domingo, 25 de septiembre de 2016

LA GRAN PATRAÑA DEL EURASIANISMO, extraido del blog el Mozarabe.


                          


Ha pasado tiempo desde el inicio de las revueltas en Ucrania y la histeria proputiniana no ha cesado de extenderse como desbocado ébola intelectual entre los patriotas españoles y europeos occidentales. Sin duda, para nosotros -para vosotros- habrá un antes y un después de la crisis ucraniana. Políticamente las cosas nunca volverán a ser como antes.


Por lo que a mí respecta -y me consta que no soy el único- esta fractura es insalvable. Cada vez me siento más alejado de un área que, intentando eludir la esclerosis, ha desarrollado una auténtica neurosis ideológica. Mi desconfianza hoy es total. Desconfío de aquellos –y son legión- que apenas unos meses antes de iniciarse las revueltas en Ucrania se hacían fotos con los “camaradas” de Svoboda, pero que no dudaron en apuñalarles por la espalda en cuanto las mentiras y las divisas rusas empezaron a inundarnos. Desconfío de aquellos que dan más veracidad a las noticias de RT, de Ria Novosti o a los mil chismorreos de internet, que a la palabra de un “camarada”. Desconfío de aquellos que traicionan sus ideas. Desconfío de los aficionados al “pajamentalismo”, a la “conspiranoia” y al mesianismo forastero. Y desconfío del exceso de intelectualismo que acaba generando auténticas aberraciones ideológicas e inaceptables flirteos políticos.

Situarse en uno u otro bando siempre tiene sus consecuencias. Pero prestarse voluntario para cavar la trinchera y elegir tener por compañeros de armas al antifascismo más rancio y militante, a la parapolicial quintaesencia del sistema liberal-marxista que se dice combatir, eso, eso es imperdonable. Que el antifascismo en masa, incluidos todos los secesionistas de las mil y una taifas, se posicionen en favor de los rebeldes prorrusos debería de ser suficiente motivo para llevarnos a una profunda reflexión al respecto. Reflexión que, sin embargo, pocos han hecho.

Estamos hablando de una auténtica guerra en Europa, señores, no de una discusión intelectual. Una guerra entre hermanos, con unas implicaciones ideológicas y geopolíticas muy determinadas. Una guerra civil con unas consecuencias inmediatas inaceptables para un europeísta: la muerte de miles de europeos (entre ellos muchos hermanos ideológicos), y unas muy probables consecuencias postreras catastróficas: la destrucción del único sector político-ideológico que plantea una alternativa real al sistema surgido de 1945; el suicidio del “tercerposicionismo”. Un suicidio asistido, eso sí, desde Moscú.

Un buen amigo y camarada lleva años advirtiéndome de que la principal razón por la que en España no ha cuajado en cuarenta años un movimiento patriótico es que estamos trufados de mala gente. A pesar de llevar más de veinte años frecuentando este ambiente, reconozco que no ha sido hasta hace muy poco cuando me he atrevido a reconocer que lo que afirma mi buen amigo –con nobles excepciones, por supuesto- es en gran medida verdad. Es por ello que de una buena parte del área patriótica española no se puede esperar autocrítica alguna ni rectificaciones, ni grandes gestas ni nobles acciones, sino todo lo contrario.

Ilusos algunos, incapaces y financiados bastantes, y simplemente desesperados todos por ver como la Patria y la civilización se desmoronan, una gran parte de patriotas españoles, sobre todo de sus “elites pensantes”, se han agarrado al mito ardiente de la Rusia redentora de la vieja Europa. No hay ni un sólo grupo político de la docena existente que no se haya posicionado, de una u otra manera, a favor de Rusia en el conflicto de Ucrania.

Rusia, por su parte, ha sabido valerse de dos hechos innegables para hacer creíble su papel de potencia libertadora y ganar adeptos a su intervención en Ucrania: por un lado, en Europa hay un hartazgo creciente hacia el modelo sociopolítico en general y hacia la UE en particular; por otro lado, existe también un rechazo generalizado hacia EEUU como potencia hegemónica y sobre todo hacia su política exterior. Esto ha dado credibilidad a la propaganda moscovita entre una buena parte de la población europea que, ansiosa de “información antagonista”, se ha tragado, como si de verdades divinas se tratasen, toneladas de información tóxica elaborada por el FSB y desparramada a los cuatro vientos gracias al control que Putin ejerce sobre la práctica totalidad de los medios de comunicación rusos y al despliegue de todo un auténtico ejército de ciberactivistas, sin duda muy bien remunerados.

