
Los pueblos indoeuropeos, también llamados arios, son una familia de etnias que poseen un origen común, y por lo tanto, comparten una misma composición genética y racial, así como grandes similitudes culturales, tanto religiosas como lingüísticas.
El término protoindoeuropeo se refiere a los individuos pertenecientes a una etnia o grupo de etnias de la Edad de Cobre y la primera Edad de Bronce, que hablaban variantes del idioma protoindoeuropeo, compartían una cultura material y patrones culturales similares y que representan el tronco común del que derivan los pueblos indoeuropeos. Las primeras manifestaciones protoindouropeas se dieron alrededor del 4000 AC.
La cultura indoeuropea era patriarcal y desarrolló numerosas ventajas tecnológicas respecto a otros pueblos, como la ganadería equina, el carro o la agricultura del trigo, y se expandió hasta abarcar el espacio entre el Círculo Polar Ártico, el sur de Portugal y la India. Estos pueblos se expresaban en una lengua con características similares a las que se hablan hoy en la mayor parte Europa, Irán e India, incluyendo lenguas muertas como el latín o el hitita.
La falta de escritura durante el período protoindoeuropeo ha privado a los historiadores de evidencias directas, pero el análisis de las sociedades indoeuropeas, así como la evidencia arqueológica y lingüística, han podido revelar que eran un conjunto de gentes seminómadas que encontró sus fundamentos materiales en el caballo, la rueda, el desarrollo del metal, la agricultura y la ganadería. Poseyeron algunas ventajas intelectuales, físicas y tecnológicas que les permitieron expandirse a costa de otros pueblos.
La cultura comparada permite conjurar que poseían tradición poética, que usaron para cantar las hazañas de sus dioses y héroes que parece ser antiquísima. La cultura indoeuropea constituye la raíz de la civilización europea antigua, así como de la civilización indoirania antigua.
Aunque el término tiene un uso exclusivamente cultural y lingüístico, no debe desestimarse la evidencia genética que asocia la raza blanca al sustrato étnico originario de los pueblos indoeuropeos.
Origen y expansión
Hay muy distintas hipótesis sobre la ubicación inicial (Urheimat), en el tiempo y en el espacio (alrededor de 4000 AEC., en el entorno de la extensa zona esteparia entre Europa suroriental y el Asia central) de las que debieron ser las primeras manifestaciones de lo indoeuropeo: lo protoindoeuropeo; y con ellas, la denominada lengua protoindoeuropea (Ursprache), el pueblo o conjunto de pueblos que la hablaron (Urvolk) y la reconstrucción arqueológica de sus posibles rasgos culturales y sociales.
Algunas culturas protoindoeuropeas eran la Cultura de los Túmulos y las posteriores Cultura de los Campos de Urnas y la Cultura de Hallstatt (considerada como proto-celta), pueblos semibárbaros y tribales que florecieron en Centroeuropa, al norte de los Alpes y al sur de Escandinavia y directamente asociadas a la expansión indoeuropea, al patriarcado y al sustrato genético ario.
Aunque no ha podido ser verificada por la historiografía, la hipótesis de los kurganes es la teoría más completa, documentada y aceptada sobre el Urheimat indoeuropeo, es decir, el lugar de origen y expansión de los indoeuropeos.
Después de haber trabajado como arqueóloga en las estepas ucranianas, Marija Gimbutas desarrolló una teoría completa sobre el origen, desarrollo y evolución de los pueblos indoeuropeos, cuyo origen creyó haber encontrado en la zona que excavó, datada hacia el 5º o 6º milenio antes de nuestra era. Lo llamó "Cultura de los Kurganes", por el nombre que se le da a los túmulos o sepulturas antiguas en la región. Los pueblos de los kurganes habrían desarrollado la movilidad necesaria para ocupar vastas zonas a partir de su maestría en la equitación y su conocimiento y uso de los carros, vehículos que a menudo suelen aparecer enteros o desmontados bajo los túmulos.
El proceso de expansión de ese pueblo nómada o seminómada se habría desarrollado a lo largo de milenios, unas veces a partir de migraciones en masa y otras veces a través de estaciones u ocupaciones intermedias.
Desde su hogar original (las estepas al sur del río Volga) alrededor del año 3500 AEC., una primera rama oriental de los indoeuropeos habría traspasado las montañas del Cáucaso hacia el Sudeste, alcanzando la península de Anatolia, donde floreció la cultura hitita, cuya lengua se ha descifrado por analogía con las europeas. Posteriormente, en torno al año 2500 AEC. se desprendió otra rama oriental, la Indo-Irania, que pasó sucesivamente a Irán, Mesopotamia y la India, donde llegaron en el año 1500 AEC.; en ese viaje hacia el Este se forjaron el idioma sánscrito, el kurdo, y la lengua de los persas, forjadores de un imperio.
La ocupación de Europa por los indoeuropeos debió de hacerse en varias oleadas a partir del año 3000 AEC, cuando se desprenden tres ramas occidentales principales: la Proto-Balto-Eslava, la Proto-Germánica y la Italo-Celta. Ésta última se habría dirigido hacia el Oeste, asentándose en Europa Central hacia el año 2500 AEC, mientras que la Proto-Germánica se dirigía hacia Escandinavia y el mar Báltico. Otra rama, la Helénica ocuparía los Balcanes y Grecia hacia el 2000 AEC.
