lunes, 6 de marzo de 2017

DEGENERACIÓN REVOLUCIONARIA

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Hace tan solo unas décadas, el calificativo de revolucionario se otorgaba con exclusividad a aquellas personas que descontentas con una situación o conjunto de situaciones de carácter político, se organizaban para luchar contra ese mal. La revolución es un movimiento de lucha natural, la reacción lógica ante un descontento social o un mal régimen y nunca debe ser una palabra de recurso fácil. Las revoluciones implican, un enfrentamiento entre dos o más partes, ya sea de forma intelectual o armada.

Hoy en día la revolución ya no es un arma de defensa frente a un mal relativo, se ha convertido en una moda. El gran circo en el que se han convertido las naciones occidentales han hecho del mecanismo de cambio que era la acción de la revolución, en una simple corriente lúdica. Tanto derecha como izquierda han sobrepasado la línea roja que separa; la propaganda revolucionaria y un gran circo orquestado por el capitalismo.

Frente al estado plutocratico que hoy impone su régimen en Europa podemos encontrar dos corrientes, la extrema izquierda y la extrema derecha. Corrientes que llevan años luchando por demostrar que su antónima es una corriente sierva del capital.

La evolución de la calidad de vida social lleva años contrarestando la pésima gestión de la banca y los políticos, siendo la izquierda la que se ha reforzado gracias a la globalización social en una posición progresista ridícula y la extrema derecha la que nunca evolucionó y se mantiene a base de defender viejos regímenes.
Poco a poco la corriente marxista abandona la lucha de clases o guerra anticapilalista, sustituyendola por toda clase de pequeñas guerrillas absurdas promovidas y dirigidas por el ultracapitalismo; la lucha de sexos, LGTB+ o la creciente lucha ultra animalista (que ha pasado de defender una lucha justa anti-taurina y contra el maltrato animal, a pedir que nadie coma carne nunca más). Encontramos así una izquierda de lo más variopinta, desde burgueses comunistas hasta marimachos hembristas. La consecuencia es una lucha épica de este colectivo por ser cada vez más políticamente correctos, respaldada por las políticas cada vez mas progresistas del gobierno y la constante emisión de contenido marxista sobresocializado en los medios de comunicación.

Preocupados por la integración de los homosexuales en la sociedad, la posición de la mujer o el color de la bandera nacional, dejan de lado al enemigo económico y a la élite financiera permitiendo que esta haga y deshaga a su gusto mientras se les conceden pequeñas victorias en asuntos sociales sin mínima importancia para el devenir global.

Logran normalizar la homosexualidad, mientras EEUU nos mete el terrorismo islámico en casa o se manifiestan contra la violencia de genero mientras la élite mundial aplasta nuestras libertades. Convirtiendose así en el mejor de los aliados del capitalismo, colaborando activamente en la lucha por la globalización absoluta.

El mejor ejemplo del cambio izquierdista se observa en la universidad, centro de formación de los jóvenes progres, que sacuden al capitalismo a golpe de Iphone con sus cuentas de Facebook. Ya no son obreros cabreados, ahora son burgueses sobresocializados, hacen de la ideología un complemento más para sus modernas personalidades, mientras compiten por ser más liberales y degenerados entre si.

Pero de la misma manera, la ultra derecha, tampoco se queda atrás. Al igual que la izquierda compite por ser cada día mas progre y "futurista", la extrema derecha compite entre si por permanecer en el pasado. Dejando de lado totalmente la lucha social. El nacionalismo se ha dedicado a revindicar calles y estatuas, a celebrar homenajes a personajes rancios, misas por Franco y a defender a una iglesia corrupta que comienza a desaparecer. Un constante discurso nostálgico, sin adaptación mínima al paso del tiempo.

Abanderado por la mala publicidad y algún que otro régimen rancio, lo que popularmente se conoce como extrema derecha, se ha convertido en un imán de la peor gente posible. Alcohólicos, fetichistas de la violencia, jóvenes que se dejan arrastrar por modas más politicamente incorrectas, hooligans etc. Convirtiendo de este modo, la publicidad del sistema en una realidad palpable.

Neo-Franquistas, sobresocializados. Otro arma para el capitalismo, una forma más para el sistema de equilibrar la balanza según conveniencia. Una bocanada de aire fresco al espíritu de la guerra civil, cada vez que es necesario. A estos se les suman los neonazis, amantes de la violencia, muchos acuden a estadios de fútbol para pelearse por un equipo elitista, mientras gritan infinidad de barbaridades. Resultado de la producción de películas como "Diario de un skin" y preocupados únicamente por la estética y la reputación, constituyen una de las piezas fundamentales para el sistema. Todo lo que ellos defiendan, será malo a los ojos de la sociedad.

De forma totalmente planificada la extrema derecha trasforma a jóvenes con un sentimiento identitario en carne de cañón, sumergiendo a todo el que se acerca a dichas corrientes en uno más de un pequeño movimiento sectario, anticuado y bajo de moralidad. Desde la época de Fuerza nueva este colectivo ha tratado de enfrentarse a la población en vez de tratar de ser un punto de apoyo, con atentados contraproducentes, imposiciones anticuadas y una apología constante de la violencia.

Al igual que la izquierda, la extrema derecha abandona las luchas principales, para sumergirse en una guerra revanchista de banderas. Defendiendo por lo general todo aquello que el bando contrario repudia por norma, siendo relacionada directamente con la burguesía y el liberalismo económico.

En conclusión; los movimientos que se dicen revolucionarios están directamente ligados al sistema y aunque de forma involuntaria, sirven a este. La degeneración que traen las nuevas tecnologías, la televisión y la corriente social, hacen de cualquiera una persona común con definición revolucionaria.

Invito a los lectores a no confundir los términos extrema derecha y neonazismo con el verdadero nacionalsocialismo. Porque aunque la mayor parte de la población occidental siga incondicionalmente la corriente dictada por el nuevo orden, aún quedan quienes no se rinden ante este estado de cosas. Muy lejos de la violencia gratuita, la falta de humanidad y la tiranía con la que quieren relacionar al autentico nacionalsocialista. 

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