Por su parte, el bando proputin ha ido elaborando una serie de argumentos, más o menos burdos, para tratar de atraer a la audiencia patriota hacia la causa rusa. Aunque está por ver cómo Putin puede garantizar mejor los intereses de España y del resto de Europa. Todos estos argumentos están destinados a presentarnos a Moscovia como a un auténtico paraíso en la Tierra y última esperanza para salvar a Europa de la decadencia, a Putin como a un nuevo Mesías, y, de forma más sutil, al Eurasianismo (y por extensión a la Cuarta Teoría Política de Alexander Dugin) como a su sostén ideológico y a la única alternativa al modelo liberal capitalista. En líneas generales podríamos concretar una media docena de mantras:

1. En Ucrania manda la OTAN/EEUU/Sionismo/UE. Los patriotas ucranianos son partidarios de esos entes o unos tontos útiles del sistema.
2. Ucrania es un Estado fallido / Ucrania es un Estado artificial y antihistórico. 
3. Rusia es contraria al NOM. Un mundo bipolar/multipolar es mejor que uno unipolar.
4. Todo en “Occidente” es malo, y todo lo malo que pasa en el planeta es fruto del “mundo occidental”.
5. El Eurasianismo/Rusia es la única esperanza para Europa.
6. El “tercerposicionismo” está agotado. La única alternativa real es la Cuarta Teoría Política (CTP). La geopolítica es lo único que importa, no la ideología.

Querría hacer unos breves comentarios sobre todos ellos.

EN UCRANIA MANDA LA OTAN/EEUU/SIONISMO/UE. LOS PATRIOTAS UCRANIANOS SON PARTIDARIOS DE ESOS ENTES O UNOS TONTOS ÚTILES DEL SISTEMA.

Como ya mantuve en el artículo al que titulé Enemigo mío, no creo que las revueltas en Ucrania hayan estado patrocinadas por ninguno de estos agentes, si bien a posteriori todos ellos han pretendido y pretenden sacar partido de la situación. Las verdaderas raíces del conflicto son otras. Las más superficiales las podemos encontrar en el rechazo del pueblo ucraniano a que su Estado continuase siendo mangoneado por una élite heredada de época soviética (minoría étnica rusa y agentes rusos), y que estaba a las órdenes de una potencia extranjera (Rusia). Precisamente una de las razones que han hecho que el conflicto se haya enquistado con los meses es la negligencia con que las autoridades ucranianas (prorrusas) han tratado durante las dos últimas décadas a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.

Hasta 2014 el ejército ucraniano estaba copado en su mayoría por oficiales de la minoría rusa, muchos de los cuales trabajaban directamente a las órdenes de Moscú; los servicios secretos eran una extensión de la FSB rusa; y los equipos y material militar apenas habían sido modernizados en los últimos veinte años. Ucrania no estaba preparada para una guerra. Sin duda,  Rusia, sabedora de las pocas simpatías que su política exterior tiene entre la mayoría de ucranianos, llevaba muchos años debilitando las defensas de su potencial enemigo, para lo que se valió de la "quinta columna" rusa en el país.

Tras la espantada de Yanukovich, el gobierno provisional de Kiev ha tenido que reconstruir al Ejército y la Policía prácticamente desde cero, tiempo que los rebeldes prorrusos han aprovechado para, con el inestimable apoyo del ejército ruso, hacerse fuertes en algunas regiones del este del país. En esta reconstrucción militar los batallones de voluntarios ucranianos han tenido un papel protagonista. De hecho, si el avance prorruso no ha sido mayor aun ha sido precisamente gracias a los batallones de voluntarios, que han supuesto un auténtico tapón y han evitado que más ciudades o comarcas se rebelaran contra Kiev. Existen más de una veintena de batallones, varios de los cuales están integrados en su mayoría por patriotas de tendencias heterogéneas. Los más activos y nutridos son los batallones Donbass, PS, C14, y el regimiento Azov. Miles de “camaradas” ucranianos (¡y rusos!) que, teniendo mucho que perder (familia, trabajo y la propia vida) lo han dejado todo por ir al frente a defender a su Patria y la Revolución iniciada hace un año por ellos mismos. Es a ellos a los que deberíamos apoyar, no a los plutócratas de Kiev.