Algunos de estos pueblos, unidos fuertemente por lazos raciales, lingüísticos y culturales, prosperaron y siguen vivos en mucha gente, a través de la lengua, leyes y filosofía. Otros, como los hititas, florecieron durante varios siglos y luego desaparecieron.
División

Occidentales o europeos
Baltos. Los pueblos bálticos son descendientes de un grupo de tribus indoeuropeas que se establecieron entre el bajo Vístula y el alto Dvina y Dnieper. Debido a su aislamiento geográfico, los idiomas bálticos mantuvieron muchas características arcaicas. Entre los pueblos bálticos se incluyen los modernos lituanos y letones, así como los prusianos, yotvingios, galindios, selonianos, semigalianos, escalvianos, latgalianos y curonios, la mayor parte de sus lenguas se extinguieron en la Edad Media.
Celtas. Los celtas son un pueblo de origen continental. Son los antepasados de la mayoría de los europeos. Al principio estuvieron situados a la altura de la hoy Austria, en el seno de la Cultura de Hallstatt, primera manifestación celta, y posteriormente se expandieron por el continente habitando principalmente en España, Portugal, Francia, Reino Unido, Suiza, Bélgica y zonas de Alemania y Holanda. Algunas tribus celtas son los britanos, los pictos, los escotos, los celtíberos, los helvecios y los galos.
Eslavos. Los pueblos eslavos viven mayoritariamente en Europa. El núcleo de los pueblos eslavos se encontraba situado hasta el siglo VI al norte de los Cárpatos llamados antiguamente en el siglo I por Plinio el Viejo y Tácito, veneti o vénetos. Tras la caída del Imperio Romano y el abandono de varias tribus germánicas de las zonas que ocupaban para trasladarse al sur, junto a una explosión demográfica, las distintas comunidades que constituían esta etnia se trasladaron por todo el continente europeo. Se consideran a algunos países eslavos como Rusia, Ucrania, Polonia, Eslovaquia, República Checa, etc.
Germanos. Conjunto de pueblos que pertenecían al grupo de las tribus que ocupaban la región ubicada al norte del Imperio Romano, conocida como Germania y la península escandinava. Las tribus germánicas más conocidas son los godos (divididos en ostrogodos y visigodos), los sajones, los anglos, los alamanes, los lombardos, los francos, los burgundios, los vándalos, los jutos y los suevos. A pesar de constituir tribus separadas, los germanos poseían características muy similares. Los rasgos característicos de estos pueblos que los unen como familia etno-cultural son su lengua y sus tradiciones paganas. Actualmente se consideran como países germánicos a Alemania, Austria, los países nórdicos y Holanda, si bien muchos países europeos tales como Francia (francos) y España (visigodos, vándalos y suevos) recibieron a lo largo de su historia grandes cantidades de sangre germana.
Helenos. También denominados griegos, son un conjunto de pueblos provenientes del norte de Europa que invadieron la Península Balcánica hacia el año 2000 AEC., habitada a su llegada por varios pueblos no indoeuropeos a los que denominaban pelasgos. Los pueblos helénicos son los aqueos, dorios, jonios y eolios.
Ítalos. Son los diferentes pueblos, tribus y etnias provenientes del norte de Europa que invadieron la península itálica en el siglo XIII AEC. en el contexto de la Cultura de los Campos de Urnas, Las tribus itálicas indoeuropeas son los vénetos, los umbros, los latinos, los oscos, los mesapios, sículos, sicanos, sabinos, faliscos, hérnicos.
Tracios. Su civilización, aún mal conocida, se desarrolló desde el III milenio AEC. hasta el siglo III AEC. Su cultura, oral, hecha de leyendas y de mitos se diferencia de la de otros pueblos de esta época por la creencia en la inmortalidad (el "orfismo tracio" relatado por Heródoto). Los tracios se extendieron a lo largo de la historia por las siguientes regiones: Rumania, Moldavia, Bulgaria, noreste de Grecia, Yugoslavia, Turquía (parte europea), Austria, Hungría, Alemania, Chequia, Eslovaquia, Polonia, Ucrania (hasta el Dnieper), el Volga inferior y Tayikistán. Las tribus tracias fueron los besos, bisaltas, bistones, bitinios, botieos, brigios, cicones, crestoneos, dacios, apulios, carpianos, costobocios, derseos, díos, dólopes, droos, edones, getas, mariandinos, medos, moesios, odomantos, paneos, petos, sapeos, satras, tinios, trausos, tribalos, y se cree que también fueron tracios los agatirsos (tribu escita o mezcla de traco-escitas), dárdanos (mezcla de ilirios y probablemente peonios) y escordiscos.
Orientales
Anatolios. La rama anatolia es considerada la subdivisión más temprana que sufrió el protoindoeuropeo, en una etapa denominada Indo-Hitita o "Protoindoeuropeo Medio", que se encuadraría en la mitad del IV milenio AEC. En el marco de la hipótesis de los kurganes, hay dos posibilidades para explicar cómo estos pueblos llegaron a Anatolia: desde el norte por el Cáucaso, o desde el oeste por los Balcanes. De entre ellos, los que presentan mayor número de vestigios son los hititas. El Imperio hitita floreció en el segundo milenio. Los textos en hitita más antiguos datan del siglo XVII AEC. y los más recientes de c. 1200 AEC. Los hititas eran un grupo bastante pequeño numéricamente, y sus genes pronto fueron superados por los de la población indígena mucho más numerosa con la que se cruzaron, por lo que terminaron desapareciendo de la historia.
