miércoles, 8 de febrero de 2017

IN MEMORIAM ,LA GESTA DE KRASNY BOR.




Krasny Bor fue una de las más importantes gestas militares del Ejército Español en la Historia de Europa. Lo hizo en un contexto en que España era un país neutral, dentro de la Segunda Guerra Mundial, aunque con la División Azul de voluntarios desplegada en el Frente del Este. Su actuación sin duda durante la jornada del 10 de Febrero de 1943 cambió el curso del siglo XX.

División Azul


Francisco Franco, como pago por mantener a España neutral en la Segunda Guerra Mundial, había tenido que contribuir al envío de la División Azul al Frente Oriental cuando Alemania invadió la Unión Soviética en 1941. De ese modo se ganaba estar entre los supuestos vencedores contra el comunismo que él mismo había aplastado en la Guerra Civil Española (1936-1939) y de paso conseguía permanecer neutral respecto a los Aliados Occidentales encabezados por Estados Unidos y Gran Bretaña si las cosas se torcían. Su estratégia política funcionó y salvó a España de entrar en la guerra, pero esto no fue del todo posible sin el sacrificio de los españoles de Rusia y en especial con los que en el invierno de 1943 se encontraban en Krasny Bor.



Emilio Esteban Infantes, general toledano al mando de la División Azul en Krasny Bor.

Apróximadamente la División Azul concentró en Krasny Bor a 5.900 españoles, la mayoría veteranos de la Guerra Civil y muchos de ellos miembros del partido Falange de las JONS. No sólo eran numéricamente muy inferiores al enemigo, sino que las líneas se tensaron bastante porque se trajo a gran parte de las reservas al frente. En el ala más izquierda se desplegó al 263º Regimiento de Infantería “Vierna”, en el sector central al 269º Regimiento de Infantería “Esparza” y en el ala derecha al 262º Regimiento de Infantería “Pimentel” junto al 250th Batallón de Reserva. Por detrás, en la segunda y tercera línea de defensa, aguardaon el 250th Batallón de Zapadores, el 250º Grupo Antitanque, el 250º Grupo de Exploración y la 250ª Compañía de Esquiadores. Al mando de todas estas fuerzas quedó el general Emilio Esteban Infantes, un militar originario de Toledo, quién en 1936 había escapado de milagro a punto de caer prisionero por los comunistas y que más tarde fue veterano de las Batallas de Brunete y Teruel.


División Azul Española:
262º Regimiento de Infantería “Pimentel”
263º Regimiento de Infantería “Vierna”
269º Regimiento de Infantería “Esparza”
250th Batallón de Reserva
250th Batallón de Zapadores
250º Grupo Antitanque
250º Grupo de Exploración
250ª Compañía de Esquiadores

Toda la línea del frente en Krasny Bor estaba exclusivamente custodiada por españoles. Las tropas del Ejército Alemán (Wehrmacht) u otras fuerzas del Eje brillaban por su ausencia. Únicamente en retaguardia, lejos de la zona de batalla, se encontraba el 390º Regimiento Alemán acompañado del 659th Batallón Estonio compuesto por voluntarios independientistas de Estonia, la Legión Lituana con el mismo perfil de voluntarios de Lituania y la Legión Flamenca “Langemarck” también con voluntarios nacionalistas de Flandes (Bélgica). Por último dentro de la misma División Azul existió la Legión Verde Portuguesa con soldados lusos venidos desde Portugal. La única misión de estas fuerzas responsables del general Georg Lindemann era acudir a cualquier lugar del frente que se viera amenazado, aunque en comparación con los efectivos españoles eran muy pocos hombres.