De hecho, si la guerra se ha alargado no sólo ha sido por la lamentable situación de la que partía el ejército ucraniano, sino por la más que evidente intención del gobierno de Poroshenko de provocar que los batallones de voluntarios formados por veteranos de las revueltas de Maidan, fuesen diezmados en el frente, pues éstos ya le han advertido que tras la guerra exigirán “cambios profundos en el país”. Hace tiempo que perdí la cuenta de los casos en los que estos batallones, apenas equipados con armametnto ligero y  un puñado de BMR han sido dejados a su suerte por el ejército regular ucraniano. Gracias a Dios están comandados por gente valiente y competente, que no está dispuesta a satisfacer a Poroshenko.

No sé si el Ejército ucraniano tendrá el apoyo de la OTAN, pero estos batallones por no tener no tienen ni el apoyo de su artillería cuando la necesitan. Y la mayor parte de su material de guerra lo han conseguido gracias a las donaciones y ayudas del pueblo ucraniano y a la solidaridad de los “camaradas” europeos. Ni Kiev ni Washington les han mandado una sola manta. Esa es la realidad.

Por otro lado, las raíces más profundas escarban una vieja enemistad de décadas o siglos entre ambos pueblos.

UCRANIA ES UN ESTADO FALLIDO / UCRANIA ES UN ESTADO ARTIFICIAL Y ANTIHISTÓRICO.

Es totalmente falso que Ucrania sea un Estado fallido. No lo es, pero puede llegar a serlo, gracias a la desestabilización originada primero por las revueltas y después por la guerra. ¿Es la Siria de Bashar al-Asad un Estado fallido? ¿Lo era el Iraq de Saddam Hussein? ¿Y la Libia de Gadaffi? No, ninguno lo eran. Cualquier Estado puede pasar a ser fallido si se lanza la cantidad adecuada de TNT. En este caso es Rusia la que lo está haciendo fallar.

Por otro lado, Ucrania no es una Nación antihistórica. Algunos ucranianos opinan justo lo contrario, que la antihistórica es Rusia, que para empezar debería de llamarse Moscovia, pues se han apropiado del etnónimo, derivado de la Rus de Kiev, Estado medieval que tanto rusos, como ucranianos y bielorrusos consideran la génesis de sus respectivos países.

Algunos pretenden justificar tal idea en que Ucrania es un Estado de reciente creación desgajado de la URSS; y que, por lo tanto, su territorio fue “robado” a Rusia. Esta afirmación desprende un tufillo imperialista inaceptable para cualquier nacionalista europeo, amén de que olvida que Ucrania ya intentó fracasadamente formar un Estado en el siglo XIX y que lo logró, aunque de manera efímera, y prácticamente con las mismas fronteras actuales (salvo Crimea), en 1918 en plena Guerra Civil Rusa.

Cabría preguntarse entonces si Grecia, Irlanda o la mismísima Italia son nacioes antihistóricas, debido a su reciente creación como Estados independientes. O siguiendo la misma lógica, también habría que suponer que Putin va a devolver todos esos territorios ganados por Rusia a otras naciones europeas desde 1917. No es precisamente Rusia el Estado más viejo de Europa ni sus fronteras han sido las más estables en sus tres siglos de existencia.

De todas formas, y como ya apunté en su día, es absurdo usar la Historia como argumento, pues posiblemente haya razones que validen ambas posturas, y las discusiones historicistas no nos van a ayudar a concretar un punto de encuentro. No obstante, Dios mediante, y si la salud me respeta, desarrollaré este asunto de forma más detallada en otro artículo sobre el que estoy trabajando, si bien, no puedo prometer fecha de publicación.

RUSIA ES CONTRARIA AL NOM. UN MUNDO BIPOLAR/MULTIPOLAR ES MEJOR QUE UNO UNIPOLAR.

Decir que la Rusia de Putin es contraria al NOM es realmente una broma. La hidra tiene numerosas cabezas y las leyes rusas sobre “ideas extremistas”, “holocaustos”, “multiculturalidad”, etc, son la mayor prueba de que Moscú hoy en día es una cabeza más. Las cabezas de la hidra también se muerden entre ellas, es su naturaleza, no un indicador de ser otra cosa. Rusia llevaba unos años recibiendo muchas dentelladas por parte de las demás y lo que Putin desea es que Rusia vuelva a poder competir, no hacer una inversión de valores.