Iranios. Los pueblos iranios viven principalmente en Oriente Medio, Asia Central, el Cáucaso y partes del subcontinente indio, aunque pueblos que hablaban las lenguas iranias fueron hallados en el pasado por toda Eurasia, desde los Balcanes hasta la China occidental. Algunos pueblos iranios son los persas, escitas, sármatas, alanos, kurdos, pastunes.
Indoarios. Miembros de un pueblo indoiranio proveniente del noroeste que se asentó en India hacia el 1500 AEC donde establecieron la civilización védica, sometieron a los pueblos aborígenes numéricamente superiores y formaron un sistema de castas, el cual una vez abolido, sufrieron mestizaje. Las tribus indoarias son angas, kalingas, kamboyas, kasis, kurus, licchavis, gandharis, gangaridai, gupta, magadhis, mauria, nanda, pala, satavájanas, shakia y vanga (bengalíes)
Tocarios. Poblaron la cuenca del Tarim en lo que hoy es la Región Autónoma Uigur de Xinjiang, en el oeste de la actual China. Su peculiar cultura se extendió desde cerca el 1800 AEC hasta finales del primer milenio de nuestra era. Introdujeron en China los caballos, el estribo y la metalurgia del hierro. Además de su lengua, los cabellos rubios y pelirrojos de las momias de Tarim son evidencia de su origen indoeuropeo. Los análisis genéticos realizados a estas momias han arrojado linajes paternos R1a, asociados a eslavos e indo-iranios.
Cultura material
El léxico reconstruido del protoindoeuropeo tiene términos para la mayoría de objetos conocidos por los pueblos de Europa central en la Edad del Cobre que vivían lejos de la costa. A partir de un análisis preciso de la distribución de ciertos animales y plantas, y un listado de objetos presentes en su cultural material, se ha intentado ubicar sobre el mapa el origen de los protoindoeuropeos. Sin embargo, actualmente existen diferentes propuestas incompatibles entre sí y a su vez compatibles con la evidencia lingüística disponible, lo que sugiere que la paleontología lingüística por sí misma no puede resolver adecuadamente la cuestión del origen de los indoeuropeos.
Tecnología
La evidencia de las lenguas indoeuropeas sugieren que los protoindoeuropeos conocían el cultivo de cereales y existen palabras para referirse al bronce (*h2éyos) en germánico, itálico e indo-iranio, mientras que no hay ninguna relación para el hierro que se pueda adjudicar a la protolengua. El oro y la plata eran conocidos. No existen demasiados términos comunes para conceptos marineros o de navegación, lo cual sugiere que se trató de una cultura que vivía en el interior del continente.
Un *n̥sis era un arma con filo, originalmente una daga de bronce o, en épocas tempranas, de hueso. Un *ik'mos era una lanza o un arma similar con punta. Palabras para hacha son *H₂égʷsiH₂ (germánico, griego, itálico) y *péleḱus (griego, indo-iranio); estas pudieron haber estado hechas de piedra o de bronce.
Se conocen los términos para rueda (*kweklos) y para carros tirados por animales (*wegh-). Los carruajes de caballos se desarrollaron después de la ruptura de la protolengua, originándose con los protoindoiranios alrededor de 2000 AEC.
Además de tener léxico relacionado con tareas agrícolas, existe un gran número de evidencias de sobre las técnicas textiles, siendo dos tejidos bien reflejados en el léxico la lana (*wlh2nā) y el lino (*linom) y la confección de vestidos (*wes-, *drap-). Las prácticas de tejeduría, costura, elaboración de nudos, etc., fueron importantes y bien desarrolladas, usadas tanto para la producción textil como para la producción de canastas, cercas, vallas, etc. La tejeduría también llevaba consigo una gran connotación mágica, y la magia siempre ha sido expresada y expuesta por medio de metáforas: los cuerpos de los difuntos parecen haber sido literalmente amarrados a sus túmulos para impedir su retorno.
Domesticación de animales
Animales como el lobo y el uro (una especie de bovino de gran tamaño) eran importantes para los pueblos indoeuropeos.
La sociedad protoindoeuropea dependía de la ganadería. El protoindoeuropeo cuenta con términos para denotar al ganado bovino: *gwow- 'vaca, buey' y *tauros 'toro', y al ganado ovino: *h2owi-. También conocían los caballos (*ekwos 'caballo') y los cerdos (para los que existen la denominaciones *porkos y *suw-). Además conocían animales salvajes como el oso (*h2rtkos > *h2rtkos) y el lobo (*wlkwos).
Los animales domésticos europeos descienden de:
El ganado vacuno de los uros o auroch. Las vacas europeas son en general más robustas y producen más leche que las asiáticas y las africanas.
El ganado porcino de jabalíes. Los cerdos europeos son en su mayoría alargados en comparación con otras razas de cuerpo más corto. La mayoría son blancas o rosadas, con algunas excepciones como el cerdo ibérico.