Reserva del Eje:
390º Regimiento Alemán
659th Batallón Estonio
Legión Lituana
Legión Flamenca “Langemarck”
Legión Verde Portuguesa

Ejército Rojo

Bajo el nombre de “Operación Estrella Polar”, Iósif Stalin planeó escenificar una nueva Batalla de Stalingrado, esta vez eligiendo como víctima al Grupo de Ejércitos Norte de los alemanes, al cual pretendía rodear por la retaguardia embolsando al XVIII Ejército Alemán situado en el vulnerable sector de Leningrado, lo que abriría las puertas a los países bálticos. Un mariscal de la talla de Georgi Zhukov planeó la operación, lo que otorgó categoría a la planificación que aparentemente no podía fallar. Sin embargo los mandos soviéticos no previeron contar con que antes de poner en marcha tal ambicioso proyecto debían romper la línea de frente defendida por los españoles en Krasny Bor, un punto crucial que pasaron por alto.

Frente a Krasny Bor el Ejército Rojo concentró al LV Ejército Soviético con un total de 44.000 soldados, 117 tanques y 1.000 piezas de artillería. Al mando estaba el general Vladimir Petrovich Svridov con las 43ª y 72ª Divisiones de Fusileros, las 45ª y 63ª Divisiones de Guardias, las 34ª y 35ª Brigadas de Esquiadores, la 122ª Brigada Blindada y el 31º Regimiento Blindado, siendo ubicado el centro de operaciones en Kolpino.

LV Ejército Soviético:
43ª División de Fusileros
72ª División de Fusileros
45ª División de Guardias
63ª División de Guardias
34ª Brigada de Esquiadores
35ª Brigada de Esquiadores
122ª Brigada Blindada
31º Regimiento Blindado

Batalla de Krasny Bor




A las 6:45 horas del 10 de Febrero de 1943, más de 1.000 piezas de artillería soviética instaladas en Kolpino abrieron fuego contra los españoles de la División Azul en Krasny Bor. Cañones, obuses pesados, morteros y camiones lanzacohetes Katyusha martillearon las posiciones hispanas durante más de dos horas, casi hasta las 8:30 de la mañana, dejando caer más de 36.000 granadas que dejaron el terreno convertido en un paisaje lunar, trituraron las alambradas, dejaron hechos añicos los caballos de frisia y sepultaron a numerosos cadáveres bajo la tierra removida.

Acto seguido avanzaron más de 33.000 soldados soviéticos acompañados por la primera oleada de tanques que se componía por 50 blindados T-34, KV-1 y T-26. Abrumadoramente superior era la fuerza del Ejército Rojo frente a los españoles, no obstante, cometieron una serie de errores fatales. En primer lugar la formación de los hombres se ordenó en hileras cerradas, lo que les exponía fácilmente al fuego enemigo. 
Pero lo más grave fue que la mayoría de soldados padecían de resaca o simplemente estaban borrachos después de haber bebido grandes cantidades de vodka momentos antes de la batalla, por lo que su estado físico y mental era deplorable, lo mismo que su capacidad combativa seriamente mermada. Un último factor negativo fue el tiro de la artillería excesivamente adelantado, ya que el bombardeo dejó grandes porciones de tierra de nadie convertidas en un cenagal debido a que el fuego de proyectiles derritió las densas capas nieve, convirtiendo de este modo el terreno en un barrizal impracticable para los tanques.

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Sin importar lo que pudiera suceder, los españoles abrieron fuego con las ametralladoras MG-34 y algunas MG-42 hacia las formaciones apiñadas de soldados rusos, muchos de ellos sometidos a los efectos del alcohol. En los primeros instantes columnas enteras de tropas soviéticas fueron masacradas por las balas hispanas, dejando en pocos minutos el campo de batalla sembrado de cadáveres enemigos. Poco pudieron hacer los tanques soviéticos, ya que el inesperado lodazal los dejó estancados en el fango mientras una infantería despistada acudía desprotegida a las líneas españolas. Cuando los blindados superaron tal obstáculo tras muchos esfuerzos por liberarse del barro, centenares de rusos ya habían caído apilados frente a las alambradas. Por si fuera poco muchos tanques quedaron inmóviles en el lodo, ventaja que aprovecharon los españolas para realizar escapadas fuera de sus trincheras y destruir a numerosos carros lanzando cócteles molotov.