Es asombroso que algunos insistan en hacernos creer que Putin va a salvar a Europa, cuando hasta ahora lo único que ha hecho ha sido dividirnos, enfrentando a los europeos, enfrentando incluso a los patriotas de las naciones de Europa, y maltratando a Ucrania como si fuera su colonia en el tercer mundo. Vosotros, putinianos, sois la contrarrevolución. Vosotros alimentáis a la bestia del NOM esgrimiendo mentiras y recurriendo al engaño, que son armas del maligno.

¿No sería más lógico que Putin, en vez de provocar división, apoyara a aquellos que en Europa (incluida Ucrania) encarnan unos valores semejantes a los que algunos dicen que su Rusia representa? Sí, es cierto que da su apoyo a algunos grupos como el Frente Nacional francés, pero también hace lo mismo con otrso grupos de extrema izquierda (véase Syriza), de valores contrapuestos, lo que denota que lo hace no por lo valores que aquéllos defienden, sino por el antieruopeísmo que todos encarnan.
La multipolaridad del mundo no tiene por qué hacerlo a éste mejor. Mucho menos asegura nada para un plato tan apetecible para todas las potencias como es Europa. Lo único incuestionable es que si en un mundo multipolar Europa no es uno de esos polos (y no un satélite de nadie), tiene los días contados. En tal caso a Europa poco más o menos le dará cuántas superpotencias o “civilizaciones” se repartan el planeta.

TODO EN “OCCIDENTE” ES MALO, Y TODO LO MALO ES FRUTO DEL “MUNDO OCCIDENTAL”.

Primero habría que concretar qué concepto de “Occidente” es el que manejamos, pero aquí no ha lugar, si bien por regla general los rusos suelen equipararlo a Europa, entendido como un ente ajeno a Rusia.

Como fuere, es innegable que “Occidente”, con todos sus defectos y miserias, tiene muchas más cosas buenas que otras civilizaciones. ¿Es la Rusia de Putin un modelo social, económico o político ideal? ¿Es realmente mucho mejor que lo que tenemos en Europa occidental en algún aspecto? Tengo conocidos que han emigrado por distintas razones a otras partes de Europa o a EEUU. A nadie conozco que se haya ido al paraíso putiniano.

En lo político Rusia es un país en manos de una casta de oligarcas (distintos de los de la época de Yeltsin, pero oligarcas, al fin y al cabo), y con una legislación digna heredera de los “procesos de Nüremberg”. Las cárceles putinianas están repletas de patriotas rusos, la mayoría de los cuales han sido detenidos sobre todo a raíz de las revueltas de Kiev, por el miedo a un contagio revolucionario. En lo social Rusia es un país en descomposición; un país con unas desigualdades sociales astronómicas, tan multicultural como lo pueda ser un país de Europa occidental, y que tan sólo ha logrado frenar su sangría demográfica en los dos últimos años,  pero no por el aumento del número de nacimientos, sino por el alargamiento de la esperanza de vida de sus ciudadanos. Hasta hace tan sólo un lustro los índices de mortalidad rusos eran los propios de un país tercermundista. Y tercermundista es la economía rusa. Es un país con una tecnología obsoleta en muchos campos (incluido varias ramas militares), cuya riqueza (al nivel de Italia) se basa casi exclusivamente en la exportación de materias primas. A Rusia le va a costar dos generaciones ponerse al nivel científico y tecnológico de EEUU, Europa Occidental o Japón.

La idea del “malvado occidente” es una idea eurófoba que podemos rastrear en el nacionalismo ruso tradicional desde al menos el siglo XVII, así como en el antilatinismo de las Iglesia Ortodoxa –tan vinculada a aquél- desde la Edad Media. Esta idea se encargó de perpetuarla la Unión Soviética durante la Guerra Fría, y lógicamente pervive entre buena parte de la población rusa. Este ancestral rechazo ruso hacia el occidente Europeo se debe a los reveses políticos y militares sufridos desde el siglo XVII contra suecos, polacos, alemanes, etc… y fue la razón por la que Rusia giró la dirección de su expansión primero hacia el Sur y después hacia el Este, cambiando su vocación europea, por la asiática. De ahí que esté muy viva la idea de que Rusia no es Europa, sino Eurasia.

