martes, 22 de noviembre de 2016

Bajo las banderas de Borgoña: españoles en la división SS valona de Léon Degrelle 1944-1945

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 Los últimos meses de la contienda, los más duros y sangrientos, un puñado de
españoles sirvieron bajo las órdenes de Léon Degrelle portando el uniforme de las
Waffen-SS europeas. Epopeya que muy pocos conocen y que salvará el honor de España
ante la Historia.
 Hubo cerca de 1.200 españoles en total combatiendo en todos los frentes, en la SS y
en la Wehrmacht, en Italia y Francia, en Berlín y Pomerania, en Yugoslavia, en Hungría
y Eslovaquia. Casi todos caerán en los postreros combates, oportunistas y desesperados,
algunos, pero la mayoría idealistas dispuestos a defender a Europa. Desgraciadamente
tras la guerra ni los divisionarios querían recordarlos (ellos no se quedaron) ni el
régimen (empeñado en congraciarse con Washington) y fueron relegados al olvido.
 Conforma otro de esos desconocidos episodios de la participación de españoles en la
Cruzada contra el comunismo durante la Segunda Guerra Mundial, la aparición de una
compañía de voluntarios españoles integrados en la 28. SS-Freiwilligen-GrenadierDivision
Wallonien (en francés Wallonie) que comandaba el entonces Teniente Coronel
de las Waffen-SS (SS-Obersturmbannführer) Léon Degrelle. (1)
 Tras la retirada de la División Azul en 1943 y su sucesora, la Legión Azul, en 1944,
un nutrido grupo de españoles deciden proseguir el combate contra el comunismo en las
filas del ejército alemán. Es difícil calcular su número pero no es exagerado estimar en
cerca de medio millar el número de voluntarios.
 Los encontramos en varios lugares de la geografía europea, en la Werhmacht (en los Cárpatos y los Balcanes) pero también en
las Waffen-SS (mayormente en unidades antiterroristas en Francia, donde sufrieron
fuertes pérdidas) Al acercarse el final de la contienda, con la retirada de Francia ante el
avance aliado, se decide aprobar la propuesta de Degrelle de agrupar a estos españoles
en su división valona. Esta unidad se había convertido, en esos últimos meses, en un
comodín donde podían enviar los reclutadores de las Waffen-SS restos de voluntarios
rusos blancos, franceses, flamencos incluso, italianos y ahora españoles.
 El encargado de contactar con los españoles fue un belga nacionalizado español,
Antonio Alfonso van Horembeke, que había participado en la Guerra Civil Española y
que al estallar la guerra contra Rusia decidió alistarse nuevamente. Combatió en las filas
de la Wallonien en Estonia y entabló contacto con Degrelle a través de un suboficial
valón, Paul Kehren, que había también estado en España durante la guerra. Degrelle
inmediatamente aceptó la idea y le encargó esta misión. Van Horembeke se entrevistó
con el SS-Ostuf. (Teniente Primero) Luis García Valdajos, un vallisoletano de veintiséis
años que había combatido en la Guerra Civil Española, donde ascendió hasta teniente
provisional, en la División Azul, aunque fuera como simple recluta. García Valdajos
estuvo destinado como oficial en las compañías españolas antiterroristas durante 1944
y, sin servicio activo desde la retirada de éstas al caer Francia, asignado a las oficinas
centrales (SS-Hauptamt) de Berlín. En septiembre o principios de octubre de 1944 se
entrevistaba García Valdajos en el Hotel Adlon de la capital del Reich con Léon
Degrelle, que le convence para incorporarse en su división. El 1 de noviembre es la
fecha de incorporación oficial a la unidad. (2)

