lunes, 1 de mayo de 2017

1° DE MAYO DÍA DEL TRABAJO Y DE LA UNIDAD NACIONAL ( MANS)

LA NOBLEZA DEL TRABAJO

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Para muchos el trabajo es una maldición o una pesada carga que cumplir. El liberalismo hizo suya esta falsificación al afirmar que el trabajo no es más que mercancía, que se debe vender al precio que “fije” la oferta y la demanda. El burgués considera al trabajador manual como un ser humano de segundo orden, un mal necesario al que hay que eludir. El olor a sudor y trabajo no es apropiado para las narices de los señores “finos”, éstos son aquellos que explotan ávidos de lucro al trabajador y engordan con su sudor. El abismo entre capital y trabajo es espantosamente hondo.

De un lado esta el trabajo, despojado de todo valor ideal y de todo sentido ético, sentido más y más como carga agobiante, como estupidez digna de lástima. Del otro lado el capital en manos de miserables, que bailan la demencial danza alrededor del becerro de oro, cuyas máquinas machacaban día y noche al ritmo de “lucrar vorazmente, lucrar vorazmente”. ¡Ninguno de ellos piensa en crear valores a través del capital, para el pueblo y la nación, y dar así al capital un fundamento moral!

El Nacional-Socialismo conoce sólo una nobleza: la nobleza del trabajo, la nobleza de hacer las cosas bien.

Camarada, dondequiera que estés trabajando, en la galería de la mina, en la obra, al volante de un camión, junto al retumbante yunque, o al arado, en el escritorio o detrás del mostrador, noble es todo trabajo, y el barrendero no es de nobleza menor que el consejero de Estado siempre que dé el justo sentido a su trabajo y lo haga bien.

¡Trabajo es felicidad, trabajo es alegría! Bajo este pensamiento ha de estar tu labor diaria.

Trabajador manual: no subestimes tu actividad, también ella es necesaria, ¿qué resultaría si tuviésemos sólo empleados, sólo trabajadores intelectuales y ningún trabajador manual? También tú eres un importante engranaje en la gran fábrica, también tu actividad es esencial para el bienestar del pueblo.

¿Te avergüenzas de tu chaqueta sucia de tierra y remendada? ¡Llévala con orgullo, mi camarada! ¡Noble es el sudor que lo impregno, y sagradas son las huellas de tu laboriosidad, y todo remiendo vale como distintivo de honor de tu incansable fatiga!

¡El Trabajo es una bendición! ¿Qué hay más hermoso que producir con ardiente celo? ¿Qué da alegría más pura que ver generarse y crecer algo bajo tus pensamientos y bajo tus manos? Tú obra, ¿qué puede darte mayor orgullo?

Tú no trabajas únicamente por el dinero, entonces serías un triste esclavo jornalero, tú trabajas porque el trabajo es para ti la más profunda necesidad de la vida, porque ves en él un pedazo de la fuerza divina de creación y plasmación, que sobre la gris vida cotidiana te levanta hacia las estrellas.

Trabajo no es sólo deber para ti, es tu sagrado derecho, es un don de Dios. ¡Dichoso de ti si tienes tu espíritu y tus miembros sanos!

Algo infinitamente triste pasa con aquel que no tiene trabajo, y que quisiera producir con manos alegres y sentimiento gozoso y a quien no le está permitido producir, sintiéndose expulsado del círculo de los que actúan y trabajan. Pero él tiene al menos el ansia por el trabajo.

Pero, ¡ay! del que no lleva en sí este deseo y que desperdicia sus días. Y aunque estuviese ataviado con oro y púrpura, su condición es inferior en comparación al del  animal que lucha para cubrir las necesidades y el alimento de su existencia.

El que no quiere trabajar no tiene derecho a alimentarse. “¡Sólo es libre y realmente hombre quien no depende de nadie para existir y vive del fruto de su propio trabajo!”

Sagradas son las cicatrices del soldado, pero no menos sagrados son los callos del hombre de trabajo.

¡SALUDOS CAMARADAS TRABAJADORES!

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