Desde el siglo XVIII hasta hoy entre los rusos el europeísmo tan sólo ha sido defendido por dos tendencias políticas: los liberales y los fascistas, incluso en ambos casos con matices. Todas las demás ideologías, desde la derecha tradicionalista a la izquierda nihilista, han sido –son- profundamente antieuropeas. Curiosamente, como he dicho, hoy las cárceles rusas están repletas de ambos: liberales y fascistas.

Esta primera generación postsoviética de líderes rusos está profundamente contaminada por una visión antioccidental (y antieuropea) del mundo, bien por influencia soviética, bien por reminiscencia de la última Rusia zarista. O dicho de otra forma, la Rusia de Putin tiene una cosmovisión del mundo fundamentalmente rusocéntrica, no eurocéntrica.

EL EURASIANISMO/RUSIA ES LA ÚNICA ESPERANZA PARA EUROPA.

No soy ruso ni eslavo. Ni soy ortodoxo. No soy turco, ni kazajo, ni siberiano, ni caucásico. Por lo tanto, no puedo identificarme con el proyecto euroasiático tal y como es concebido por los eurasianistas putinianos. La reflexión la hago tras haber leído dos docenas de artículos sobre el Eurasianismo y la CTP, y un puñado más de entrevistas al filósofo ruso Alexander Dugin, incluida su conversación al respecto con el francés Alain de Benoist. De momento no me he atrevido con su libro editado por Nueva República.

El exprofesor de la Universidad Estatal de Moscú deja muy claro repetidamente que su proyecto eurosiático, que inspira hoy la agresiva política exterior de Vladimir Putin (Dugin acaba de publicar un libro con el elocuente título de Ucrania, mi guerra) no es en realidad un proyecto que pretenda unir a todas las naciones europeas en un mismo bloque geopolítico, sino una reedición del imperio ruso-soviético, contrapuesto a Europa. Digo Europa y no “el resto de Europa”, porque la idea fundamental del eurasianismo es que “Rusia no es Europa”. Tomaré como ejemplo algunas de las afirmaciones hechas por Dugin en esta entrevista.

Dice Dugin que «Eurasia es el territorio del antiguo Imperio Ruso o de la Unión Soviética. Lo llamamos en otros términos la Gran Rusia». Es decir, Eurasia no es la suma de Europa y Asia (lo que sería unaconcepto exclusivaemtne geográfico), pues no incluye a Europa occidental, ni central, tan sólo a la Europa del Este, o sea, a la Europa que históricamente estuvo bajo el dominio o influencia rusa primero, y bajo la bota soviética después.

Por si no quedara claro, Dugin continúa afirmando que «hablamos de una civilización común euroasiática no sólo de los rusos, los eslavos y los pueblos ortodoxos, sino también de los pueblos turcos y los aborígenes de Asia Central, Siberia y el Cáucaso». Ni catolicos ni germanos ni latinos ni célticos, que somos la base del occidente europeo, formamos parte de Eurasia.

También afirma que «el gran espacio típico es Europa; y la unión de EEUU, Canadá y México; América Latina unida; la Gran China; la Gran India; y en nuestro caso es Eurasia». O sea, que Dugin distingue entre Europa y Eurasia, que, como hemos visto antes, es la Gran Rusia, el antiguo Imperio Ruso. Para él son dos entidades diferentes, e incluso contrapuestas.

¿Qué narices hace, por lo tanto, un patriota español o un nacionalista europeo apoyando un proyecto que no nos incluye y que resualta ser una reedición del imperialismo ruso? Para un nacionalista europeo Rusia no puede ser concebida como una civilización en sí misma ni desgajada de Europa. Rusia es una nación, una gran nación que fue un imperio. La civilización es Europa (incluida Rusia), y, por lo tanto, el bloque geopolítico es el Viejo Continente.

Las contradicciones y ambigüedades del Eurasianismo son constantes. ¿Desde cuándo México no es América Latina? ¿Y por qué hay mapas del “bloque eurasiático” que incluyen toda Europa además de Arabia, China y la India? ¿Éstas últimas no eran civilizaciones y bloques geopolíticos en sí mismas?

