miércoles, 4 de octubre de 2017

NUESTRA WELTANSCHAUUNG


Los alemanes nos han dado una palabra con la que podemos designar una verdadera postura filosófica: Weltanschauung. Traducido generalmente como visión del mundo, la palabra significa mucho más que una simple "visión del mundo"; y sugiere algo más que una filosofía familiar, de andar por la casa sacando conclusiones campechanas sobre el significado de la vida. Una verdadera concepción del mundo es muy diferente de las combinaciones eclécticas de gustos, disgustos y opiniones ad hoc que la mayoría de la gente tiene. Tal vez podemos entender mejor qué es una concepción del mundo, si consideramos en primer lugar lo que no lo es. 
No es una aglomeración de hechos adquiridos. No es un conjunto de preferencias y prejuicios. No es un montón de esquemas, estratagemas y trucos. No es un programa político. No es una teoría de la conspiración. No es un arsenal militar. No es el acceso a medios o a capacidades de alta tecnología. No es un logotipo o un uniforme. No es una psicosis personal. 

Una concepción del mundo, o visión del mundo, es algo mucho más profundo. Es una visión de la vida y por tanto una ideología totalmente sistematizada. Como tal, le permite a uno examinar y evaluar de forma NUESTRA WELTANSCHAUUNG”.
 Como tal, le permite a uno examinar y evaluar de forma sistemática y consistente todos los fenómenos del pasado histórico y universal, presente y futuro de acuerdo con un sistema de valores específico que se tiene incorporado. No sólo una visión del mundo tal permite una evaluación de cualquier hecho, situación o evento, sino que proporciona la base para una fe, un sistema de creencias religiosas o políticas, como punto focal de un compromiso personal. 
De hecho, los que tienen una visión del mundo son graves, constantes y consistentes, en el mismo grado que los que no la tienen, no lo son. Aquellos con una tal concepción del mundo tienen un sentido real, definido de propósito y dirección en sus vidas, al igual que los que no tienen una visión del mundo carecen de propósito y dirección significativa. A pesar que una visión del mundo es comúnmente considerada como política, puede con la misma facilidad ser religiosa. De hecho, desde un punto de vista ideológico la línea entre lo político y lo religioso es, en última instancia, inexistente. Ambos representan los sistemas de creencias, y en cada caso se ocupan de las cuestiones finales, así como también de las más inmediatas que afectan a la condición humana. 
Ya sea política o religiosa, una concepción del mundo está por encima de todo revolucionario. De hecho, ninguna revolución verdadera en la tierra es concebible sin una radicalmente nueva filosofía y visión. Y en última instancia, todas las visiones del mundo se esfuerzan por una cosa: lograr el poder y obtener la victoria. Toda verdadera visión del mundo se esfuerza por el triunfo de la idea en particular que representa, a través de la exclusión de todas las visiones del mundo que compiten. Por su propia naturaleza, una Weltanschauung es exclusiva, sin querer conceder a cualquier otra ideología el menor espacio.. Tal vez el mejor ejemplo de una visión del mundo se pueda ver en el marxismo y el cristianismo. Con sus respectivas visiones de un paraíso proletario y un Sión espiritual, cada uno representa un distintivo Weltanschauung. Lo mismo ocurre con el nacionalsocialismo, con su visión de una humanidad superior, más divina. Pero mientras que las dos visiones del mundo marxista y cristiana presumen de "conquistar la naturaleza" y tienen ideas similares respecto a la igualdad humana; nuestra visión del mundo se basa en el principio aristocrático de la desigualdad y el respeto de las leyes eternas de la naturaleza.


Esas leyes son las leyes de la vida, que en última instancia emanan de esa fuerza inmanente que gobierna y domina este universo y que incluyen las leyes de la conservación de la raza y su desarrollo. Fue nada menos que nuestro líder, Adolf Hitler, quien trajo las leyes de la conciencia del hombre moderno en la forma de su nueva doctrina revolucionaria. Sin esta singular concepción del mundo, que fue dado a nosotros para nuestra salvación, no se puede hablar con propiedad del nacionalsocialismo. 
Del mismo modo, no se puede describir con honestidad como nacionalsocialista aquel que carece de una visión del mundo, o más correctamente, una visión del mundo nacionalsocialista. Se puede, de hecho, afirmar categóricamente que no hay tal cosa como un verdadero nacionalsocialista sin una visión del mundo nacionalsocialista adecuada. A pesar de que alguien puede llamarse a sí mismo un "nacionalsocialista" y tener todos los objetos del Tercer Reich en el mundo, e incluso puede agitar un millar de esvásticas y gritar "Heil Hitler!" un millón de veces, no será un verdadero nacionalsocialista, a no ser que posea una Weltanschauung. Por desgracia, hay muchos que asumen que pueden compensar su deficiencia ideológica con los arsenales militares, alta tecnología, esquemas de lujo, planes y programas, jadeando, resoplando y aparentando. Con cabezas rapadas, tatuajes, trajes, modas extrañas, grandilocuencia, bravatas y demás parafernalia. Cuanto mayor es la falta de una verdadera perspectiva ideológica, de hecho, cuanto mayor es la tendencia a realizar el tipo de conductas recién descriptas, mayor es la falta de una cosmovisión en quien padece estos síndromes catárticos. Ninguno de estos sustitutos patéticos, puede de algún modo compensar la falta fundamental de una visión del mundo. Hay quienes, por supuesto, que por una razón u otra, son incapaces de comprometerse en cualquier causa o les es imposible dar su lealtad a nadie ni a nada. La deficiencia de carácter a un lado, los lleva a ser dubitativos o a encontrar fallas a cada iniciativa nacionalsocialista, que le sirven de excusa para no apoyarlas decididamente. Pero sobre todo sucede porque no tienen una ideología fija, lo que de tenerla, impediría que tuvieran esas conductas pusilánimes y evasivas. Hay quienes, también, han intentado formar amalgamas incongruentes con otras doctrinas y movimientos. Aquí de nuevo, tales intentos patéticos simplemente apuntan a la ausencia de una verdadera Weltanschauung. El simple hecho es que uno no puede ser un Nacionalsocialista y al mismo tiempo adoptar alguna otra doctrina. Esto es una contradicción en los términos. O se reconoce que el nacionalsocialismo representa un sistema ideológico completo, que tiene las respuestas a las preguntas esenciales de la vida, o uno acepta otros valores y arroja los devaneos nacionalsocialistas hacia otra dirección. Dicho de otra manera, cada uno debe considerar la causa de Hitler de suma importancia, o dar prioridad a otras preocupaciones En conclusión, nótese que los verdaderos socialistas son los que se han comprometido con la causa de Adolf Hitler y han abrazado sin reservas esta idea nueva y revolucionaria. Como el foco de una conciencia común y una fe común, esta idea -esta concepción del mundo - ahora se erige como un faro de luz brillante, el único rayo de esperanza para una raza blanca asediada en un mundo cada vez más oscuro. 








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