El ganado ovino del muflón. Las ovejas europeas no presentan acumulación de grasa en el rabo, dan bastante lana y menos leche que otras subespecies de Asia.
Los bovinos eran los animales más importantes y la riqueza de un hombre podía ser medida de acuerdo a la cantidad de vacas que poseyera. Ovejas y cabras también eran mantenidas, presumiblemente por los menos ricos. La pesca (*písḱos) también era practicada.
La domesticación del caballo pudo haber sido una innovación de este pueblo y es a veces considerada como un factor que contribuyó a su rápida expansión.
Léxico doméstico
El léxico doméstico incluye la raíz *dem- / *dom- 'conjunto de familiares, casa', del que deriva el latín domus 'casa' y el griego demos 'pueblo' e incluso déspota de *dems-potis 'señor de la casa'. Se ha señalado que la organización política podría basarse en clanes, que compartirían un conjunto de casas woikos (latín vīcus, griego oikos).
Aspectos ideológicos

Nombres
Los nombres propios antroponímicos indoeuropeos testimoniados en diversas lenguas antiguas, refleja el uso frecuente de palabras compuestas como nombres personales. Estos nombres parecen tener la misma estructura que los compuestos duales del sánscrito llamados bahuvrihi (बहुव्रीहि). Aunque hay ejemplos de nombres glorificantes, no siempre es el caso que el nombre tenga connotaciones nobles o heroicas para su portador. Estos nombres son muy frecuentes en muchas ramas, algunos ejemplos, pueden ser encontrados en lenguas celtas (Dumnorix: "rey del mundo"; Kennedy: "cabeza fea"), en lenguas indo-iranias (Asvaghosa: "domador de caballos"), en griego (Sócrates: "buen gobernador"; Hiparco: "amo de caballos"; Cleopatra: "de linaje famoso"), en lenguas eslavas (Vladimir: "gobernador pacífico" (Vladimir puede analizarse como volodi-mirom, "dominador del mundo") y en lenguas germánicas (Alfred: "elfo-consejero"; Godiva: "don de Dios").
Patronímicos como Gustafson ("hijo de Gustavo"), McCool, o Mazurkiewicz también son hallados en las lenguas indoeuropeas.
Poesía
Sólo pequeños fragmentos de poesía protoindoeuropea han podido ser recuperados. Lo que sobrevive son proverbios de dos o tres palabras, como fama eterna (*ḱléwos n̥dʰgʷʰitom) o dioses inmortales, que fueron encontradas en diversas fuentes antiguas. Estas parecen haber sido bloques constructores de letras de músicas.
Deduciendo principalmente de los Vedas, debieron haber existido himnos sacrificiales, mitos creacionistas e historias sobre héroes (la muerte de una serpiente o dragón (*kʷr̥mis) a manos de un hombre o dios mítico).
Probablemente fueron de gran importancia para los protoindoeuropeos las canciones que enaltecían las obras de grandes guerreros. Además de perpetuar su gloria (*ḱléwos), estas canciones templaban el ánimo de los guerreros ya que cada uno de ellos llegaría a considerar si su fama eterna sería gloriosa o vergonzosa.
Sin embargo, según autores como F. X. Dillmann, gran conocedor del dominio nórdico, los paralelismos entre relatos sobre enfrentamientos de los respectivos dioses de las tres castas, en distintas culturas consideradas de raíz indoeuropea, podrían confirmar la Teoría de las tres funciones de Georges Dumézil.
Filosofía
Algunas palabras relacionadas con el concepto del mundo que tenían los protoindoeuropeos son:
*gʰosti- se refería a las obligaciones mutuas entre personas y entre los fieles y los dioses. De ella derivan los vocablos ingleses guest "invitado" y host "anfitrión".
*h₁r̥-tu-, h₁r̥-to- "correcto, ordenado, apropiado", y también "momento cierto", relacionadas con el orden del mundo (avéstico asha; védico ritá o ritú).
Organización social

Artículo principal: Teoría de las tres funciones
Debido a la inexistencia de fuentes escritas, las características de la sociedad protoindoeuropea son una reconstrucción razonable basada tanto en el análisis de las posteriores sociedades indoeuropeas como en la evidencia arqueológica y lingüística. La sociedad protoindoeuropea habría sido preeminentemente patriarcal y semi-nómada, siendo la ganadería una de las actividades económicas más importantes. Contaba además con una organización social, militar y religiosa estricta y disciplinada.
El nombre nativo con el cual este pueblo se denominó a sí mismo como una unidad étnica de tribus relacionadas, no puede ser reconstruido con seguridad. Sin embargo, Max Müller y otros lingüistas del siglo XIX teorizaron que el término arya ("noble" en sánscrito) era usado como una autodescripción de los protoindoeuropeos.