Este neoeuroasianismo se aleja, por lo tanto, del europeísmo de Thiriart (entre otros), y la idea de unidad geopolítica de todos los pueblos europeos entre Dublín y Vladivostok, y sin la hegemonía de ninguno de ellos. Por lo tanto, no debería ser compartida por ningún nacionalista europeo, como tampoco compartimos las teorías atlantistas o las árabo-musulmanas, ajenas al espíritu y la civilización europea, o como no podríamos convertir el hispanismo español en un proyecto político paneuropeo, pues un finés jamás encontraría semejanzas con un boliviano. Un español eurasianista se me hace tan cretino como uno que sea partidario de la doctrina Monroe o del expansionismo chino, por mucho que este último suponga acabar con la hegemonía alcanzada por el primero.

Pero es que además existe un matiz muy importante entre el imperialismo ruso y otros imperialismos europeos. Éstos fueron fundamentalmente extraeuropeos, se desarrollaron sobre todo hacia el exterior, hacia otras regiones del mundo, por lo que una reedición de los mismos tampoco tendría que afectar demasiado a la consecución de un proyecto paneuropeo. En cambio, el imperialismo ruso es en gran medida intraeuropeo, y se basó en el sometimiento de otros pueblos europeos. La práctica de este imperialismo era un problema en el siglo XVIII, lo fue en el XX y lo es en el XXI, pues nos lleva a conflictos civiles como los de Georgia o Ucrania, lo que supone un importante contratiempo para una teórica unificación europea. Salvo que consideremos que Ucrania o Georgia son peones a sacrificar y que podemos repetir los errores del pasado pues tal unidad (política o geopolítica) puede basarse en la preponderancia de una potencia (Rusia) sobre los demás, en función de una ideología fundamentalmente antieuropeista.

¿Qué es, pues, el eurasianismo? Para los rusos es una ideología que prentede reeditar su Imperio perdido, Pero más allá de Rusia es el cebo utilizado para que los desesperados nacionalistas europeos acepten cambiar de amo. Una patraña ideológica ajena al espíritu europeo. Ni más ni menos que chauvinismo.

EL “TERCERPOSICIONISMO” ESTÁ AGOTADO. LA ÚNICA ALTERNATIVA REAL ES LA CUARTA TEORÍA POLÍTICA (CTP). LA GEOPOLÍTICA ES LO ÚNICO QUE IMPORTA, NO LA IDEOLOGÍA.

Para acompañar la patraña eurasianista el señor Dugin se ha inventado una “cuarta teoría política” que no pretendo desmontar aquí de forma exhaustiva. Según esta CTP, el “tercerposicionismo” –como el liberalismo y el socialismo- está agotado. En adelante la lucha no será ideológica, sino entre grandes bloques geopolíticos (¿volvemos al siglo XVIII?). En mi opinión esto carece de todo sentido, pues no explica en función de qué tipo de intereses se debrían crear las alianzas geopolíticas, si bien sí que explicaría por qué en Donbass comparten trinchera fascistas y antifascistas.

Como hemos visto, el bloque geopolítico que Dugin defiende es el eurasiático, y su único leit motiv es acabar con el liberalismo. Pero ¿a qué precio? ¿qué modelo político, económico y social alternativo nos propone Dugin? ¿es qué acaso la Rusia de Putin no es esencialmente otra forma de capitalismo? Nada de esto está claro y las contradicciones y vaguedades son numerosas. La CTP más parece puro nihilismo (¡Antiliberales del mundo, uníos!), que un conjunto de pensamiento bien estructurado.

En los años 90 las pajas mentales se las hacían algunos con Jean Marie Le Pen («¡Nacionalistas del mundo, uníos!»), que aun siendo un gran tipo, demostró en varias ocasiones no tener ni pajolera idea de política española. Ahora, en pleno siglo XXI la última moda es seguir a Putin, el vaquero que vino del Este. En los 90 todo el mundo sabía de metapolítica. En el siglo XXI todo el mundo es un experto en geopolítica.

Quien no apoye éstas tan vanguardistas y prometedoras teorías corre el riesgo de ser tildado de ciego, tonto útil, hooligan, facha, nazi, eurosionista, reaccionario, nostálgico o inmovilista. Cuando la verdad es que sólo somos hombres que luchamos por mantenernos fieles a unos principios morales y a una forma de ser que consideramos eternos.

Слава Україні!!!
¡¡¡Arriba Europa!!!

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