martes, 14 de noviembre de 2017

QUÉ HACER PARA TRIUNFAR - Análisis de las opciones actuales.





Los renglones siguientes pretenden expresar ideas respecto a cuál es el camino a seguir para llegar a obtener el poder total en nuestras respectivas sociedades. No pretendo ser el dueño de la verdad, pero luego de muchos años de militancia nacionalsocialista, donde he transitado todos los senderos que más abajo señalo, creo tener una perspectiva clara del problema. En todo caso, sirvan estas líneas como documento del que parta una fructífera discusión. ¿Qué opciones tenemos entonces para encaminarnos certeramente a convertirnos en una alternativa válida de poder? Identifico las siguientes: 


1ª. Opción: La vía electoral. Esta opción es de igual naturaleza ya sea que decidamos fundar un nuevo partido político o ingresar en uno ya fundado con la intención de infiltrar y conquistar sus estructuras. De una forma u otra implica lograr convencer a la mayoría absoluta de la población. Siendo un partido minoritario, aunque seamos la minoría mayor, no lograremos acceder a posiciones de poder reales, ya que izquierda y derecha se unirán contra nosotros, como ha sucedido infinidad de veces. Implica además, convencer de nuestros valores a miles de individuos que se encuentran en el más absoluto estado catatónico gracias a la acción de un sistema alienante que sabe muy bien lo que hace y para qué lo hace. ¿Vamos a hablarles de honor, sacrificio, combate, bien común, a individuos que viven para consumir, que practican el más asqueroso hedonismo y que tienen el cerebro totalmente esclerosado? Es materialmente imposible en un corto o mediano plazo, poder derrotar décadas de idiotización planificada. Esto sólo se puede hacer ejerciendo el poder. Es una cura que se hace desde arriba y no desde las bases. Por tanto, a mi entender, esta opción solamente es una claudicación frente al Sistema, que además lo legitima y nos hace perder energías, vidas y dinero inútilmente.
Resultado de imagen de alianza nacional y democracia nacional

EJEMPLO GRÁFICO DONDE VEMOS COMO SE REBAJAN Y SUMÁNDOSE LO DESPECTIVO HACIA IDENTITARIOS POR UN MISERO RESULTADO ELECTORAL

2ª Opción: La batalla cultural. El “el otro sentido”. Crear centros de estudios donde difundir nuestras ideas. Es esta una opción si se quiere más viable que la anterior, pero igualmente equívoca. Nuestra lucha no es cultural sino política. Por supuesto que debemos actuar en el plano de la cultura, igual que en el social, sindical, profesional, etc., pero subordinando la actuación a objetivos políticos. La creación de estos centros de estudios termina influyendo a un grupo muy pequeño de personas, generalmente del tipo intelectual, amante de la discusión y la crítica, pero sumamente temeroso y refractario ante la acción. Para citar un caso, volveré a Francia y al grupo GRECCE, de Alain de Bonoist y otros, que en definitiva terminaron dividiéndose en grupúsculos, como la escisión de Guillaume Fayé. No se puede negar que estos centros de estudio tienen un valor importante en el plano doctrinario y de análisis, sin el cual la acción política se torna estéril. Pero influyen en un porcentaje mínimo de la población y difícilmente logren el objetivo que realmente perseguimos. 

3ª Opción: Las comunidades militantes: Se trata de un grupo de personas que viven prácticamente juntas, con ideales y aspiraciones comunes y con un origen también común. Al llegar a este punto podemos decir: “¡esto es lo nuestro!”. Parece un camino éticamente superior a competir electoralmente y con una carga de acción mucho mayor que un grupo que se reúne semanalmente para hablar de Wagner, Darré o Rosemberg. Y así es. Pero adolece de un grave problema. Es una respuesta social y no política. Una comunidad de esta naturaleza no llegará jamás al poder. Tiene dos opciones, terminar aislándose, transformada en una sociedad paralela o convertirse en partido político. Las dos son igual de malas. En la primera, será un remedo de WACO, Johnestown, Puerta del Cielo o Colonia Dignidad. Aislada de la sociedad y con procesos de alienación graves de sus miembros, que pierden contacto con la realidad, adoptan formas de vida anacrónicas cayendo en un fanatismo irracional que nada bueno le hace a nuestra causa. La segunda opción es aún peor, porque al abrir sus puertas esa comunidad para integrar a elementos populares, se encuentra frente a un choque cultural de alta escala. Ingresan elementos que no tienen las convicciones, los objetivos y mucho menos el estilo de vida de los miembros originarios.
 Estos nuevos ingresos terminan siendo lógicamente mayoría en la organización Esto le pasó en su momento a CEDADE y Ramón Bau lo relata muy claramente en un artículo titulado “El fin de una aventura”. Por tanto este tampoco es el camino correcto. 

4ª Opción: Formar grupos de tipo social: En esta opción incluyo desde la creación de ONG´s hasta sindicatos de trabajadores, asociaciones de estudiantes, cooperativas, centros vecinales, etc. Otro caso, como el de la opción cultural, donde no vamos a negar la necesidad de actuar en esos ámbitos. Pero al igual que en la opción anterior, es imposible lograr el poder desde estas estructuras. No debemos confundir el ser un “factor de poder” a “conquistar el poder”. No nos debe interesar ser un factor de poder, porque quedaríamos anulados por el resto de factores de poder de la sociedad. Nos pasaría lo mismo que en la opción electoral. Desde todos los puntos del espectro político del sistema actuarían coaligados en nuestra contra. Se trata, a la corta o a la larga, de otra acción que nos hace perder tiempo, dinero y energía. 




5ª Opción: La acción revolucionaria. Un gran error de algunos camaradas y de muchas iniciativas, ha sido olvidar el carácter revolucionario del Nacionalsocialismo. Debemos partir de la base que todo el Sistema actual es de naturaleza perversa. No queda nada que merezca ser salvado. Ni religiones, ni Estados,ni civilizaciones decadentes actuales. í. Se trata de construir un mundo nuevo y no de restaurar el viejo. Si analizamos la historia jamás existieron restauraciones que perduraran en el tiempo. Por ello debemos tener claro que si un camino no es revolucionario, no subvierte totalmente el orden judaico que se ha establecido, sencillamente ese camino no conduce a ningún lado. Un día nos hallaremos frente a un muro infranqueable, o lo que es peor, frente a un abismo. No se trata de convencer personas para que nos voten. No se trata de educar culturalmente a un grupo de intelectualoides, ni de retirarse de la sociedad, como Zarathustra en la montaña. No se trata de defender los derechos de los trabajadores, o de los estudiantes, etc. Se trata de declararle al guerra al Sistema y llevarla a cabo por todos los medios que estén a nuestro alcance. En el momento que todos tomemos conciencia que ese es el único camino, veremos como el Sistema comienza a resquebrajarse ante nuestra acción. Qué elementos constituyen esta opción revolucionaria.

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