Hay evidencia de "realeza sagrada", dando a entender que el jefe tribal asumía al mismo tiempo el papel de sumo sacerdote. Algunas sociedades indoeuropeas todavía muestran signos de una triple división social en una casta clerical (PIE *bhlāmn, latín flāmen, sánscrito brahmana), otra casta de guerreros y una casta de productores, agricultores o cazadores. Una división de este tipo fue sugerida por Georges Dumézil para la sociedad protoindoeuropea. Al respecto, es célebre su Teoría de las tres funciones: Soberanía mágica y jurídica (sacerdocio), función guerrera (aristocracia militar), y función productiva. Esta estructura social se reencuentra desde Islandia hasta la India, pasando por Roma y Persia. La mayoría de culturas a las que no se atribuye raíz indoeuropea, como las sociedades antiguas de Arabia y China, tienen una estructura marcadamente diferente, con menos o más estamentos y de notable diferencia en cuanto a su significado y organización (por ejemplo, los chinos entremezclaban la casta guerrera con la sacerdotal)
Si hubo una clase separada de guerreros, probablemente consistía de hombres jóvenes. Ellos debieron haber seguido un código guerrero propio, inaceptable fuera de un grupo tribal único. Rastros de ritos de iniciación en algunas sociedades indoeuropeas sugieren que este grupo se identificaba a sí mismo con lobos (Ver: Berserker).
La gente estaba organizada en aldeas (*weiḱs; 'villa'), probablemente cada una con su propio jefe (*H₃rēǵs). Estas aldeas o pueblos estaban divididas en casas (*domos), cada una liderada por un patriarca (*dems-potis; griego despotes, sánscrito dampati).
Existe un ensayo notable de Georges Dumézil, partiendo de nuevo de su especialidad, el estudio comparado de las religiones, considerando el mito de Heimdall, dios primordial, pero no supremo. Creó a los humanos en sus diferentes roles: un esclavo, un cultivador, Karl, y un guerrero, Jarl.
De Jarl nacerá un rey que dispone de la potencia mágica. Es la diferencia de los germanos, que no tienen casta de sacerdotes, de brahmanes o druidas. La primera función es ejercida por el rey solo. Esta diferencia con los otros pueblos indoeuropeos muestra bien que la estructura de las tres funciones no es inmutable sino que constituye un esquema que ha evolucionado según los lugares y el tiempo, como lo muestra también el hecho de que lo que se traduce como 'historia' en Roma, permanece como 'mito' en otro lado.
Nótese también que el rol de la magia en los escandinavos revela la influencia del chamanismo siberiano o finés, como se aprecia en el Kalevala.
Entre los términos reconstruidos está la raíz *rēg- (< *h3rēg-) interpretado como 'rey', aunque la raíz originalmente podría haber significado simplemente 'gobernante' o bien 'poder, fuerza', ya que en sánscrito védico aparece esa acepción.
Entre los conceptos abstractos está el de *h2yw- 'prosperidad, orden, ley' que aparece en latín como iūs 'ley [humana]', en avéstico como yaoš 'salud, prosperidad' y en sánscrito āyu (nominativo)/yós (genitivo).
Religión
Artículos principales: Religión indoeuropea y Paganismo
Zeus
La existencia de similitudes entre los dioses y las prácticas religiosas entre los pueblos indoeuropeos sugiere que en cualquiera de las poblaciones que ellos formaran tenían una forma de religión politeísta. Además, la comparación entre los dioses de las diversas mitologías de los pueblos indoeuropeos, sugiere que todas se derivaron de una religión protoindoeuropea encabezada por una triada de dioses supremos.
El léxico reconstruido sugiere que uno de los dioses o fuerzas naturales divinizadas más importantes en la cultura de los antiguos indoeuropeos era un "Dios Padre" del Cielo dyeus patēr (el dios védico Dyaus Pitar, derivado a Dyu-Piter (Iupiter) y Iovis Pater: 'Padre Cielo'; Deus Pater: 'Dios Padre'.) Esta expresión sobrevive tanto a través del griego Zeus (dyeus), como a través del latín Iupiter (Júpiter) . De hecho la palabra para el 'cielo diurno' y 'resplandor del día', así como la designación para un adjetivo que significaba 'celestial' o 'brillante' derivan de la misma raíz protoindoeuropea: *dyew-, *deywó-, el cual es un derivado de la raíz *dyw-, que significa ‘brillar’ (especialmente el cielo iluminado por el día). Asimismo, las deidades en el hinduismo védico son denominadas devas.
El nombre del dios nórdico Tyr significa 'dios' (uno de los nombres de Odín era Hangatyr, el 'dios colgado') y proviene del idioma protogermánico Tîwaz, que es la continuación del protoindoeuropeo Dieus, originalmente el dios principal en la región del Asia central y que también fue el precursor de Zeus, de Júpiter y de Dievas en la mitología báltica.
La palabra en inglés, god y en alemán, gott, se derivan del protogermánico *ǥuđan[1], y la mayoría de los lingüistas coinciden en que la forma protoindoeuropea reconstruida *ǵhu-tó-m estaba basada en la raíz *ǵhau(ə)-, que significa "llamar" o "invocar".
Al menos tres palabras diferentes, Thor, Zeus y Dios, se unen bajo un mismo lexema de raíces indoeuropeas: "-dön/-den" (que originalmente significaba "estruendo", "trueno", "rayo" o "estrépito"). Tanto Zeus como Thor comprenden deidades del trueno, ejercen un papel protagonista y ambos se corresponden como los dioses más venerados en sus respectivas mitologías. y tanto a Thor como a Zeus y Júpiter, les corresponde el día jueves: en latín Iovis dies, 'día de Júpiter'; y en inglés, Thursday, 'día de Thor'. En alemán, jueves es Donnerstag, 'día del trueno'.
