martes, 18 de octubre de 2016

LA ACCION REVOLUCIONARIA NACIONALSOCIALISTA, extraido de doctrina NS

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Nos pronunciamos aqui sobre  el camino de la acción revolucionaria NS . Esa será la tarea que asumiremos aquí.
1. Concepto nacionalsocialista de revolución.
Para el Nacionalsocialismo, revolución no significa necesariamente, la
sucesión de hechos más o menos violentos. Por el contrario, si algo fue la
revolución nacionalsocialista alemana, comparada con la inglesa, americana,
francesa o soviética, es incruenta. Para nosotros revolución significa causar
la muerte de una época y ser protagonistas del nacimiento de otra.
Tampoco buscamos constituirnos simplemente un una opción circunstancial
de alternancia de poder. Eso es lo que buscan los partidos del Sistema.
Aguardan turno para ocupar los cargos del Estado, beneficiarse de los
mismos mediante su administración y pasado un tiempo, a su vez ser
sustituidos por otro, hasta que les llegue el turno nuevamente. Una falsa apariencia
 donde se simula que algo cambia para que en realidad nada lo haga.

Nosotros al definirnos como nacionalsocialistas, queremos operar una
sustitución total de valores, como resultancia del derrumbe del antiguo orden
y la creacion de uno nuevo.
Nuestra lucha es por el logro de una transformación espiritual que aplique
las leyes de la Naturaleza al orden político y social. Al ser nacionalsocialistas,
 hemos optado por defender nuestra herencia biológica.

No luchamos por mantener por ejemplo, la propiedad privada, la cultura
“occidental y cristiana”, o el decadente orden imperante. Mucho menos
luchamos por los intereses burgueses o proletarios. Tampoco por un
concepto de “patria”, que hoy por hoy nos es ajeno, al transformarse los
Estados que lo sustentan, en instrumentos de la más grande degradación
racial y espiritual desde la decadencia de Roma. No luchamos para restaurar
viejas épocas. Sabemos que eso es imposible.
 Luchamos para construir un futuro totalmente nuevo sobre las ruinas 
del mundo depravado de hoy.
Luchamos por un concepto racial de la vida, de la sociedad y de la historia,
en defensa de nuestra raza blanca-aria-indoeuropea. Cualquier claudicación
al respecto es una acción contra revolucionaria.

Todo nuestro desarrollo ideológico posterior, la lucha contra la servidumbre
de la usura, la lucha por el bien común, etc, tiene sentido si lo hacemos
dentro de un Estado Racial y fundamentados en un idealismo de la sangre,
¿Qué engrandecimiento podemos lograr si el pueblo se transforma en una
mescolanza de sangres infectas?. ¿Acaso buscamos gobernar una sociedad
negroide o mestiza?
Esta es la respuesta a lo que debe significar para un nacionalsocialista el
término revolución y hacia donde debe estar encaminada la acción
revolucionaria.
2, Elementos constitutivos de la acción revolucionaria
nacionalsocialista
Existen dos elementos que son la base de la acción revolucionaria
nacionalsocialista. Su carencia o su ruptura supone que se ha dejado de ser
tanto revolucionario, como nacionalsocialista.
A – Un actuar moralmente íntegro.
¿A qué nos referimos con un actuar moralmente integro? Obviamente no a la
moral burguesa o proletaria. Mucho menos a la moral posmoderna. Nos
referimos a la moral heroica. Ella constituye un imperativo que nos obliga a
defender nuestra verdad frente a todas las circunstancias y sin
claudicaciones. Implica por tanto la lealtad más férrea a los principios
rectores del ideal nacionalsocialista. Los mismos no pueden ser negociados
en virtud de excusas “estratégicas”, “realistas” o “circusntanciales”. Si así lo
hacemos nos convertimos en contra revolucionarios.
Por ello, la base de nuestra praxis revolucionaria radica en no adaptarnos a
los imperativos del pueblo, a las modas o a los valores del Sistema, sino
imponer los nuestros. Si con ello somos impopulares, pues mala suerte. No
luchamos para ganar un concurso de popularidad, sino para tomar el poder.

B – Una lealtad correctamente dirigida.
Este es un punto sumamente álgido. Pero es imprescindible afrontarlo, a
riesgo de terminar sirviendo intereses totalmente contrarios a los nuestros.
Todo revolucionario nacionalsocialista debe tomar conciencia que su lealtad
personal no puede y no debe estar dirigida hacia el Estado del cual es
ciudadano, pues el mismo es su enemigo. Ni siquiera el concepto de patria
merece nuestra lealtad en estemomento. 
Es verdad que el Nacionalsocialismo Alemán fue un movimiento patriota. Pero las
circunstancias eran otras. Hoy las patrias se han extinguido, ahogadas en
una internacionalización judaizada. Y es imposible restaurarlas. Repito, a riesgo
de ser tedioso: luchamos por un nuevoorden, no por restaurar uno antiguo.

Nuestra lealtad debe estar dirigida hacia nuestra raza. El patriotismo
romántico y decimonónico está periclitado. Lo hundieron en 1945. 
Nada podemos hacer nosotros para resucitarlo. En cambio, si podemos hoy erigirnos en defensores de nuestra sangre. La prueba más clara de que esto es así, la encontramos en la
profunda camaradería que sentimos por nuestros correligionarios de otras
latitudes, camaradería que nos une a ellos con más fuerza, que a nuestros
compatriotas progresistas, comunistas o liberales.
No podemos constituirnos en defensores de un Estado que es la
encarnación de todos los males, por el sólo hecho de que el mismo se vista
con la bandera de la Patria.
El nacionalsocialismo alemán empezó como dijimos, como un movimiento
patriótico germano. Pero mucho más importante que como empezó, es cómo
fueron sus momentos finales. En esas circunstancias cargadas de heroísmo,
el nacionalsocialismo alemán dejo de ser tal para enarbolar la bandera de la
defensa de toda Europa y de todos sus pueblos arios.



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