Una de las puntos calientes de la batalla fue la defensa de la posición llamada “La Cresta”, una trinchera con un búnker custodiado por 40 soldados armados con 7 ametralladoras, 16 subfusiles, 75 fusiles y 7 lanzallamas. Sorprendentemente los defensores aguantaron el tipo provocando cuantiosas pérdidas a los soviéticos y dejando tres tanques destruidos sobre el terreno, dos por minas y otro por el zapador Miguel Paris que introdujo una granada de mano por una ventanilla. Gracias a la resistencia española el asalto soviético fue frenado en ese sector a costa de 22 bajas hispanas.



Muchos héroes españoles perdieron la vida en las primeras horas de combate en torno a Krasny Bor, pero hubo uno en especial que dejaría un recuerdo en la memória de sus compañeros. Se trató de Antonio Ponte Anido, un voluntario falangista en zapadores de 20 años y originario de Galicia que estaba a punto de cumplir su servicio para ser devuelto a España, justo cuando con tan mala pata (o fortuna) se encontró en medio de la ofensiva de Krasny Bor. 
Sobre el sector que él defendía había un hospital de campaña repleto de heridos y un depósito de municiones más retrasado. Frente a aquel lugar apareció un tanque soviético KV-1 que con su cañón amenazó volar el polvorín y matar a todos los heridos. Sin dudarlo, Antonio Ponte cogió una de sus minas magnéticas y corrió hacia el tanque enemigo hasta situarse en su coraza. El problema con que se encontró fue que el carro estaba decorado de una pintura deslizante que impedía la adhesión de una mina magnética, por lo que Antonio Ponte a sabiendas de que iba a morir, activó el pulsador para salvar a sus compañeros. Inmediatamente su cuerpo saltó en pedazos y el tanque soviético fue destruido, sacrificio suicida que salvó la vida de los heridos en el hospital de campaña. Por su heroicidad fue premiado a título póstumo con la Cruz Laureada de San Fernando, la condecoración más alta del Ejército Español.

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A pesar del castigo inicial que los españoles infligieron a los soviéticos, estos terminaron por recomponerse gracias a su superioridad numérica que finalmente terminó por desbordar las líneas españolas tras durísimos choques y combates que llegaron al cuerpo a cuerpo. Quién más sufrió fue el 262º Regimiento porque uno de sus batallones fue enteramente aniquilado por la masa soviética, lo mismo que otras tres de sus compañías que prácticamente dejaron de existir, aunque una de ellas pudo aguantar en la vía del ferrocarril Leningrado-Moscú y rechazar a los rusos. 

También la 250ª Compañía de Esquiadores encajó muchas bajas, exactamente igual que la Legión Verde Portuguesa que se trasladó desde la reserva, muriendo en vanguardia el único portugués de la batalla, un chico de 25 años llamado Agustín Aveiro del Rosario, además de caer prisionero el otro luso José Alberto Estévez. Aquel castigo hizo tambalearse las líneas españolas, por lo que el general Estaban Infantes ordenó a la División Azul replegarse entre 3 y 4 kilómetros atrás hacia la misma ciudad de Krasny Bor.


Unos resistentes falangistas españoles defienden la posición de la División Azul en Krasny Bor con uñas y dientes mientras disparan balas con la ametralladora MG-34 y lanzan granadas.

Sobre el mediodía empezó el combate dentro de la ciudad de Krasny Bor. Defendían la urbe el 262º Regimiento, el 250º Grupo Antitanque y el 250th Batallón de Zapadores. Calle por calle y casa por casa, soviéticos y españoles pelaron encarnizadamente, siendo las bajas muy elevadas en los dos bandos. Poco a poco las tropas españolas fueron retrocediendo al interior de la ciudad después de más de dos horas de combates en los que se luchó incluso con la bayoneta. Los soviéticos llegaron hasta amenazar el cuartel de la plana mayor en Raikolovo. Sin embargo, tras dos horas de refriega, los españoles pudieron ver como desde la retaguardia se acercaban los tan esperados refuerzos prometidos por el Eje.