Por lo tanto, esta espiritualidad politeísta está relacionada con el culto a la Naturaleza, y su religiosidad tiene el carácter del culto solar, donde se rendía devoción especialmente a las fuerzas del Cielo, el Trueno/Rayo, el Fuego y los ancestros. Todos los pueblos indoeuropeos, desde Escandinavia hasta India, practicaban el ritual funerario de la incineración (a excepción de algunas culturas protoindoeuropeas), lo que simbolizaba la ascensión del alma del difunto, a través del fuego, desde la Tierra hacia el Cielo y su reunión con los poderes celestes y los ancestros.
Lenguas indoeuropeas
El estrecho parentesco entre las lenguas indoeuropeas nos obliga a deducir que todas ellas derivan de una única lengua originaria (Ursprache) que habría sido hablada por un único pueblo (Urvolk) en una antiquísima patria de origen (Urheimat), para ser difundida posteriormente en el curso de una serie de migraciones por el inmenso espacio que se extiende entre el Atlántico y el Ganges.
Para buena parte de la comunidad científica, la idea de un tronco común a las familias de lenguas indoeuropeas está probada, muy especialmente por los trabajos de Rasmus Christan Rask y Franz Bopp, que relacionaron en un tronco común las lenguas germánicas con las mediterráneas clásicas a través de la gramática, así como con las lenguas indo-iranias por estudios sobre la fonética, especialmente en el nombre de sus respectivos dioses. Dicha tesis viene además avalada por los estudios del experto en religiones comparadas Georges Dumézil, especialmente tras el descubrimiento del Juramento de Mattiwaza, tratado de paz entre el reino Mitanio y el imperio Hitita, en el que se ponen por testigos tanto a los dioses hititas, sirios y babilonios, como a los dioses indoiranios (Mitra, Indra, etc.).
Por otra parte, según los eruditos más escépticos a la hipótesis indoeuropea, las principales divisiones dentro de la familia de lenguas indoeuropeas se remontan a variedades dialectales mutuamente inteligibles o cuasi-inteligibles que existían en el último período indoeuropeo. Esto se refleja en el hecho de que, varias de las ramas o subfamilias indoeuropeas comparten isoglosas comunes incompatibles con un modelo de árbol genealógico. Así el protobalto, el protocéltico, el protoeslavo y el protogermánico comparten ciertos rasgos, que los diferencian de otras ramas de la familia, aun cuando probablemente nunca existiera un tronco común y anterior a los idiomas bálticos, eslavos y germánicos.
Las innovaciones comunes a ramas diferentes del indoeuropeo, sugieren que la situación precedente a la diversificación de las lenguas indoeuropeas, era la de un conjunto de dialectos en los que ocasionalmente una innovación o cambio fonético traspasaba las fronteras dialectales y se producía también en los dialectos adyacentes.
Si se toma en consideración la existencia de innovaciones que afectaron a dos ramas: proto-A y proto-B, sin que ello presuponga que existió un proto-AB permite explicar las similitudes entre lenguas itálicas sin presuponer la existencia de un protoitálico, o las similitudes entre lenguas eslavas y bálticas sin presuponer la existencia de un protobaltoeslavo.
Evidencias de la cultura indoeuropea
Evidencias lingüísticas

La principal evidencia de la existencia de una lengua protoindoeuropea hablada por un grupo étnico concreto procede del vocabulario compartido por las lenguas indoeuropeas referente a la cultura material (tecnología, plantas y animales domésticos, instituciones culturales). La paleontología lingüística es la disciplina que trata de reconstruir aspectos parciales de la cultura de ciertos pueblos prehistóricos sobre la base de la comparación del vocabulario heredado de la protolengua común.
La relación idiomática se considera corroborada. Desde principios del siglo XIX, numerosos lingüistas arribaron a la tesis de un tronco común repartido en diversas familias. Trabajando cada uno por su cuenta, dos investigadores, el danés Rasmus Christian Rask y el alemán Franz Bopp, llegaron a la misma conclusión, que hubo una sola lengua matriz en el área de expansión de los indoeuropeos. Rask demostró la relación del islandés y las lenguas germánicas con el griego y el latín. Bopp demostró el parentesco entre algunas lenguas orientales, como el sánscrito de la India, con las occidentales griego y latín. Bopp comparaba la gramática, mientras que los esfuerzos de Rask se centraron en la fonética. Entre ambos fundaron la Lingüística comparada y, tras ellos, a mediados del siglo XIX pudo asegurarse científicamente que todas las lenguas europeas modernas, salvo cinco —vasco, finés, estonio, húngaro y lapón, distintas por su léxico y por su estructura como lenguas— proceden de un idioma primigenio común, fuente asimismo de numerosas lenguas orientales. Este idioma fue llamado «indogermano» por sus primeros analistas, que eran alemanes, y después, respondiendo a su ámbito de difusión, indoeuropeo.
Basándose en la paleontología lingüística, se ha intentado averiguar cuál podría ser la cultura originaria de los indoeuropeos. Al principio se situó en la India, pero luego se demostró que el sánscrito era una lengua más reciente, y el origen se fue desplazando paulatinamente hacia el mar Báltico y el río Danubio. Más tarde se trabajó a partir del lenguaje y las palabras con raíces indoeuropeas, deduciendo que el paisaje por el que se movía aquel pueblo primigenio estaba integrado por una flora y fauna dominada por hayas y abedules, así como ciervos, caballos, lobos, osos, jabalíes y gansos, con frecuentes lluvias y tormentas, lo que descartaba la posibilidad de zonas climáticas excesivamente calurosas y secas para aquella cultura.