- 1 -
La compañía española

 Junto a Kehren y Van Horembeke, García Valdajos viajará a diversos lugares donde
había españoles dispuestos a alistarse, convirtiéndose pronto en el comandante de facto
de la operación de reclutamiento. En sus memorias Van Horembeke narra que
“tras varios viajes a Austria alternados con otros a otros lugares del territorio alemán,
conseguimos formar dentro de la división valona una unidad casi independiente y
comandada exclusivamente por españoles.” (3) A finales de noviembre de ese año el
primer contingente de voluntarios españoles estaba dispuesto y concentrado en los
cuarteles de los valones en Breslau (la actual Wroclaw polaca) Se trataba de cerca de un
centenar de hombres, muchos de ellos antiguos divisionarios a cuyo mando estaba el
SS-Ostuf. García Valdajos. En las memorias del SS-Sturmbannführer (Comandante)
belga Franz Hellebaut, que era el máximo oficial de carrera en la división y verdadero
organizador de la división, la llegada de estos españoles es destacada, aunque no aporta
nada sobre su participación. Escribe Hellebaut sobre los españoles que a finales de 1944
“el Batallón 70 vio llegar a un centenar largo de antiguos combatientes de la División
Azul que Degrelle había descubierto en Viena y que había invitado a unirse a sus
borgoñones habiendo recibido permiso para formar una tercera compañía.” (4)
 Como oficial de enlace con los mandos belgas estaba el SS-Ustuf. (Alférez) Rudi Bal,
que comandó un tiempo una sección de la disuelta, por falta de efectivos, 2
da. Compañía
y que hablaba español al haber vivido en Argentina. Caería en combate el 6 de marzo al
frente de sus hombres. García Valdajos, que no entraría en combate y que su misión era
más de organización, no seguiría a sus hombres cuando fueron comandados al frente a
finales de enero de 1945. Quedándose en Remagen, hizo que este oficial belga
comandase de facto a los españoles las próximas semanas. (5)
 Se decidió que los españoles formarían parte del único batallón existente del
70 Regimiento de Infantería SS de la división - en la nomenclatura militar I/70 -
a cuyo mando estaba el SS-Hstuf. (Capitán) Robert Denie. Los efectivos españoles, dado
que podían cubrir los efectivos de una compañía (por aquella época las compañías ya se
formaban con menos de un centenar de hombres a diferencia de los ciento sesenta que
se exigía al principio de la guerra), se les incluyó como la 3ra. del Batallón.
 Sin embargo, antes de entrar en combate y mientras recibían instrucción, un grupo de
voluntarios italianos - emigrantes residentes en Bélgica y trabajadores italianos en
Alemania alistados en la división de Degrelle - obtuvieron permiso para viajar a Italia e
incorporarse en las Waffen-SS italianas. Junto a esta treintena de italianos, una decena
de españoles al mando del SS-Oscha. Camargo y el SS-Uscha. Martínez también les
seguirán y servirán en la 29 Waffen Grenadier Division de las Waffen-SS (Italiana Nro. 1)
los últimos meses de la guerra, pero esta es otra historia...

La batalla de Stargard

 A finales de enero de 1945 los escasos efectivos de la Wallonien (apenas un
regimiento reforzado) se desplazan por tren hacia Pomerania para detener mediante una
desesperada contraofensiva el irremediable avance ruso que amenazaba con arrollar las
débiles defensas alemanas al norte de Berlín. El 2 de febrero desembarcan en Stettin (la
actual Szcezin polaca), al norte de Stargard, donde se desarrollará una de las más
sangrientas batallas de la guerra con la participación de la casi totalidad de los
voluntarios europeos de las Waffen-SS. Allí se concentrarán a los holandeses, a los
- 2 -
flamencos, a los escandinavos de la Nordland, y a los españoles y valones además de
otros voluntarios europeos. Durante un mes largo combatirán codo a codo contra el
comunismo en primera línea en lo que se ha denominado la Batalla de Arnswalde. (6)
 A Stettin fueron llegando nuevos contingentes de españoles hasta completar la
3
ra. Compañía, que sería íntegramente española, e incluso una sección independiente que
sería agregada a la 1ra. Compañía del SS-Ustuf. valón Albert Steiver. Desgraciadamente
los españoles llegaban sin armamento y hubo algunos con escasa preparación militar
- estima este oficial que unos veinte - por lo que se estimó más conveniente devolverlos
a su origen. Las memorias inéditas de este oficial (bautizadas expresivamente
Krüssow 1945: Wallons... et espagnols!) nos servirán para seguir los pasos de la
creación de esta unidad. Dado que el SS-Hstuf. Denie estaba ausente, Steiver asumió el
mando del batallón y la misión de organizar a los españoles debiendo hacer una larga
marcha de 35 kilómetros hasta Stargard para llegar a sus posiciones.
 Al frente de las tres secciones que componía la unidad estaban los
SS-Oscha. (sargento primero) La Fuente y Lorenzo Ocaña a los que no se les convalidó
sus rangos de oficial en las Waffen-SS. Como comandante en funciones de la compañía
estaba el SS-Oscha. español Botet, al mismo tiempo jefe de la 1ra. Sección. Otros
oficiales y suboficiales españoles en esta compañía, aunque tampoco con el rango,
estaba Pedro Zabala, Cabrejas, el brigada Juan Pinar y algunos más así como
van Horembeke, que se reincorporó tras cumplir su misión de recogida de voluntarios.
En total calcula en sus memorias Steiver que llegaron unos doscientos sesenta hombres
a Stettin, aunque parece ser una cifra excesiva en unos momentos en que los
combatientes valones en esa zona del frente apenas si superaban el millar de hombres.
Los efectivos españoles permitieron que se constituyera una cuarta sección de españoles
al mando del Sargento Abel Ardoos (el propio Steiver reconoce que el apellido puede
estar erróneamente escrito, pudiendo ser Ardoz) Fueron equipados con ametralladoras
pesadas, caza-carros, y hasta una cocina de campaña, algo muy apreciado
por entonces. (7)
 La 4
ta. Sección, comandada por el ya entrado en edad Ardoos y que “poseía algunas
nociones de francés y alemán” - recuerda Steiver - fue agregada como unidad de apoyo
a la 1ra. Compañía de Steiver durante los combates de febrero-marzo en la
Batalla de Stargard, combatiendo en las líneas de defensa de los alrededores de la
ciudad. El relato del oficial valón es revelador del coraje y bravura que mostraron los
españoles en primera línea, en pleno invierno, destruyendo tanques enemigos, con
patrullas temerarias, deteniendo una y otra vez a las hordas rojas: “Las patrullas de
españoles, no siempre muy discretas y sobre todo de una temeridad excesiva - solían ir
más allá de las órdenes recibidas - tuvieron numerosos heridos y las bajas se
multiplicaban”, nos dice Steiver, agregando que “los españoles se lanzaron al asalto en
la noche, creyendo que encontrarían a Iván dormido, pero éste, por el contrario, los
recibió con granadas y fuego de los Kalashnikov. Resultado: dos muertos - que a duras
penas pudieron traer a las líneas propias - y tres heridos graves...” En otro episodio los
españoles, con las Panzerfaust (bazokas) en mano, avanzaron contra un grupo de T-34
soviéticos destruyendo uno, alcanzando a otro y haciéndoles retirarse.
Hacia Berlín