Milagrosamente las reservas del Eje llegaron a tiempo a Krasny Bor antes de que los españoles se vinieran abajo, después de haber luchado heroicamente durante más de la mitad del día. En primer lugar apareció la Fuerza Aérea Alemana (Luftwaffe) que con bombarderos en picado Stuka roció de bombas a los rusos. A continuación se presentó en la ciudad el 390º Regimiento Alemán, acompañado por el 659th Batallón Estonio y la Legión Flamenca. Gracias a la presencia de dichos refuerzos la línea se estabilizó dentro de la propia Krasny Bor, frenando en seco a los soviéticos que de repente chocaron con una muralla infranqueable de españoles, estonios, lituanos, alemanes, portugueses y flamencos.

Durante la noche del 10 al 11 de Febrero, todo el frente volvió a la normalidad a lo largo del margen del Río Izhora. Fue entonces cuando Esteban Infantes preparó un contraataque para desalojar definitivamente a los rusos agrupando a los españoles junto a los pocos alemanes, estonios, lituanos, belgas flamencos y portugueses, un conglomerado de seis nacionalidades distintas que el general toledano jamás imaginó que iba a comandar en su vida. Pasada la medianoche se desencadenó el asalto final contra los rusos con una carga frontal. No obstante, en esta ocasión los soviéticos, ahora a la defensiva, lograron resistir tenazmente en muchos puntos del frente, haciendo que el ataque de Infantes no fuera satisfactorio. Sin embargo, las bajas y las pérdidas ya eran tan altas en el Ejército Rojo, que automáticamente quedó incapacitado para continuar con la “Operación Estrella Polar”. Incrédulo Stalin por la humillación sufrida a manos de los españoles no le quedó más remedio que suspender su ofensiva para siempre y aceptar la derrota.

Cuando amaneció el 11 de Febrero, el general Infantes había conseguido lo imposible: ser el primer no alemán en detener una ofensiva general del Ejército Rojo, aquel que había vencido a la todopoderosa Wehrmacht en Stalingrado. Y a pesar de que podía realizar otros intentos para intentar desalojar las posiciones enemigas que no había podido liquidar la noche anterior, prefirió ser prudente y decidió no arriesgarse a perder una batalla que ya de por sí tenía ganada. Iniciada la mañana, Infantes dió la campaña de Krasny Bor por finalizada.

Resultado

Increíblemente España logró en Krasny Bor una de esas victorias militares que hicieron Historia. No obstante en toda la nación hubo conmoción por el gran número de bajas en sólo 24 horas, ya que al fin y al cabo fue ésa la única vez en el siglo XX que el Ejército Español encajó tantas pérdidas en tan reducido espacio de tiempo. Curiosamente los periódicos soviéticos y en general de los Aliados, así como la radio BBC del Imperio Británico, afirmaron que la División Azul había sido destruida, noticia que la radio española y la alemana desmintieron en seguida porque los divisionarios seguían en sus puestos bajo el brillo de los luceros.

España tuvo un total de 2.800 bajas entre 1.125 muertos, 1.500 heridos y 200 prisioneros; mientras que Portugal 2 bajas con 1 muerto y 1 prisionero.
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La Unión Soviética encajó más de 10.000 bajas entre muertos, heridos y desaparecidos.

Krasny Bor indudablemente modificó el curso de la Segunda Guerra Mundial. Sin la férrea determinación de los voluntarios españoles, el error germano de desguarnecer irresponsablemente el sector hubiera acabado en tragedia y la “Operación Estrella Polar” hubiese tenido éxito con el embolsamiento del XVIII Ejército Alemán. Pero ahí estuvieron los españoles para impedirlo, un sacrificio que logró que el bolchevismo permaneciese alejado de Europa cuando los Aliados todavía no habían pisado el continente. Una vez más, como en las Batallas de Covadonga, Navas de Tolosa, Breda, Cartagena de Indias, Bailén, Arapiles, Alhucemas, el Alcázar de Toledo o el Ebro, los hispanos en Krasny Bor volvieron a escribir sus gloriosas páginas en la Historia.

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