Evidencias arqueológicas

La arqueología y el estudio de las religiones arcaicas revelan coincidencias entre sociedades muy alejadas que podrían ser consecuencia de una conquista del territorio por los pueblos indoeuropeos, con la consiguiente imposición de su cultura. En cambio, la gran diversidad cultural que se aprecia entre los pueblos indoeuropeos apunta la posibilidad de que su lengua y patrimonio se estableciera por contagio, sin desbancar las culturas originales, aunque las diferencias también pudieron surgir de la adaptación a los sucesivos territorios durante la expansión, resultando en variantes de una misma cultura indoeuropea.
Una hipótesis que ha gozado de mucha popularidad es la hipótesis de los kurganes de Marija Gimbutas que identifica el origen en la cultura de los kurganes, situada en la estepa rusa y sur de Ucrania. La base de dicha identificación se basa en que la cultura material atribuible a los pueblos indoeuropeos a partir de las especulaciones de la paleontología lingüística es similar a la cultura material de los kurganes. Otras propuestas de identificación son las de Colin Renfrew y diversos autores como T. V. Gamkrelidze y V. V. Ivanov, que proponen identificaciones diferentes, desde la península anatolia. En cualquier caso, algunos de los rasgos culturales que se les atribuyen son la domesticación del caballo y el uso de carros, junto con la ganadería y la agricultura.
Evidencias genéticas

Distribución del linaje R1a, comúnmente presentado como corroboración genética de la hipótesis kurgánica. Este haplogrupo, que parece tener sus picos europeos en la Urheimat de los pueblos eslavos, está también claramente relacionado (por ese "rastro" y ese "estanque" acumulado en Irán, Afganistán y algunas ex-repúblicas soviéticas) con las invasiones indo-arias. Fuente: Eupedia.com
En términos genéticos, el subclado R1a1a (R-M17 o R-M198) es el más comúnmente asociado con hablantes indoeuropeos. El haplogrupo paterno R1a1 se cree que se originó en la estepa eurasiática (norte del Mar Negro y el Mar Caspio). Las mutaciones que caracterizan al haplogrupo R1a ocurrieron 10.000 años antes del presente. Su mutación definitoria (M17) se produjo hace unos 10.000 a 14.000 años. Se propone una propagación postglacial (Holoceno) del haplogrupo R1a1 desde el norte del Mar Negro, o bien del sur del Mar Báltico, durante el tiempo del Último Máximo Glacial, que subsecuentemente fue magnificado por la expansión de la cultura de los kurganes hacia Europa y hacia el Este. Los datos recogidos hasta el momento indican que hay dos zonas muy distantes de alta frecuencia, una en Europa del Este, alrededor de Polonia, Ucrania y el núcleo de Rusia, y el otro en el sur de Asia, alrededor del norte de la India. Las razones históricas y prehistóricas posibles para esto son objeto de discusión y de atención entre los genetistas de poblaciones y genealogistas genéticos.
De 10 restos humanos masculinos asignados al horizonte Andronovo de la región de Krasnoyarsk, nueve resultaron tener el haplogrupo R1a del cromosoma Y y uno el haplogrupo C-M130 (XC3). Los haplogrupos de ADN mitocondrial de nueve individuos asignados al mismo horizonte Andronovo y la misma región fueron los siguientes: U4 (dos personas), U2E, U5a1, Z, T1, T4, H y K2b. Por otra parte, el 90% de los haplogrupos maternos de la Edad de Bronce eran de origen euroasiático occidental y el estudio determinó que al menos el 60% de los individuos en general (de 26 muestras de restos humanos de la Edad Bronce y de Hierro) tenía el cabello rubio y ojos azules o verdes, correspondiendo a un fenotipo nórdico coherente con la adaptación a la climatología euroasiática.
Un estudio de 2004 también estableció que durante el período de la Edad de Bronce y del Hierro, la mayoría de la población de Kazajstán (parte de la cultura Andronovo durante la Edad de Bronce), era de origen euroasiático occidental (con haplogrupos maternos como U, H, HV, T, I y W), y que antes de los siglos XIII–VII AEC, todas las muestras de Kazajstán pertenecían a linajes europeos.
El genetista italiano L. L. Cavalli-Sforza llevó a cabo un análisis de componentes principales de la frecuencia de ciertos marcadores genéticos del ADN de los europeos, determinando que prácticamente toda la variación encontrada podía ser explicada a partir de cinco componentes principales. El factor o componente principal más importante parece relacionado arqueológicamente con las fechas de la expansión de la agricultura neolítica en Europa hace entre 10 mil y 6 mil años. Este componente no muestra correlación con lo que probablemente pudo ser la expansión de las lenguas indoeuropeas en el continente. Se ha apuntado que el tercer componente principal podría estar correlacionado con la expansión de las lenguas indoeuropeas en el continente. El segundo componente muestra un gradiente norte sur y se ha relacionado con expansión de pueblos urálicos, ya que es un gradiente norte sur, aunque es difícil asegurarlo.