 El 4 de marzo se abandonaba Stargard, los últimos en proteger a las masas de civiles
en retirada y a las tropas que se replegaban, fueron los valones y españoles. Veintiocho
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días de combates, cuerpo a cuerpo, en los que los españoles estarían en determinado
momentos asignados junto a la 1ra. Compañía a la División SS Frundsberg. Las pérdidas
de los españoles sería cercana al 90 % en su corta estancia en el frente con la
Wallonie. (8) Una cifra que seguramente sería similar en la 3ra. Compañía, la española,
que estaba en la misma zona del frente. La escasa documentación que tenemos hoy
sobre los voluntarios españoles no nos permite conocer los nombres de estos caídos
españoles pero su número debió de ser elevado. Al mismo tiempo que el I/70 era
disuelto y sus últimos hombres capaces de luchar transferidos a otras unidades de la
división - que ya apenas si era un batallón reforzado - los españoles recibían la orden de
abandonar a los valones.
 Los mismos oficiales valones desconocen la fecha ni las razones por la que se ordenó
la retirada de las secciones españolas de la división pero se materializó hacia los
primeros días de marzo aprovechando que las unidades del III Cuerpo Germánico de
las SS se replegaba hacia Berlín. De esta manera la SS Wallonie debió ceder de sus
mermadas unidades a los españoles que se encaminaron hacia la capital del Reich donde
participarían muchos de ellos en la última batalla defendiendo el búnker de la
cancillería, también junto a centenares de otros voluntarios europeos encuadrados en el
mítico SS Einsatzgruppe Ezquerra.
(9)
 Léon Degrelle apenas si hizo mención pública de la participación de estos españoles
en su unidad, y cuando lo hizo siempre intentó ensalzar su participación, incluso si ello
no fuera absolutamente correcto desde un punto de vista histórico. Una de estas
ocasiones la encontramos en una entrevista concedida en 1969 al diario madrileño
Arriba donde ante la pregunta sobre si tuvo españoles bajo su mando respondió:
“Mandé un grupo al final de la guerra. Unos mil. Hice un batallón y les mandé hasta el
último día de la guerra. El día que se acabó la guerra les mandé en dirección a los
americanos, siguiendo el curso del río Wesser. No sé qué fue de ellos. Algunos se
debieron perder en la bifurcación a Berlín. Lo que sí sé es que el día que murió Hitler
había españoles en el búnker.” (10)
 No todos los españoles de la Wallonie fueron apartados de la unidad, algunos
desperdigados en los pelotones de la misma combatirían hasta el final, en mayo, bajo las
banderas de los borgoñones. Con ellos finalizaba una epopeya que merece constar en los
anales de la historia militar española y que nos muestra una vez más la hermandad de
armas entre españoles y valones, el vínculo de sangre que unía a Degrelle con España.
Cuando todos traicionaban sus ideales unos pocos combatían contra unas fuerzas
superiores, como Degrelle y sus borgoñones España también estuvo presente en este
combate final por la libertad de Europa. Su divisa, como la del cerca del medio millón
de voluntarios europeos de las Waffen-SS, fue: “¡Nuestro honor se llama fidelidad!”

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