo que la promueve, la impone y la exige para acabar definitivamente con los pueblos Blancos que un día, organizados en una cosmovisión hoy proscrita y mortificada, lo humillaron y quebraron sus planes de conquista y esclavitud mundial. Por todo ello, hermano Blanco, reafírmate en el orgullo sano, creador, constructivo y heroico que representa el batallar en el bando de los defensores del futuro de nuestra raza blanca ya que, al hacerlo, no estás sino obedeciendo las leyes naturales y aun, con seguridad, las divinas. No dudes ni por un momento que serás recompensado.–