Períodos comunes a los pueblos indoeuropeos
Los expertos han establecido tres periodos distintos para comprender mejor la evolución conjunta de las culturas indoeuropeas, en su vertiente institucional, fuertemente ligada a sus creencias religiosas:
Período Neolítico o Mesolítico, del que tratan las conjeturas sobre su origen común, como la Tesis de los kurganes y otros trabajos. A este período apuntan los dioses de nombres más antiguos, vinculados a la astrología y la naturaleza: el Cielo diurno, los Gemelos divinos, la Aurora, etc. (véase: Religión indoeuropea)
Período Intermedio o de las Tres funciones, del que se dispone de cierta documentación. Aunque ya presenta una riquísima y considerable diversificación, permite reconstruir algunas estructuras sociales comunes, como son los cuatro círculos esenciales del mundo indoeuropeo: familia, clan, linaje y tribu. En este período se asienta la división de la sociedad en tres funciones, divinizando sus respectivos estamentos al adjudicarle a los dioses la misma estructura social.
En este período, mientras que algunas sociedades desarrollan una casta sacerdotal propia, y exclusivamente dedicada al servicio de los dioses, como los bramanes indios, los athravanos iranios o los druidas celtas, en otras, la función sacerdotal es hereditaria y se entremezcla con la política y la guerra, resultando el sacerdote jefe del círculo correspondiente: el rey de la tribu, el jefe del linaje, del clan, y el padre de familia en el culto doméstico.
Por otra parte, en ambas variantes, la función sacerdotal se transmitía por el linaje, siendo en su seno como se desarrollaron el culto doméstico a los antepasados y los dioses del hogar, lo cual derivó, según Fustel de Coulanges en las instituciones de la ciudad antigua que dan lugar al siguiente y último período.
Período final. Caracterizado por lo que Meillet llama divinización de los hechos sociales, y otros autores, religión de la verdad. En este último período de las culturas indoeuropeas, ya en pugna con las filosofías (budismo, filosofía helenística) y el monoteísmo (mitraísmo, cristianismo), los indoeuropeos desarrollan una nueva forma de solidaridad: la «fidelidad» recíproca entre el jefe y sus hombres, el respeto a los pactos, el deber de asistencia mutua, el reparto equitativo, etc.
Se diferencia claramente de concepciones anteriores, la de la sociedad de cuatro círculos y tres funciones, que primaba a la casta.
En esta época se generaliza la ciudad antigua como médula espinal de un quinto círculo vital: el Estado que aúna las tribus bajo una nación (comenzará como ciudades-Estado al final del período Intermedio, terminando como focos de poder de inmensos reinos e imperios en este período final) La ciudad antigua, el más alto grado de desarrollo, progreso y civilización del mundo indoeuropeo, prolonga no obstante la sociedad de los linajes y, sin repudiar sus valores, abolió las instituciones de la sociedad heroica -2º período; se refiere al clan y la tribu-, al igual que la aristocracia guerrera, que le estaba vinculada, y que los «tiranos» habrían intentado instaurar para su beneficio, cediendo finalmente su poder a un monarca.
Preindoeuropeo
Ambos términos (indoeuropeo y protoindoeuropeo) se usan especialmente en oposición al de preindoeuropeo, que designa al sustrato étnico anterior ("no-ario") al de la llegada de los indoeuropeos, tanto en India como en Europa o en Anatolia. Para el caso de la protohistoria de España, el término "preindoeuropeo" identifica al área del sur y el este peninsular (Tartessos y el área cultural de los iberos), mientras que el término "indoeuropeo" identifica al área del centro, oeste y norte (identificado a grandes rasgos con el área cultural de lo celta), con la notable excepción de los vascones, de lengua preindoeuropea (el antecedente del euskera).[2]
Los pueblos preindoeuropeos que habitaban en Europa antes de las invasiones indoeuropeas, entre el VI y el IV milenio AEC. eran un conjunto de sociedades matriarcales, agrícolas e "igualitaristas", contrario a las sociedades patriarcales, ganaderas y aristocráticas propias de los indoeuropeos.
Estos pueblos preindoeuropeos no eran muy hábiles en la guerra, tampoco cultivaban la disciplina y tenían unas costumbres más bien relajadas y decadentes, escogían llanuras fértiles para asentarse y no lugares elevados de difícil acceso, como en cambio sí hacían los indoeuropeos. Rendían culto a la Diosa Madre, frente al Dios Padre indoeuropeo y, al parecer, inventaron alguna forma de escritura en épocas tan remotas como el V milenio AEC. Pero no conocían el bronce con el que los indoeuropeos forjaban sus armas.
Cuando los indoeuropeos patriarcales se enfrentaron con las culturas preindoeuropeas matriarcales, los pueblos patriarcales salieron siempre victoriosos, a pesar de que siempre eran superados en gran número por los ejércitos preindoeuropeos quienes sucumbieron a su empuje, no sin asimilarse algunos con sus conquistadores en una proporción indeterminada.
Indoeuropeización
Por similitud con los conceptos de romanización o arabización, se utiliza el concepto de indoeuropeización para designar a la aculturación que se produjo como consecuencia del contacto con los pueblos indoeuropeos o protoindoeuropeos.[3]
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