jueves, 9 de marzo de 2017

LA RESISTENCIA HASTA EL FINAL Y EL PROBLEMA MILITAR





Cuando el mando militar pierde la esperanza de ganar una guerra, o al menos lograr una paz justa entre los beligerantes, se le plantea un problema especialmente serio. 
Por una parte el conflicto militar es solo una continuación de un conflicto político, vivencial, existencial, que no se ha podido arreglar por otros medios. En cambio el militar profesional normalmente solo valora el conflicto en su aspecto militar.
Por otra parte debe su obediencia al mando civil, que es quien debe decidir sobre el asunto, considerando no solo el conflicto militar sino el cosmovisional o existencial.
En realidad en la historia de la humanidad hay muy pocas resistencias hasta el fin sin esperanza. Casi todas las que se consideran resistencias ‘numantinas’ lo han sido con cierta esperanza de ayuda, liberación o en sacrificio para ganar tiempo o debilitar al enemigo para continuar la lucha otras fuerzas del mismo bando. Numancia esperaba la ayuda de Lutia y otros pueblos celtiberos, en el Álamo se esperó la ayuda de Sam Houston, en El Alcázar la liberación, etc …
Cuando ya entrado 1944 las posibilidades de victoria del III Reich eran ya nulas, un mero análisis militar inclinaba a la rendición para evitar más bajas y destrucción, pero aun se podía soñar con las ‘nuevas armas’ que se estaban desarrollando, aunque la posibilidad de que estas armas cambiaran la guerra eran ya muy mínimas. Pero en 1945 a esperar un cambio era ya utópico.
Aun se puede comprender desde el punto meramente militar la resistencia en el frente del Este, para evitar el avance excesivo de los soviéticos que torturaban, violaban y masacraban a la población civil, pero la guerra estaba irremediablemente perdida como tema militar.
Es entonces cuando Hitler asume la idea de una resistencia hasta el final, no como medio de lograr una victoria militar sino como forma heroica y mítica de mostrar el valor y el estilo del Nacionalsocialismo y el pueblo alemán. La cosmovisión nacionalsocialista no es ‘utilista’, hace las cosas por un tema de mera utilidad, poniendo el valor material sobre los Valores superiores, la lucha no era solo militar, era el combate eterno de una visión elevadora del mundo contra el materialismo económico y la decadencia moral, como hemos podido comprobar perfectamente con la sociedad actual.
Por ello la rendición no era alternativa de Valores, de Ética y forma de ser nacionalsocialista, porque no había posibilidad de ‘rendirse’ ante el materialismo. No hay pacto, no hay compromiso, no hay diálogo con el materialismo economicista y decadente del mundo que se oponía al Nacionalsocialismo y los fascismos.
Es comprensible que algunos militares no entendieran esa lucha existencial, fijándose solo en el aspecto militar del combate, porque el militar si no une a su profesionalidad el sentido ético y espiritual de la lucha, es solo un ‘trabajador’ más, no un combatiente por un Ideal o unos Valores. 
No se luchaba ni siquiera por Alemania, como creían muchos militares, sino por una Cosmovisión de Valores que no podían ‘rendirse’, sino mantener la lucha eterna, incluso después de la derrota militar.
Los militares alemanes actuaron normalmente con gran valentía o coraje hasta el final, aunque algunos de ellos no entendieran muchas veces las razones profundas de esa decisión de resistencia sin esperanza militar, pero sin duda muchos habían captado la ética y esencia del NS. Comparémoslos con la actitud absolutamente distinta de los militares italianos que no asumieron en absoluto el problema político, dado que el propio Partido ‘fascista’ había traicionado su esencia y a Mussolini, pactado con el enemigo.
Cuando la República española está perdiendo la guerra, Azaña, Presidente de la República, huye de España, mucho antes de acabar la guerra y pese a la esperanza de una intervención internacional. Al final de la guerra en Madrid hay una debandada de dirigentes y golpe militar republicano contra los que quieren resistir…  esto es un ejemplo de un final donde solo cuenta ‘el utilismo’, no la defensa de ideales ni el estilo.
En realidad nuestro combate no acaba en 1945, sino solo la fase militar. La lucha contra la decadencia y el materialismo es eterna, bajo la bandera temporal que en cada momento se concrete, y que es hoy, en este tiempo, el Nacionalsocialismo.

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